Diario de viaje de una colombiana en Ruta Siete

“Que todos tenemos algo que aportar siempre, desde el ámbito que sea o desde el conocimiento que tengamos, cargamos un valor único que nos hace importantes. Hay algo que nos une, que va más allá y nos hace parte de un todo”, dice María José Porras, cuando se le pregunta qué aprendió de su paso por Ruta Siete, experiencia de la que acaba de llegar tras recorrer durante más de 35 días las islas Canarias, territorio insular español.

Inicio del viaje

Ruta Siete es una iniciativa desarrollada por la Universidad Las Palmas Gran Canaria (Ulpgc) y el apoyo de BBVA. A través de un viaje de 35 días por las islas Canarias y en el que participan 45 universitarios de varios países, busca empoderar a estos jóvenes a través de experiencias reales que generen impacto emocional y les aporten habilidades y competencias.

María José fue seleccionada gracias a su interés en los temas audiovisuales y de innovación en los que se enfoca en su carrera universitaria.

“Era la única colombiana del grupo, de Latinoamérica había dos compañeros de Argentina y de Perú. En las primeras islas, los coordinadores hacen un gran esfuerzo por dirigir y cuidar del grupo y a medida que los días avanzan, nos ceden más responsabilidades, hasta el último día donde todos nos entendimos como comunidad rutera”, dice Porras.

Ruta Siete enfatiza en experiencias responsables sobre los problemas globales, el desarrollo de competencias y solidaridad. Al final del viaje los participantes regresan empoderados para usar su talento en las soluciones que necesita el mundo con enfoque turístico, formativo, institucional y social.

Diario de ruta

“El día comenzaba a las 6:00 am. Hacíamos rutina de ejercicios, desayunábamos y dejábamos listo una especie de almuerzo y a las 8:00 am iniciábamos las actividades de voluntariado y clases de todo tipo (ambientales, de emprendimiento, de 'soft skills', de creatividad, etc) a medio día almorzábamos y algunas veces íbamos a la playa. En la noche, antes de dormir dividíamos el tiempo para gestionar las tareas entre equipos, ya fuera: lavar ropa y los platos, bañarnos o hacer las actividades extras que tuviésemos”, cuenta esta quindiana a modo de diario de ruta.

En las nueve ediciones de Ruta Siete, que ha contado con el apoyo de BBVA desde el inicio, han participado cerca de 400 jóvenes, que atribuyen el éxito del programa a que se trata de una aventura colaborativa y llena de aprendizajes. Destacan que este viaje les da la oportunidad de vivir una experiencia de cambio, en la que se adquieren valores y competencias que los impulsan a convertirse en agentes de cambio social y a realizar acciones para mejorar el entorno.

Enseñanzas viajeras

“Lo que más me gustó fue ver cuanta apropiación del territorio tienen los habitantes de Canarias, por su patrimonio y sus costumbres, principalmente por su paisaje. Entender sus raíces y defenderlas ha hecho que se construya un carácter y una identidad marcadas”, menciona María José, como uno de los hechos destacados de su viaje.

Durante el tiempo que estuvo esta expedición recorriendo las islas Canarias, se presentó una gran emergencia motivada por incendios que afectaron especialmente a la isla de Gran Canaria y que llevó al Ejecutivo insular a decretar Estado de emergencia climática y a adoptar medidas de carácter restrictivo, que no afectó el desarrollo de Ruta Siete, pero que sí impactó a sus integrantes por las imágenes que presenciaron de esta emergencia.

“No pudimos lastimosamente ayudar en Gran Canaria cuando hubo el incendio, días atrás habíamos estado por la misma zona haciendo riego de pinos. En un cambio de isla cuando íbamos en el barco pudimos ver el incendio desde lejos, fue un panorama muy triste y agobiante”, narra Porras.

Ruta Siete ya tiene abiertas las inscripciones para participar en la edición 2020 de esta aventura didáctica y de integración.