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Tecnología> Internet Act. 05 abr 2018

Los retos para el despliegue definitivo del 5G

La quinta generación de telefonía móvil es indispensable para que el internet de las cosas y los coches autónomos sean una realidad, pero antes los operadores quieren asegurarse de que el despliegue de la red les será rentable.

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Una de las grandes estrellas de los últimos Juegos Olímpicos de Invierno fue una tecnología: el 5G. Los espectadores de varias competiciones celebradas en Pyeongchang (Corea del Sur) pudieron disfrutar en directo de pruebas retransmitidas en realidad virtual gracias al despliegue de esta tecnología inalámbrica y varias multinacionales, como Intel y Samsung, aprovecharon la cita para lucir sus avances con la quinta generación (5G) de tecnologías de telefonía móvil.

Es solo un primer paso. El 5G está llamado a tener un impacto económico enorme, mucho más allá del mundo del deporte o del espectáculo. Pero también tiene obstáculos en el camino de su despliegue masivo, y no está del todo claro cómo los va a superar.

¿Por qué es tan importante el 5G? Una de sus grandes ventajas es la velocidad de transmisión: el objetivo es que alcance un 'gigabit' por segundo y una latencia (en telecomunicaciones, la suma de retardos en una red mientras se transmiten los datos) por debajo de los diez milisegundos.

Esa velocidad convierte el 5G en la herramienta que permitirá que el internet de las cosas (IoT) se convierta en una realidad cotidiana: los aparatos compartirán información constantemente y al instante, con una velocidad y un volumen de datos hoy técnicamente imposible. Los coches autónomos serán probablemente la aplicación más importante de estos avances.

Así que el 5G cambiará las ciudades, los hogares, las oficinas y las fábricas… pero ¿cuándo? La tecnología ya está casi preparada, pero el problema está en el coste económico del despliegue de la red, que plantea dudas a las operadoras de telecomunicaciones.

Requisitos para el despliegue

El despliegue de las redes es caro. Aunque por ahora solo se ha aprobado el primer estándar que permitirá implementar esta tecnología, se da por hecho que los datos ‘viajarán’ en radiofrecuencias más altas, lo que implica que el rango de transmisión será más corto. Las longitudes de onda más cortas sufren más al penetrar en edificios y superar obstáculos. Por ello, la red de transmisión tendrá que tener más capilaridad. Así que el 5G necesita más antenas, estaciones base y cables de fibra óptica que su tecnología predecesora, el 4G, lanzada al mercado a finales de la pasada década.

Las operadoras, que son las que tienen que asumir toda la inversión, no lo ven del todo claro. La GSMA, su asociación mundial, realizó una encuesta en 2017 a más de 750 primeros ejecutivos del sector de las telecos, y más de la mitad señalaron como el mayor impedimento para el despliegue de la red 5G la falta de un modelo claro de negocio: paradójicamente, las grandes beneficiadas del despliegue de la red serían, previsiblemente, las compañías llamadas OTT (Over The Top), como Google, Amazon, Microsoft y Alibaba.

La consultora McKinsey, que ha publicado varios análisis sobre el despliegue de esta tecnología, resalta que, además, los operadores están realizando también inversiones para mejorar su red 4G, ante el insaciable crecimiento de la demanda de datos. McKinsey ha calculado que para un país europeo las inversiones de capital en la mejora de la red crecerán un 60% entre 2020 y 2025.

¿Qué solución pueden encontrar las operadoras? Hay voces reputadas, como la de Jon Fredrik Baksaas, expresidente de la GSMA y de la teleoperadora noruega Telenor, que piden que las telecos ‘cambien el chip’ y comiencen a colaborar más entre ellas, tanto para compartir redes como para buscar modelos de negocio basados en nuevos servicios que lleguen con el 5G. “Todos tienen que entender que el panorama competitivo ha cambiado, y las operadoras necesitan dar forma a sus estrategias de creación de valor de forma coordinada”.

Esa mayor colaboración no es la única propuesta sobre la mesa. En Estados Unidos se produjo un gran revuelo cuando a finales de enero se conoció que un informe del Consejo de Seguridad Nacional recomendaba a la Casa Blanca que fuese el propio Gobierno el que desplegase y gestionase la red 5G. La recomendación tenía motivos básicamente de ciberseguridad, pero indirectamente ponía el foco en la necesidad de compartir redes entre empresas. Lo contrario, cada operadora con su propia red, podría ser inviable económicamente.

Ante estas dudas, ¿qué puede ocurrir? El semanario británico The Economist pronostica en este artículo que las operadoras irán creando la red poco a poco, con prudencia, y solo en aquellos lugares en los que los números salgan. Probablemente, el 5G tenga un gran impacto gradual: transformará la comunicación móvil tal y como hoy la entendemos, pero no será un cambio rápido ni de un día para otro.