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"¿Para qué queremos normas más simples?"

Probablemente, la palabra más pronunciada en el debate europeo sobre regulación financiera actual es simplificación. La nueva Comisión la ha puesto de moda, apostando claramente por eliminar la complejidad del marco, persiguiendo racionalizarlo y hacerlo más similar al de otras regiones, que no se han complicado tanto. La situación actual en Europa sería el equivalente a tener un coche asegurado con varias compañías, en que se han ido añadiendo cláusulas a los contratos a lo largo del tiempo y en el que no queda del todo claro qué está asegurado o cómo utilizar las pólizas. No tiene sentido.

Ana Rubio (BBVA)

¿Cómo hemos llegado a esta situación? Se suele decir que la regulación financiera es un péndulo que oscila en el tiempo entre ser más estricta para proteger la estabilidad financiera y más laxa para fomentar el crecimiento. Tras la crisis financiera global, el péndulo claramente se inclinó hacia la estabilidad financiera, y quizá ahora hemos llegado al punto máximo en que sería necesario virar. Además, el péndulo europeo ha oscilado mucho más que el de otras regiones. Según el informe Draghi, de 2019 a 2024 en la UE se emitieron unas 13.000 normas, frente a las escasas 5.500 normas y resoluciones de Estados Unidos, gran parte de ellas en el sector financiero. Que es el momento de simplificar parece claro pero, ¿para qué queremos normas más simples?

En primer lugar, la simplificación llevaría consigo una reducción importante del coste operativo, tanto el de las entidades como el de las autoridades. De hecho, el personal dedicado a asuntos regulatorios y de cumplimiento no ha parado de crecer. Medidas como la reducción de requisitos burocráticos con escaso beneficio o la eliminación de obligaciones de compartición de información que el mercado no considera necesaria serían muy útiles en este sentido.

Según el informe Draghi, de 2019 a 2024 en la UE se emitieron unas 13.000 normas, frente a las escasas 5.500 normas y resoluciones de Estados Unidos, gran parte de ellas en el sector financiero

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En segundo lugar, también deberían simplificarse las normas que han ido demasiado lejos. Por ejemplo, si dos requisitos de distintas autoridades buscan cubrir el mismo riesgo, habría un claro solapamiento a corregir. Es el caso del coche con dos seguros. Otro ejemplo son las normas que se centran demasiado en primar la estabilidad financiera, poniendo a las entidades en desventaja competitiva frente a las de otras regiones que realizan actividades similares. O incluso el caso de una regulación es tan estricta que no deja espacio a la innovación, que permita ofrecer nuevos productos o servicios a los clientes.

En definitiva, la simplificación regulatoria debería facilitar que las entidades se centraran en lo importante, el apoyo a las economías para que pueda generarse crecimiento económico. Y eso tiene que ser compatible con tener los riesgos bien cubiertos y fomentar la estabilidad financiera. Porque existen incertidumbres, sí, pero hay que cubrirlas en su justa medida y es posible que en los últimos años nos hayamos pasado de frenada. ¿Es posible que la simplificación se traduzca en menos requisitos? Puede ser, porque en la medida en que se están buscando solapamientos e ineficiencias, cuando se eliminen en el medio plazo el requisito debería ser menor. Tener un único seguro para el coche, con una coberturas claras y sencillas sería mejor para todos.

La simplificación regulatoria debería facilitar que las entidades se centraran en lo importante, el apoyo a las economías para que pueda generarse crecimiento económico.