La digitalización no es solo una ventaja competitiva para las empresas, sino también un motor de transformación social capaz de mejorar la calidad de vida de las personas. Desde el acceso a la educación y el empleo hasta la mejora de la experiencia del cliente, la transformación digital permite que las compañías amplíen su impacto, contribuyendo al desarrollo económico y social de sus comunidades.
Inclusión Social
Una manifestación artística debería estar diseñada para garantizar la accesibilidad universal: física, sensorial y cognitiva. Cualquier persona, al margen de sus capacidades, tiene derecho a disfrutar y comprender las acciones culturales. Es fundamental derribar barreras arquitectónicas e incluir obras táctiles, audioguías, intérpretes de lengua de signos, pictogramas o folletos de lectura fácil.
Tener un trabajo mejora la calidad de vida y las perspectivas económicas de las personas. En el caso de aquellas con discapacidad ayuda además a su inclusión social, reduce la demanda de prestación de servicios y asistencia social y enriquece la diversidad de las empresas. El colectivo contribuye y la economía se beneficia.
Es un hecho que las personas vulnerables participan menos en la sociedad. Incorporar su realidad –y también su mirada– resulta fundamental para un desarrollo inclusivo y sostenible. Conseguirlo implica acciones por parte de poderes públicos, sector educativo y formativo, empresas, ONG y de los propios colectivos afectados. De estos deben salir líderes que propicien los cambios.
Cada 28 de junio se celebra el Día del Orgullo LGTBIQ+, una fecha que conmemora la diversidad sexual y de género representada en cada una de sus siglas.
Carreteras, puentes, escuelas, centros de salud, sistemas de saneamiento de aguas, acceso a redes de energía y telecomunicaciones… Invertir en infraestructuras sostenibles es crucial para empoderar a las comunidades locales, beneficiar a la sociedad en su conjunto y lograr un desarrollo que minimice el impacto ambiental y aumente los beneficios sociales y económicos.
El programa Escuela de Formadores, declarado de interés por la Cámara de Diputados de la provincia de Entre Ríos, tiene como objetivo preparar a quienes forman y alentar la integración social, a través de la capacitación de aquellos referentes de espacios deportivos y sociales.
La entidad financiera desarrolla un manual interno para dar visibilidad a la realidad de las personas en el espectro autista en el marco laboral y social. El objetivo es sensibilizar a todos los profesionales del banco en torno a esta neurodivergencia y promover un entorno de trabajo que facilite la incorporación de este colectivo, aproveche sus fortalezas y entienda las barreras que afrontan.
El edadismo es una forma de discriminación que afecta tanto a personas jóvenes como mayores, aunque las personas de mayor edad son más propensas a sufrirla debido a estereotipos negativos asociados a la vejez. La Organización Mundial de la Salud (OMS) promueve estrategias clave como políticas, leyes y contacto intergeneracional para erradicar esta problemática.
El bienestar social es un concepto clave para medir la calidad de vida, abarcando no solo aspectos económicos, sino también emocionales y sociales. Su medición resulta esencial para orientar políticas gubernamentales y asegurar que las necesidades de la población sean cubiertas de manera equitativa, promoviendo una vida más feliz y tranquila.
Todas las personas deben tener las mismas oportunidades de empleo y sentirse valoradas y respetadas en su entorno de trabajo. Hablamos de la inclusión laboral, una experiencia que tiene que valorar en cada empleado lo que es y lo que aporta desde el proceso de selección, independientemente de su género, origen, edad o nivel de discapacidad.
El crecimiento inclusivo busca generar riqueza sin dejar a nadie atrás, distribuyendo oportunidades de manera equitativa. Para lograrlo, es fundamental que gobiernos y empresas implementen políticas que fomenten la igualdad, el desarrollo sostenible y la inclusión social.
La inclusión digital va más allá de acceder a dispositivos tecnológicos y tener conexiones de red robustas y continuas. Para romper las brechas es necesario que la ciudadanía disponga de habilidades y saberes digitales que le permitan aprovechar todas las oportunidades y beneficios de esta transformación.
Mucho se ha escrito sobre las diferencias generacionales y sobre la manera de catalogar a la población en función del año de nacimiento. Lo cierto es que no hay exactitud ni oficialidad en los años concretos de inicio y fin de cada una de las generaciones y depende de qué demógrafos o investigadores se consulten, varían los años que engloban cada una de ellas.
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La inclusión social y económica garantiza que todas las personas, especialmente aquellas en situación de vulnerabilidad, tengan acceso a nivel de vida digno y puedan participar activamente en la sociedad. Para ello, son fundamentales tanto los programas públicos de intervención social como las iniciativas privadas y los negocios inclusivos.
La falta de acceso a internet, el desconocimiento de herramientas digitales y la desconfianza en los servicios financieros en línea impiden que millones de personas accedan al sistema financiero. Combatir la brecha digital es fundamental para impulsar la inclusión financiera y reducir la pobreza en el mundo.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las personas con discapacidad son la mayor minoría del mundo. Se estima que esta cifra alcanza 1.300 millones de personas (el 16% de la población mundial), llegando a un 35% en personas de más de 60 años. La inclusión y la accesibilidad van de la mano, ya que las personas con discapacidad necesitan que los productos y servicios sean accesibles para poder utilizarlos en igualdad de condiciones que el resto de personas.
El término diversidad funcional es un término que hace referencia a que todos tenemos diferentes niveles de funcionamiento y reivindica la diferencia como algo positivo. Esta no tiene, por ahora, un impacto legal pero sí sirve para cambiar la conciencia colectiva y la visión peyorativa sobre la discapacidad y poner así la atención en las capacidades de todas y cada una de las personas.
BBVA y La Fundación Leer reconocieron a 24 niños y niñas de cada provincia que fueron los que más libros leyeron en su plataforma online.
La exclusión social es un proceso dinámico y complejo de retroceso social donde influyen factores diferentes al económico. Su principal causa es la desigualdad. Y las consecuencias afectan al empleo, la educación, la formación, la vivienda o la salud.
En el marco de su alianza con la ONG Mujeres 2000, BBVA en Argentina llevó a cabo un encuentro en la Torre BBVA para reconocer y celebrar el esfuerzo de mujeres emprendedoras que participaron en el Programa Emprende y la Academia de Mujeres Emprendedoras.
Conocer las problemáticas que enfrenta el talento LGBTI en el entorno laboral, y dejar de considerarlo una cuestión ‘privada’, así como emprender acciones para asegurar la igualdad de oportunidades y eliminar los sesgos en los procesos de selección, promoción o trato diario, convierte a las empresas en mejores lugares de trabajo.
Una cultura inclusiva, que no distinga etnia, género, capacidades o situación socioeconómica, requiere de la protección de los espacios públicos, la promoción del arte y la participación de todas las personas en la vida cultural. Solo así quedará garantizado este derecho humano universal.
Formación en habilidades digitales, educación ambiental, asesoramiento en su lengua materna y aplicaciones que reconocen lenguas nativas son algunas de las herramientas que las entidades de la Fundación Microfinanzas BBVA (FMBBVA) ponen a disposición de las personas indígenas para facilitar su inclusión financiera.