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Blockchain Act. 21 jul 2017

'Blockchain' también cambia las reglas de la solidaridad

Las virtudes de 'blockchain'  –trazabilidad, rapidez, transparencia… – encajan como un guante con las necesidades de la ayuda internacional y el voluntariado.

“El mundo de la caridad, una palabra que por cierto no me gusta, está a punto de ponerse patas arriba”. El experto en blockchain Alex Casas resumía con esa contundencia el impacto que la tecnología de la cadena de bloques ya está empezando a tener en el universo de las organizaciones no gubernamentales y el voluntariado. Fue en el transcurso de una mesa redonda celebrada en Madrid este jueves 20 con el expresivo título de ‘Blockchain for good’.

Desintermediación, trazabilidad, rapidez, transparencia. Las principales características de blockchain se ajustan como un guante a las necesidades de las organizaciones no gubernamentales (ONG) al canalizar recursos, no solo económicos, a sus distintos proyectos. Por eso no extraña, como resaltó Iñigo Molero, coautor del libro ‘Blockchain, la revolución industrial de internet’, que una de las primeras aplicaciones de blockchain fueran las microdonaciones, hasta por céntimos de euro, a través de bitcoin, la moneda virtual cuyo éxito provocó el desarrollo de esta tecnología.

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Una imagen de la mesa redonda, celebrada en el Impact Hub de Madrid.

Eso fue solo el principio. Ahora que Cruz Roja y United Way, la mayor organización caritativa de Estados Unidos, ya usan bitcoin y Naciones Unidas desarrolla programas de ayuda a refugiados basados en blockchain, llega el momento de ir un paso más allá, tanto funcionalmente como conceptualmente.

La startup italiana Helperbit es un buen ejemplo de lo primero. Ya no se trata simplemente de utilizar bitcoin, o cualquier otra moneda virtual, como otra divisa más al recaudar fondos. Helperbit pone en el centro de su estructura blockchain como vía de recaudación, y a partir de allí se vuelca en proyectos específicos, en este momento dos relacionados con las consecuencias de los terremotos que sufrió el pasado otoño el centro de Italia. Es una demostración de, como resaltó Carlos Kuchkovsky, CTO de New Digital Business de BBVA, “la enorme utilidad de blockchain para donaciones finalistas, frente a algunas ONGs que en ocasiones son demasiado lentas y han perdido el foco”.

Italia es un país desarrollado y de la UE, pero blockchain puede ser aún más útil para canalizar ayudas y recursos en entornos mucho más complicados. “Gracias a su enorme transparencia, blockchain supone una mejora de la seguridad jurídica en países donde hay autoridades ni instituciones fiables”, resaltó Almudena de la Mata, cofundadora de Blockchain España, con el recuerdo presente del terrible terremoto de Haití, en 2010. En países asolados por la corrupción, la cadena de bloques es una alternativa mucho más fiable y, como dijo el propio Cruz, “si la gente está segura de que su dinero acaba donde debe acabar, aporta muchos más fondos”.

Además de las mejoras técnicas en la recaudación de fondos, blockchain puede suponer una revolución en la propia concepción y organización de la solidaridad en las sociedades modernas.

En esa vertiente más romántica, como dijo Kuchkovsky, destaca la posibilidad de organizar cooperativas para proyectos sociales muy concretos, sin la necesidad del paraguas de una ONG. La gestión del voluntariado, vaticinó Casas, también va a cambiar, con la posible remuneración (no necesariamente económica) gestionada y certificada por blockchain. Y la cadena de bloques también dinamizará la certificación de buenas prácticas corporativas, como por ejemplo la no utilización de niños en las cadenas de producción textil o de pesticidas peligrosos. Las alternativas están al alcance de la mano y algunas organizaciones ya las están poniendo en práctica: la solidaridad también está entrando en una nueva etapa de la mano de la cadena de bloques.