Los tres salvavidas de Mario Draghi para la recuperación europea
Aunque en 2014 asistimos a lo que parecía ser el inicio de la recuperación económica europea tras varios años de crisis, los datos macroeconómicos del último trimestre del pasado año nos muestran que dicha recuperación se está frenando. Con el fin de que volvamos a la senda del crecimiento sostenido, el BCE de Mario Draghi plantea tres vías para realizar una “relajación cuantitativa” al estilo norteamericano.

Al inicio de la crisis comprobamos cómo se intentó fomentar el crecimiento a través de dos vías, por un lado la europea, el de las inyecciones de liquidez a los bancos (los LTROS) y la austeridad, por otro, la inyección de dinero en la economía directamente por parte de los bancos centrales (Estados Unidos, Gran Bretaña y Japón). Años después, parece que ésta última ha funcionado mejor, al menos por ahora y, por eso, el Banco Central Europeo está preparando su propia Quantitative Easing (conocida como QE).
Los tres caminos para la QE europea
En el Quantitative Easing (relajación cuantitativa) original, llevado a cabo por la Reserva Federal por tres veces en los últimos años, el banco central compra bonos públicos y privados para inyectar dinero en la economía. De este modo, se facilita a las entidades participantes la colocación de su deuda y, además, se envía dinero a la economía para dinamizarla.
Como hemos comentado, el camino de la QE parece haber dado mejor resultado que el seguido por Europa, primero por Trichet y ahora por Draghi, de modo que el BCE va a lanzar su propia relajación cuantitativa, a pesar de la tradicional oposición germana, y para ello, dispone de tres posibles formas de hacerlo.
En primer lugar nos encontramos la forma más simple y directa de hacerlo. El Banco Central Europeo compraría deuda soberana de los países en función de su cuota de participación en este organismo. Con este sistema, Alemania y Francia serían los principales beneficiados del QE europeo. En una segunda aproximación, el organismo presidido por Mario Draghi compraría bonos soberanos que estuvieran calificados con la Triple A, es decir, de máxima solvencia. Estas compras harían que los rendimientos de este tipo de instrumentos se acercaran a cero o incluso presentaran tasas de interés real negativo, cosa que ya hemos visto con la deuda pública alemana.
La última opción que baraja el Banco Central Europeo sería permitir a los Bancos Centrales de los países miembros que compren su propia deuda pública. Con este sistema, el riesgo quedaría contenido en cada país en lugar de focalizarse en el organismo europeo. Cualquiera que sea la opción elegida, hay rumores de que podríamos asistir a su implantación a lo largo de este mes, algo no muy descabellado si tenemos en cuenta la situación actual de los mercados financieros y el peligro de deflación que parece amenazar a Europa en los últimos tiempos.