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Pérdida y desperdicio alimentario: ¿son lo mismo?

En un mundo globalizado donde los alimentos recorren miles de kilómetros antes de llegar a nuestros platos, el desperdicio alimentario se presenta como una de las mayores amenazas. No solo intensifica el cambio climático, sino que también priva a millones de personas que padecen hambre de acceder a estos recursos. Conocer la diferencia entre pérdida y desperdicio de alimentos es esencial para enfrentar este problema de manera efectiva.

Según  el informe sobre el Índice de Desperdicio Alimentario 2024 de la ONU, en 2022 se desecharon más de 1.000 millones de toneladas de alimentos a nivel mundial. Este desperdicio alimentario representa un fallo grave del mercado. Esto se debe a que el 19% de la comida disponible para los consumidores no se utiliza. Además, de ser un problema económico, su impacto medioambiental es considerable. El desperdicio genera entre el 8% y el 10% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI), contribuyendo al cambio climático. En términos sociales, resulta alarmante que estos alimentos no lleguen a los 738 millones de personas que padecen hambre.

Este informe busca cuantificar y comprender la magnitud del desperdicio alimentario. Para abordarlo de manera integral, es crucial analizar cada etapa del recorrido que los alimentos hacen hasta llegar a los consumidores.

¿Qué es el desperdicio alimentario?

El desperdicio alimentario ocurre cuando los alimentos llegan a los puntos de venta o a los hogares y no se consumen. En países desarrollados, este tipo de desperdicio es más elevado que la pérdida, ya que cuentan con sistemas eficientes para mantener la cadena de frío. Sin embargo, la refrigeración inadecuada en supermercados sigue siendo un problema, especialmente en frutas delicadas como melocotones, que necesitan temperaturas específicas para mantener su calidad.

A nivel mundial, y de acuerdo con la ONU, de los 1.000 millones de toneladas de alimentos que se tiraron en 2022, 631 se desperdiciaron en los hogares. Es decir, el 60 % aproximadamente. Se calcula que en los hogares se desperdician, al menos, 1.000 millones de raciones de comida al día. Así, el destino final de los alimentos en su viaje alrededor del mundo es también el punto en el que más se echan a perder. Esta realidad está muy condicionada por el valor que, como consumidores, damos a la comida.

La pérdida alimentaria, un problema global

En los países en desarrollo, la principal causa de la pérdida de alimentos es la falta de infraestructura para mantener la cadena de frío. Se estima que la ausencia de sistemas adecuados provoca la pérdida de 526 millones de toneladas de alimentos al año, lo que sería suficiente para alimentar a 1.000 millones de personas.

Un ejemplo de este problema lo encontramos en las tierras de cultivo de Ruanda, donde los agricultores trabajan con temperaturas superiores a los 30 °C y carecen de medios para enfriar sus cosechas tras la recolección. Esto provoca que los alimentos se deterioren rápidamente durante su transporte, muchas veces sin llegar en buen estado a los mercados.  “Es un problema que se agrava con el cambio climático y el aumento de las temperaturas”, añade Natalia Falagán, profesora titular en Ciencia y Tecnología de los Alimentos en la Universidad de Cranfield (Reino Unido),

Otro factor que contribuye a la pérdida de alimentos es la descoordinación entre oferta y demanda. A pesar de los avances tecnológicos, la predicción de la demanda sigue siendo compleja, especialmente bajo las condiciones climáticas cambiantes. Esto provoca que muchos alimentos se produzcan en exceso o se vendan a precios no rentables, quedando desaprovechados.

Pérdida y desperdicio alimentario: ¿son lo mismo?

En tercer lugar, está el acceso a la mano de obra. Para entender este problema, podemos abandonar Ruanda rumbo al noroeste y situarnos en Reino Unido, en donde el Brexit condicionó (y sigue condicionando) la disponibilidad de mano de obra e hizo que muchas cosechas quedasen sin recoger durante los últimos años. 

La profesora pone como ejemplo la fresa, una fruta muy perecedera y delicada. Una cosecha y un tratamiento posterior inadecuados pueden hacer que el producto no cumpla con los estándares del mercado y termine, también, como pérdida alimentaria. Esto puede tener un impacto importante: las frutas y las verduras forman parte de la categoría de alimentos que más se desperdicia en todo el mundo.

Por último, entran en juego las dificultades del transporte. Muchas veces, el viaje de vegetales como la piña o el aguacate comienza en países de América Latina, grandes exportadores de verduras y frutas y continúa hacia Europa en barco. Tal y como explica la profesora, cada fruta y cada hortaliza es diferente y tiene sus propias necesidades de temperatura de conservación que normalmente no se tienen en cuenta durante este transporte.

“En estos largos viajes se generan muchas pérdidas, porque las condiciones no siempre son las adecuadas –explica Falagán–. Si todos los alimentos se almacenan a la misma temperatura durante las semanas que tarda en llegar el barco, o simplemente se acumulan durante demasiado tiempo, se generan daños poscosecha que van a hacer que algunas piezas no se acepten en el destino”, añade.

Podcast | ¿Qué se puede hacer para evitar el desperdicio alimentario en casa?

00:00 17:08

Diferencias Entre Pérdida y Desperdicio Alimentario

Para entender cómo y por qué no se aprovecha la comida que se produce, es necesario diferenciar entre la pérdida y el desperdicio alimentario. Según la profesora, “la pérdida alimentaria ocurre en las primeras fases de la poscosecha, durante la recolección, el transporte o el procesamiento, hasta el momento de la distribución”.

“En el momento en el que entra en juego el consumidor, es decir, en los puntos de venta y en los hogares, empezamos a hablar de desperdicio alimentario. Establecer esta diferencia es importante porque hablamos de dos problemas muy diferentes. El primero está más ligado a la tecnología y al manejo de los alimentos y, el segundo, al funcionamiento del sistema y a los hábitos del consumidor”, comenta Falagán.