Desde niño, su pasión fueron las plantas. El infinito mundo de la botánica despertaba su imaginación y su curiosidad: “Desde que era pequeño, gozaba y me olvidaba del tiempo observando y cultivando estos seres vivos maravillosos que nos rodean”, explica el jardinero, paisajista, profesor y escritor
Eduardo Barba. Una pasión que años más tarde uniría a otra de sus facetas: su fascinación por el arte.