Los riesgos climáticos de los bancos: mejora su gestión, pero todavía hay margen para progresar
Muchos bancos europeos disponen ya de prácticas para detectar, monitorizar y gestionar los riesgos climáticos, la segunda mayor preocupación para las empresas. Frank Elderson, miembro del Comité Ejecutivo del Banco Central Europeo, reconoce los avances y también que queda mucho por hacer.

Los riesgos climáticos y medioambientales han dejado de ser una preocupación a largo plazo. Ahora, se han convertido en una amenaza real que todas las empresas tienen que abordar con urgencia. “Desde 2019, los bancos han intensificado sus esfuerzos de forma significativa. En ese momento, menos de una cuarta parte de los bancos de la zona euro tenía en cuenta cómo el calentamiento global y la pérdida de biodiversidad afectaban a su gestión de riesgos”, señala Frank Elderson, miembro del Comité Ejecutivo del BCE y vicepresidente del Consejo de Supervisión del BCE, en el blog del BCE. “Hoy en día, muchos ya cuentan con prácticas avanzadas para identificar, supervisar y, lo más importante, gestionar estos riesgos”.
Los bancos frente a los riesgos climáticos
Los riesgos derivados del cambio climático y de la crisis de biodiversidad han aumentado en intensidad y frecuencia en la última década. Las empresas son cada vez más conscientes de esta realidad. De hecho, las tendencias a medio y largo plazo señalan que la gravedad de los eventos extremos y disruptivos no dejará de aumentar. Tal como se desprende del último Global Risks Report, informe anual elaborado por el Foro Económico Mundial, los eventos meteorológicos extremos son la segunda mayor preocupación para las empresas en la actualidad. Pero, si observamos el horizonte a 10 años vista, los riesgos ambientales alimentan las cuatro principales preocupaciones de las empresas: los eventos extremos, el colapso de ecosistemas, los cambios críticos en los sistemas terrestres y la escasez de recursos.

Los bancos de la UE, conscientes del escenario en el que operan, han ido mejorando gradualmente su gestión de los riesgos medioambientales. En 2022, el 25 % de los bancos de la Unión Europea no prestaba ninguna atención a estos riesgos, mientras el 54 % solo tenía algunas prácticas básicas implantadas. En 2024, estos porcentajes han caído al 5 % y al 17 %, respectivamente, mientras el 56 % de las entidades contaba con alguna práctica avanzada y bien asentada, de acuerdo con los datos que maneja el BCE.
En los últimos años, el BCE ha establecido una serie de exigencias para acelerar la adecuación de los bancos europeos a la nueva realidad medioambiental y reducir sus exposiciones climáticas, como la obligatoriedad de hacer evaluaciones de materialidad o de incluir los riesgos climáticos en las pruebas de estrés. “Hoy, más del 90 % de los bancos considera que está materialmente expuesto a los riesgos climáticos y ambientales. Esta cifra es significativamente mayor que en 2021, cuando solo la mitad de los bancos llegaba a esta conclusión”, añade Frank Elderson.
Aun así, el directivo del BCE señala que en las últimas evaluaciones se observa, a menudo, que las buenas prácticas de los bancos están aplicando solo se ciñen a un conjunto de exposiciones, no a todas las categorías de riesgo ni a todas las áreas geográficas relevantes. Donde las cosas están más avanzadas es en la inclusión de los riesgos climáticos en los análisis de riesgo crediticio, pero todavía hay áreas donde queda mucho por mejorar, como el riesgo operativo o la inclusión de los riesgos físicos del cambio climático en las valoraciones de las garantías hipotecarias.

¿Cómo mejorar la gestión de riesgos climáticos en la banca?
El cambio climático y la pérdida de biodiversidad ya son una realidad, y fenómenos recientes como la DANA en Valencia y Castilla La Mancha en 2024 o la ola de calor en Europa Occidental a principios de junio solo hacen señalar lo evidente. Algunas aseguradoras llevan años advirtiendo de que los riesgos sistémicos pueden desestabilizar todo el sector financiero. Además, los bancos no solo deben hacer frente a los riesgos físicos (aquellos causados directamente por el cambio climático), sino también a los riesgos de transición (aquellos resultantes de la necesaria transición hacia una economía baja en carbono).
Ante este escenario, el directivo del BCE señala la importancia de tres medidas para mitigar el impacto de los riesgos en el sector bancario:
- Incluir los riesgos medioambientales en las pruebas de resistencia y en la evaluación de capital. Los bancos europeos han avanzado mucho en este sentido en los últimos tres años, pero todavía hay riesgos que no se incluyen, como aquellos relacionados con la naturaleza.
- Recopilar y analizar datos fiables para identificar bien los riesgos y las oportunidades, así como cumplir con las obligaciones que establece la directiva europea para la presentación de información sobre sostenibilidad por parte de las empresas (CSRD, por sus siglas en inglés).
- Planificar la transición verde, siguiendo lo establecido por la directiva revisada sobre requisitos de capital (CRD VI) que entrará en vigor el próximo año. Esta incluye un nuevo requisito legal para que los bancos preparen planes para abordar los riesgos ambientales y climáticos que surjan del proceso de ajuste hacia la neutralidad climática para 2050.
“La supervisión bancaria europea seguirá trabajando en favor de un sector resistente a todos los riesgos materiales, incluidos los derivados de las crisis climática y de biodiversidad. Sólo los bancos resilientes pueden financiar las transiciones verde, digital y de defensa que Europa necesita”, concluye el miembro del Comité Ejecutivo del BCE y vicepresidente del Consejo de Supervisión del BCE.