Agroecología: ¿qué es, cuáles son sus principios y que la diferencia de la agricultura ecológica?
La agroecología es la combinación de conocimiento científico y local, prácticas agrícolas sostenibles y movimientos sociales. Su fin es transformar los sistemas agrario y alimentario para que se aplique la sostenibilidad a nivel medioambiental, social y económico.
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La agroecología promueve un sector agrario sostenible en todas sus vertientes que proteja la salud del suelo e incremente su productividad. También que reduzca desechos, mejore la resiliencia de las comunidades locales y respete la identidad de los entornos locales. Este enfoque de trabajo va más allá de las técnicas respetuosas con el entorno. Además, se rige bajo 10 principios que incluyen la diversidad de especies y de cultivos, la sinergia entre todos los elementos del sistema o la economía circular y solidaria.

Los diez principios de la agroecología
El Comité de Agricultura de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) definió, en 2018, estos diez principios de la agroecología, los pilares en los que se basa este enfoque transformador de la agricultura:
- Diversidad. Los sistemas agroecológicos son biológicamente diversos y potencian la prestación de servicios ecosistémicos (sobre todo, la polinización y la salud del suelo).
- Creación conjunta e intercambio de conocimientos. La agroecología no ofrece prescripciones fijas, sino que sus prácticas parten del conocimiento colaborativo y se adaptan al contexto ambiental, social, económico y cultural.
- Sinergias. Busca potenciar las interacciones ecológicas vitales entre los diferentes elementos del agroecosistema para favorecer la producción y los múltiples servicios ecosistémicos.
- Eficiencia. Los sistemas agroecológicos, basados en la información y el conocimiento, tienen el objetivo de incrementar la productividad y reducir al mismo tiempo el uso de insumos externos.
- Reciclaje. La agroecología pretende integrar el reciclaje de recursos para reducir el desperdicio, las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y los costes económicos.
- Resiliencia. La agricultura debe estar al servicio de mejorar la capacidad de resiliencia de las personas, las comunidades y los ecosistemas.
- Valores humanos y sociales. Otra de las claves para lograr un sistema agroecológico realmente sostenible es mejorar los medios de vida de la población de las zonas rurales.
- Cultura y tradiciones alimentarias. La agroecología apoya y respeta las tradiciones culinarias de cada lugar, y reconoce que la identidad cultural y el sentimiento de pertenencia suelen estar unidos a los territorios y a los sistemas alimentarios.
- Gobernanza responsable. La agroecología requiere mecanismos de gobernanza responsable a todas las escalas para garantizar la eficacia de las medidas y para apoyar la transición hacia un sistema agrícola y alimentario sostenibles.
- Economía circular y solidaria. Los sistemas agroecológicos integran los principios de las economías circulares y solidarias para reducir las externalidades negativas.
Por ejemplo, estos principios de la agroecología son los que rigen el día a día de Delfín Toro Peña, más conocido como Don Pimpe, y su huerto. Los casi 4.000 metros cuadrados que administra para AgroLimpio Pencahue, en la región chilena de O’Higgins, se han convertido en un referente de la agroecología para todo Chile y América Latina. Allí, en la comuna de San Vicente de Tagua Tagua, cultivan más de 100 variedades de hortalizas y frutos libres de fertilizantes y pesticidas sintéticos y se apuesta por los policultivos, la rotación de cultivos y la economía circular, buscando dar forma a un sistema productivo sostenible y resiliente.
Es decir, la agroecología es, ante todo, agricultura, pero va mucho más allá. “El trabajo de Don Pimpe, por ejemplo, no se quedó solo en la producción: con el tiempo, se ha convertido en un referente local y macrozonal, transformando su huerto en un centro educativo y de intercambio de conocimientos. Hoy, su huerto recibe visitas de agricultores, estudiantes y profesionales interesados en aprender sobre la implementación de prácticas agroecológicas. Además, promueve la venta directa de sus productos, eliminando intermediarios y ofreciendo precios justos, fortaleciendo los lazos de confianza con los consumidores”, explica Fabiola Sepúlveda, ingeniera agrónoma e investigadora del Instituto de Investigaciones Agropecuarias INIA de Chile.

¿En qué se diferencia la agroecología de la agricultura ecológica?
La agricultura ecológica y la agroecología comparten muchos principios y objetivos, pero son conceptos diferentes. La mayor diferencia es en la amplitud de ambos enfoques: mientras la agroecología engloba conocimiento científico y local y entiende la agricultura como una parte integral de los ecosistemas, la agricultura ecológica agrupa sólo un abanico de prácticas agrícolas y ganaderas que buscan la sostenibilidad y la producción de alimentos saludables y que están basadas, sobre todo, en la no utilización de productos químicos de síntesis, como fertilizantes o pesticidas.
Así, la agricultura ecológica es un conjunto de prácticas basadas en principios de la agroecología, pero no es la única práctica que puede considerarse agroecológica. Además, la agricultura ecológica está regulada por ley en la mayoría de territorios, normativas que suelen incluir requisitos técnicos y protocolos para la producción, la elaboración, la comercialización y el etiquetado de los productos ecológicos. Sin embargo, la agroecología, como enfoque integral, no está sujeta a ningún tipo de legislación.
“Es decir, al menos en el marco de Chile, mientras la agricultura ecológica se enfoca en la producción de alimentos sin el uso de químicos sintéticos, bajo un marco normativo definido, la agroecología propone una transformación más profunda e integral de los sistemas alimentarios, incorporando dimensiones ecológicas, sociales y económicas”, añade Fabiola Sepúlveda.

¿Cuáles son los beneficios de la agroecología?
La agroecología es un enfoque que promueve la biodiversidad mediante prácticas como la rotación de cultivos o la combinación de agricultura y ganadería que favorece también el reciclaje de nutrientes. Además, se construye desde la ciencia y desde el conocimiento local, integrando los saberes desarrollados por cada comunidad. Así, este enfoque presenta un amplio abanico de beneficios sistémicos que van desde la protección del suelo o la mejora de los ciclos de los nutrientes hasta la producción de alimentos más sanos o los beneficios económicos para el agricultor y su comunidad.
“Desde mi punto de vista, la agroecología ofrece una gran ventaja frente a los enfoques de producción más convencionales, especialmente ante los desafíos del cambio climático, la escasez hídrica y la pérdida de biodiversidad. Este enfoque promueve una agricultura sostenible, inclusiva y resiliente, alineada con los principios de la soberanía alimentaria y de la justicia social. A través de sus principios, incentiva el incremento de la biodiversidad, el uso de semillas tradicionales y la autonomía en la producción”, concluye Fabiola Sepúlveda.