¿Qué es una DANA y por qué se produce?
Las depresiones aisladas en niveles altos (DANA) son fenómenos atmosféricos habituales y especialmente peligrosos en verano y otoño. Se producen cuando un sistema de bajas presiones se separa de las corrientes que rodean la Tierra y fluye de forma independiente. Aunque se han producido siempre, los investigadores analizan cómo les afecta el cambio climático.
Cuando en septiembre de 2023 empezó a llover sobre Zagora, en Grecia, el servicio nacional de meteorología ya había dado nombre a lo que estaba por llegar. En las siguientes 24 horas, la tormenta Daniel dejó en esta localidad de la región de Tesalia 750 litros por metro cuadrado, el equivalente a lo que serían 18 meses de precipitaciones normales. Más allá de los récords en los pluviómetros, esta DANA mediterránea dejó un rastro de destrucción a su paso del que Tesalia y Grecia tardarán mucho en recuperarse. Y la historia de Daniel no terminó ahí.
Lo que empezó como una DANA y una masa de aire cargado de humedad por un mar Mediterráneo cada vez más caliente se dirigió hacia el sur, absorbiendo cada vez más agua y energía, y acabó impactando en la costa de Libia, ya convertido en un medicán (o huracán mediterráneo). Allí volvió a dejar lluvias torrenciales, superiores a los 400 litros por metro cuadrado en algunos puntos. Las inundaciones, amplificadas por la rotura de dos presas y la falta de reacción de un país sumido en la inestabilidad, dejan por ahora 4.000 fallecidos y más de 9.000 desaparecidos, según los últimos datos de la ONU.
¿En qué consiste una DANA, el fenómeno con el que se originó todo? ¿Tiene su formación algo que ver con el cambio climático? ¿Y sabemos si habrá más episodios así en el futuro?
¿Qué quiere decir DANA?
Las cifras récord que dejó Daniel no son habituales. Sin embargo, las DANA sí que son un fenómeno relativamente normal en el Mediterráneo y en las latitudes medias. DANA es el acrónimo de Depresión Aislada en Niveles Altos, un sistema de bajas presiones que se ha separado por completo de la circulación general de la atmósfera. Se trata de un fenómeno atmosférico habitual y que puede producirse en cualquier momento del año, pero es especialmente peligroso en los meses de verano y otoño, cuando la temperatura superficial del mar es alta y hay más evaporación (es decir, las nubes que se forman por causa de la DANA contienen más agua).
La definición más técnica que da la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) de España es que una DANA es “una depresión cerrada en altura que se ha aislado y separado completamente de la circulación asociada al chorro, y que se mueve independientemente de tal flujo llegando, a veces, a ser estacionaria o, incluso, retrógrada”. Para entenderla mejor tenemos que comprender cómo se forma una DANA y cómo llega a separarse por completo del sistema de circulación general de la atmósfera.
¿Cómo se forma una DANA?
A muchos metros del suelo, la Tierra está rodeada por una serie de corrientes en chorro que circulan de oeste a este a toda velocidad –sus vientos superan los 200 kilómetros por hora–. Existen cuatro grandes chorros en el planeta, dos polares, que circulan por las latitudes medias de cada hemisferio, y dos subtropicales. Este chorro hace, por ejemplo, que los vientos predominantes en Europa sean de oeste o que el aire frío del Ártico se quede embolsado, normalmente, en la zona norte del planeta.
Sin embargo, esta corriente no es estable ni viaja siempre en línea recta: a veces se ondula y, en ocasiones, esos meandros son tan pronunciados que hay partes que llegan a separarse del chorro original. En este caso se forma una depresión en altura, un embolsamiento de aire frío, que posee una circulación propia e independiente y se escapa del control de la corriente principal. Es decir, se forma una DANA. Pero esta perturbación atmosférica no siempre tiene por qué acabar en lluvias torrenciales y tormentas.
La DANA, como tal, es una baja presión que embolsa una masa de aire frío. Sin embargo, cuando esta se desplaza a alturas más bajas y se topa con aire más cálido y cargado de humedad cercano a la superficie marina, se disparan la inestabilidad y las probabilidades de que llueva con intensidad. Por eso, aunque una DANA pueda producirse en cualquier momento del año, es en verano y principios de otoño, cuando el mar está más caliente, cuando más problemas puede causar.
¿Cuál es la diferencia entre DANA y gota fría?
Antes de que el acrónimo DANA pasara a ser habitual en nuestro vocabulario, lo normal era utilizar el término gota fría para hablar de las lluvias abundantes y repentinas asociadas al final del verano en el entorno del Mediterráneo. Hoy en día, sigue usándose gota fría como comodín, para referirse a cualquier situación meteorológica que lleve asociadas lluvias intensas y efectos desastrosos (sean o no provocados por una DANA).
Sin embargo, es un término poco preciso que los meteorólogos han dejado de utilizar. En resumen, la DANA y la gota fría son casi lo mismo, pero la primera se refiere a un fenómeno atmosférico bien definido, con causas y consecuencias concretas, mientras la segunda es un término difuso, de uso popular, que no hace referencia específica a sus causas.
DANA y cambio climático: ¿Hay alguna relación?
Las DANA siempre han existido, hasta donde sabemos. Su formación no tiene nada que ver con el cambio climático, sino con el comportamiento de las corrientes en chorro que rodean el planeta, y se producen en varios puntos de la Tierra. Sin embargo, esto no quiere decir que su formación y sus consecuencias no se estén viendo afectadas por el cambio climático.
Por un lado, algunos estudios apuntan a que la intensidad con la que circulan las corrientes en chorro polares se está viendo afectada por la mayor cantidad de energía que acumulan en la atmósfera los gases de efecto invernadero (GEI). Otras investigaciones señalan también que el aumento de la temperatura del Ártico está debilitando el chorro polar del norte, que cada vez tiende a ondularse más. Los cambios en este patrón de circulación pueden aumentar la frecuencia con que se formen más DANA, así como otros fenómenos. Por ejemplo, el pasado verano, la ralentización de la corriente en chorro del polo norte favoreció la formación de tres grandes olas de calor simultáneas en Norteamérica, el sur de Europa y Asia Central.
Por otro lado, el aire que la DANA se encuentra en superficie es cada vez más cálido y está cargado de más humedad de la evaporación del mar. Esto provoca que las tormentas que puede generar la DANA descarguen con más violencia e intensidad. De acuerdo con un estudio del World Weather Attribution, el cambio climático ha multiplicado por 10 las probabilidades de Grecia sufra eventos como el que inundó Tesalia y por 50 las de que Libia repita el desastre que arrasó el norte del país.