¿Qué es el enoturismo? Cuando viajar a la cultura del vino divierte, emociona y enriquece
El enoturismo o turismo enológico es aquel que gira alrededor de las zonas de producción del vino. Los enoturistas visitan viñedos, bodegas y lugares que tienen un alto interés cultural, histórico y ecológico, generando beneficios sociales y medioambientales en el entorno.
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“Si tuviese que definir el enoturismo en pocas palabras, diría que es el turismo de la cultura del vino. Generalmente lo asociamos a viñedos, a bodegas situadas en zonas rurales y a entornos naturales, pero en realidad es mucho más. Es un motor de desarrollo y de adaptación que siempre va ligado a las personas. También a su creatividad, al trabajo humano y a su esfuerzo para transmitir su cultura con independencia del lugar en donde se desarrolle”, explica José Eduardo Rodríguez Osés, profesor titular de la Universidad de La Rioja y director del Máster permanente en enoturismo de la misma institución.
Un ejemplo es el de la Ribeira Sacra gallega. En los puntos más altos del cañón del Sil, la distancia entre lo alto de las laderas y el río puede ser de hasta 500 metros y las pendientes bajan prácticamente en vertical. Es ahí, en los lugares más inaccesibles de este desfiladero natural excavado por el río, en donde crecen los viñedos de uvas como mencía y godello. El terreno hace imposible bajar maquinaria hasta allí, y todo el trabajo recae en la fuerza y la voluntad de los viticultores, lo que ha dado a su tarea el nombre de viticultura heroica.
Esta viticultura heroica, sumada a la belleza natural de la Ribeira Sacra y a la calidad de sus vinos, hace que esta región sea uno de los grandes referentes del enoturismo en España. Es decir, de aquel turismo que busca conocer y descubrir los lugares de los que surge el vino y las historias que los rodean.
Enoturismo: de la cata a la experiencia sensorial
En los últimos años, el enoturismo se ha desarrollado y diversificado atendiendo al aumento de la demanda. Algunas bodegas no se limitan a ofrecer catas y visitas tradicionales y dan la opción de vivir otras experiencias. Por ejemplo, la bodega Otazu (Navarra) ofrece una visita basada en una experiencia sensorial y sinestésica en la que la cata se realiza con los ojos vendados y escuchando música compuesta especialmente para la actividad; y la bodega Montecillo, en La Rioja, dispone de un ‘escape room’ para conocer la historia de sus vinos.
Lo mismo sucede en otros países que son grandes productores de vino y en los que el enoturismo tiene un peso importante, como Argentina. De acuerdo con el estudio ‘La evolución del enoturismo argentino: transformaciones y prospectivas’, elaborado por investigadores de la Universidad Nacional de Cuyo, más de la mitad de las bodegas ligadas al enoturismo en Argentina ofrecían la posibilidad de participar activamente en las tareas de poda, por ejemplo.
“Es una clase de turismo industrial que genera diversión y provoca emociones. Da respuesta a la curiosidad humana y a las ganas de aprender sobre procedimientos de elaboración y cuidado del vino, sobre los suelos y el tratamiento de las vides, o sobre las características sensoriales de los vinos a catar y la gastronomía que maridan. Además, se enlaza con diferentes expresiones artísticas o de ocio y puede ser tan creativo y complejo como deseen sus impulsores, siempre que el mercado lo acepte”, añade Rodríguez.
Impacto del enoturismo en España y América Latina
En España, las cifras del enoturismo han crecido en los últimos años. De acuerdo con el ‘Informe de visitantes a bodegas y museos del vino’, elaborado por el Observatorio Turístico de Rutas del Vino en España, casi tres millones de personas visitaron o disfrutaron de los 2.611 servicios enoturísticos disponibles en 37 rutas diferentes en 2023 (una cifra que supone un crecimiento del 18,20 % respecto al año 2022). La actividad ligada a estos servicios generó 102 millones de euros en ingresos totales, un 25 % más que el año anterior. Las Rutas del Vino más visitadas se encontraban en La Rioja, Jerez (Cádiz), en Ribera del Duero (denominación de origen de Castilla y León) y en el Penedès (Cataluña).
En Argentina, y de acuerdo con el estudio realizado por Universidad Nacional de Cuyo, la cantidad de bodegas abiertas al turismo aumentó un 91 % solo durante la década 2012-2022. Esto dio como resultado 375 bodegas distribuidas en 16 provincias, un número que en 2025 supera los 480 establecimientos, según la Corporación Vitivinícola Argentina (COVIAR). Mendoza es la provincia que presenta la oferta de bodegas más amplia con 180 bodegas, seguida de Salta, San Juan, Catamarca y Córdoba. En la década 2012-2022, la media de visitas anuales a los servicios enoturísticos superó los 1,2 millones, de los que más del 80 % eran turistas nacionales.
Beneficios sociales del enoturismo
El interés de millones de personas por la cultura del vino tiene un importante impacto social. El enoturismo da un impulso a negocios locales y familiares, ayuda a perpetuar las tradiciones y pone en valor el trabajo de viticultores y vinicultores. En muchas regiones, es crucial para frenar la despoblación, crear puestos de trabajo y generar oportunidades económicas.
“El enoturismo en zonas rurales es la fuente de desarrollo más natural y efectiva para consolidar población, hacer sostenibles servicios en los pueblos, incrementar rentas de trabajadores y generar beneficios en cultivadores y bodegas. Se trata de una adaptación a las necesidades de la propia sociedad, por su especialización”, asegura Rodríguez.
“En muchos de los casos, el enoturismo vertebra destinos emergentes escasamente desarrollados turísticamente en zonas rurales. Destinos que cuentan con tradición en la cultura del vino, recursos paisajísticos, conocimiento y múltiples recursos patrimoniales y humanos valiosos a descubrir”, añade el profesor titular de la Universidad de La Rioja.
A todo esto, se suma la contribución que el enoturismo genera en la profesionalización del sector del vino. “El enoturismo permite disponer de profesionales con una formación mixta y muy completa: conocimiento de idiomas y de gestión empresarial y planificación, y personas muy competentes en prestar servicios con empatía e inteligencia emocional, que hacen divertida una visita guiada o una cata con una base de conocimiento riguroso del ‘terroir’ –factores ambientales únicos que influyen en un cultivo de vino–, de la viticultura, del tratamiento del vino, de la enología, de la historia, del patrimonio o del arte, por ejemplo”, añade el profesor.
Y, aunque el mundo rural tiene un peso muy importante en el enoturismo, el entorno urbano presenta también oportunidades. “Bien aprovechadas, estas pueden convertirse en fortalezas de los proyectos, dotándolos de solidez y sostenibilidad en muchos de los casos”, añade Rodríguez.
Beneficios medioambientales del enoturismo
La ‘Guía de Buenas Prácticas Sostenibles en Enoturismo’, publicada por la Asociación Española de Ciudades del Vino (ACEVIN) guarda un espacio destacado para Bodegas De Alberto, en Valladolid. Esta bodega favorece el cuidado del entorno con métodos tradicionales y técnicas artesanales que ha ido pasando de generación en generación y que se han mantenido exactamente igual desde los años cuarenta del siglo XX. Además, el uso de una bodega subterránea que data del siglo XVII permite hacer un uso responsable de los recursos y evita la huella ambiental de construir nuevas instalaciones.
Esta preservación del legado histórico y de la salud medioambiental de su entorno se traslada al enoturismo, ya desde Bodegas De Alberto trasladan la importancia de preservar estas prácticas responsables a los visitantes. Y es que el turismo también puede tener un impacto positivo a nivel medioambiental: favorece que las bodegas apuesten por la protección del paisaje, las prácticas agrícolas sostenibles o la economía circular.
Además, el enoturismo ofrece una vía para sensibilizar sobre problemas medioambientales como la degradación del suelo, la pérdida de biodiversidad o el cambio climático, y favorece un comportamiento más consciente y respetuoso entre los turistas.
En conjunto, el enoturismo puede llegar a desempeñar un papel crucial en las regiones en las que se desarrolla. “Es imprescindible para hacer sostenible económicamente determinados proyectos, y existen numerosos ejemplos de cómo embellece el entorno y genera inversiones que recuperan patrimonio y lo mejoran”, concluye el profesor de la Universidad de La Rioja. “El enoturismo mantiene el entorno cuidado y con vida, enseña a respetar el medioambiente y genera puestos de trabajo cualificados y más bienestar para la sociedad”.
Preguntas frecuentes sobre el enoturismo
¿Qué es el enoturismo?
El enoturismo es una modalidad turística centrada en la cultura del vino que incluye visitas a bodegas, viñedos y experiencias gastronómicas y culturales.
¿Dónde se practica el enoturismo?
En regiones vitivinícolas de todo el mundo, tanto en entornos rurales como urbanos.
¿Qué beneficios genera el enoturismo?
Impulsa el empleo local, preserva el patrimonio, profesionaliza el sector y fomenta prácticas sostenibles.
¿El enoturismo es solo para expertos en vino?
No. Está diseñado para todo tipo de público interesado en la cultura, la gastronomía y el territorio.