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Social Retos sociales 27 jun 2025

Financiación de proyectos sociales: cómo lograr un impacto positivo

Los proyectos sociales disponen de tres formas de financiación: la pública, la privada y la propia de las entidades. Los expertos defienden que para lograr un impacto social hay que evitar la mirada cortoplacista. Microfinanciación colectiva ('crowdfounding') o bonos sociales son otras alternativas para conseguir fondos.

Foto de apertura creada con Midjourney (IA)

Hace ya casi una década que Alejandro Souza conoció a Joe, una persona sin hogar de 50 años que había pasado gran parte de su vida viviendo en la calle. De una interesante conversación nació la idea de crear Pixza, “una plataforma de inclusión disfrazada como pizzería”. El proyecto de Alejandro Souza se convirtió en una empresa social que da empleo a jóvenes de México en riesgo de exclusión.

Ocho años después de que abriese el primer restaurante que dio al mundo una curiosa pizza de maíz azul e ingredientes 100 % mexicanos, Pixza ha empleado a más de 200 jóvenes. También ha creado todo un movimiento para acelerar su misión social. Por el camino, se ha financiado gracias a alianzas, a fondos privados y –cuando la pandemia hizo todo más difícil– a movilizar a las personas para que apoyaran el proyecto de forma individual.

¿Cómo se financian los proyectos sociales? Cuando el dinero tiene un fin positivo

Foto creada con Midjourney (IA)

Al otro lado del Atlántico, en España, el restaurante ElMandela sirvió durante años como plataforma para impulsar la trayectoria de jóvenes africanos en situación de vulnerabilidad social. No tuvo la misma suerte que Pixza y cerró sus puertas con la pandemia, pero el proyecto sigue muy presente para muchas de las personas que participaron en él.
En las calles de Madrid también funciona el restaurante MO de Movimiento, que busca posicionarse como un agente del cambio, contribuyendo a la integración profesional de personas con dificultades para acceder al mercado laboral y elaborando platos con productos de proximidad para fomentar un consumo más responsable. Detrás de esta iniciativa está Proyectos Conscientes, la compañía que también ha puesto en marcha Tramo, un restaurante en una nave industrial que se ha remodelado –y funciona– con criterios sostenibles y donde todos los proveedores trabajan en ecológico y sin intermediarios.

Todos son ejemplos de proyectos sostenibles que abren la puerta a una nueva forma de hacer funcionar empresas en las que el objetivo principal no es el económico, sino el social.

Tipos de financiación pública

“Cuando hablamos de la financiación de los proyectos sociales, hablamos de un gran globo que forman la financiación pública y la privada, por un lado, y la propia, por el otro”, explica Carmen Pérez Sánchez, docente en temas relacionados con Microfinanzas y Emprendimiento Social en varias universidades y organizaciones españolas.

La primera de las opciones, la financiación pública, la forman los programas, los subsidios o las ayudas que los gobiernos destinan a los proyectos sociales. La segunda la conforman las convocatorias que publican las entidades privadas. Por lo general, y de acuerdo con Pérez, ni la alternativa pública ni la privada suelen financiar el 100 % de los proyectos, por lo que es interesante prestar atención a la tercera opción, que es la financiación propia de las entidades sociales.

“Esta financiación puede venir de forma interna, por ejemplo, cuando la entidad social está vinculada a una empresa. Otra de las opciones es obtener fuentes de ingresos a partir de los socios, afiliados, beneficiarios o usuarios de actividades o productos por los que se cobra una parte”, explica Pérez.

¿Cómo se financian los proyectos sociales? Cuando el dinero tiene un fin positivo

Foto creada con Midjourney (IA)

El ‘crowdfunding’ para financiar proyectos sociales

Una opción de financiación propia a la que se presta cada vez más atención es el ‘crowdfunding’ o microfinanciación colectiva. “Es una figura interesante, porque te financias a partir de donaciones a cambio de una pequeña recompensa, en lugar de con grandes inversiones. Las plataformas de ‘crowdfunding’ cumplen una misión importante”, señala esta experta.

“No todas las entidades sociales tienen financiación propia, algo que desde mi punto de vista es una gran debilidad”, añade la docente especializada en Microfinanzas y Emprendimiento Social. “Hay muchas entidades que son muy dependientes de las ayudas públicas, y en el momento en el que las convocatorias desaparecen o cambian sus requisitos, se quedan sin opciones. Lo mismo puede suceder cuando se depende de la financiación privada, a no ser que los fondos estén asegurados por tratarse de una fundación corporativa”.

Consejos para conseguir financiación para un proyecto social

Señalar qué tipo de financiación es más apropiada o da mejores resultados es complicado, ya que depende en gran medida de cada entidad, de su misión y del tipo de proyectos que acometa. Carmen Pérez asegura que un buen consejo a la hora de determinar cómo conseguir financiación para proyectos sociales es evitar tener una mirada cortoplacista.

“Si los proyectos dependen de una financiación que se renueva cada año, resultará muy complicado conseguir impacto social, que es hacia donde debemos tender todas las organizaciones. Los cambios sociales no ocurren en el corto plazo, sino que se dan a lo largo de los años. Entonces, si yo financio el mismo proyecto año a año, el impacto final en la sociedad es menor que si busco hacer cambios a largo plazo”, explica.

La docente nos ofrece un ejemplo: el de un proyecto social que busca formar a un grupo de mujeres en educación financiera. Se les enseña a distinguir entre una tarjeta de crédito y una de débito, pero como el proyecto no tiene duración en el tiempo, no se les acompaña de forma que puedan integrar estos nuevos conocimientos en su día a día y sacar beneficio de ellos.

“Ahora mismo se busca fomentar que las acciones vayan más allá y consigan un verdadero impacto social. Transformar la vida de las personas a través de este impacto, no quedarse solamente en que realicen un taller”, explica Pérez. Esto puede conseguirse, por ejemplo, con fondos de inversión de impacto o bonos de impacto social.

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Foto creada con Midjourney (IA)

Fondos y bonos de impacto social

Tal y como explican desde la Universidad Carlos III de Madrid, los fondos de inversión de impacto son inversiones que se realizan para generar un impacto social (o medioambiental) que sea medible, además de un rendimiento financiero. De acuerdo con SpainLab, la inversión de impacto creció un 58 % en España en 2022 y alcanzó una cifra de más de 1.200 millones de euros. En el mismo año en Europa, y según Impact Europe, esta ascendió a 80.000 millones de euros.

En América Latina, los fondos de inversión de impacto han crecido significativamente en los últimos años y siguen dando pasos importantes. El Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), por ejemplo, ha aprobado un fondo de 2.478 millones de dólares que se destinará a mejorar la sostenibilidad ambiental y social de países como Argentina, Chile, Ecuador y Uruguay. Su objetivo es movilizar recursos económicos para impulsar la transición energética, reducir la brecha digital o mejorar la equidad social, entre otros avances.

Los bonos de impacto social, por otro lado, son emitidos por empresas y gobiernos para financiar proyectos que satisfacen determinadas necesidades, como por ejemplo educativas. Con estos bonos se garantiza que la inversión de recursos se destina a proyectos que tengan un impacto positivo real.

Se trata de instrumentos innovadores, pero que cada vez reciben más atención. En 2024, el Gobierno de España creó el Fondo de Impacto Social (FIS), que dedicará 400 millones de euros a inversiones que deben tener un impacto social y medioambiental.

Ejemplos de proyectos con financiación social

En los últimos años, ha cobrado importancia el concepto de emprendimiento social. Le dan forma aquellas empresas que funcionan exactamente igual que cualquier otra, pero cuyo principal objetivo es resolver un problema social o medioambiental, no exclusivamente la ganancia económica. “Bajo mi punto de vista, tiene mucho más sentido. Los beneficios no son para los inversores, sino que se quedan dentro de la propia empresa para generar más impacto social o medioambiental”, asegura Pérez.

Tenemos un ejemplo en Ecoalf, una empresa que nació para hacer frente a la contaminación por plásticos en los océanos. “Es un paradigma de cómo se puede cambiar la mirada y el enfoque del negocio con una empresa bastante solvente”, señala Pérez.

¿Cómo se financian los proyectos sociales? Cuando el dinero tiene un fin positivo

Foto creada con Midjourney (IA)

Es interesante también el caso de Oiko-Credit, una entidad que recauda fondos en el norte global para llevarlos a países del sur, entre ellos, Perú, Argentina y Colombia. Allí los destinan a capacitar a entidades locales para que provoquen un impacto positivo. Oiko-Credit ofrece entre otras cosas formación y asesoramiento, para que las organizaciones asociadas puedan adquirir nuevas habilidades y tecnologías y obtener acceso a nuevos mercados. Esto les permite tener un impacto mayor y, sobre todo, a largo plazo.

Esta filosofía tiene su correspondiente a nivel financiero. “Es importante corresponsabilizar a los usuarios. Cuando tú das caridad, te sitúas en un plano superior a otra persona y pretendes que esta persona haga algo. Pero cuando tú das un préstamo, de alguna manera ese préstamo lo que hace es corresponsabilizarla de su propio destino”, explica Pérez.

“Esto lo estamos viendo en América Latina, en donde se conceden cada vez menos ayudas directas y más préstamos para apoyar proyectos que resuelvan un problema y que sean escalables y replicables. Desde mi punto de vista, este es el principio más interesante”, concluye.