Desde el inicio de la pandemia, se han asociado tantos síntomas al COVID-19, que el diagnóstico de otras enfermedades parece relegado a un segundo plano. Esto, sumado a las restricciones impuestas para contener la pandemia y a la consecuente crisis económica, ha dificultado aún más el acceso a un tratamiento a tiempo de las personas de bajos ingresos. En América Latina, según la farmacéutica Pfizer, el número de consultas médicas, incluidas las oncológicas, se ha reducido casi a la mitad. Además, en la región, disponer de una póliza con coberturas médicas y asistencias básicas de salud está al alcance de muy pocos.