Frutas feas: evita el desperdicio y dales una segunda oportunidad
Las ‘frutas feas’ son alimentos descartados por su apariencia, aunque están en perfecto estado. Apostar por su consumo es clave para reducir el desperdicio alimentario desde el origen y promover una dieta más sostenible.
¡Suscríbete a nuestra 'newsletter' semanal de sostenibilidad!

Diariamente, frutas imperfectas se desechan por no cumplir con unos estrictos estándares estéticos. Por ejemplo, las patatas con formas raras, los tomates con un lado más grande que otro. También las naranjas con protuberancias, las granadas con manchas negruzcas o las zanahorias que se ramifican en dos. La mayoría no se encuentra en las estanterías de los supermercados porque allí prima el atractivo visual de los alimentos y muchas veces acaban en la basura o en puntos de venta alternativos.
El descarte de estos alimentos deformes, que son perfectamente comestibles, choca con la realidad climática y social: la pérdida y el desperdicio de alimentos genera entre el 8 % y el 10 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI) que aceleran el cambio climático e impide que la comida llegue a 733 millones de personas que pasan hambre. En este viaje al desperdicio de los alimentos, las frutas son protagonistas ya que se estropean con más facilidad, sobre todo las más delicadas, como las fresas o las cerezas.

Por qué consumir ‘frutas feas’ reduce el desperdicio alimentario
“Si alguien me dijese que no consume ‘frutas feas’, le diría que se está perdiendo lo mejor de la fruta. Porque lo importante no es el aspecto, sino el sabor, la frescura y el origen. Detrás de cada fruta considerada fea hay una historia honesta y un agricultor que la ha cultivado con el mismo amor que cualquier otra”, señala Marc Muntané, director de márketing de TALKUAL. Esta iniciativa conecta a pequeños agricultores con consumidores conscientes, dispuestos a valorar frutas y verduras imperfectas.
La empresa compra directamente aquellas frutas y verduras que no pasan ese filtro estético de las grandes superficies, pero que están en perfecto estado. Después, las selecciona, las prepara en cajas variadas y las envía directamente al domicilio de sus clientes.
De esta forma, los beneficios no se centran sólo en combatir el desperdicio masivo de alimentos. El consumo de piezas imperfectas también fomenta la labor de los agricultores locales, la cultura de la sostenibilidad y el consumo responsable. Además, los precios por kilogramo son más bajos.
Iniciativas que aprovechan las ‘frutas feas’
Hay muchos más ejemplos de empresas que aprovechan estas frutas. Un ejemplo es Enamórate de ellas, una empresa española que busca que volvamos a hacer una selección de fruta y verdura como la que hacían nuestros abuelos. Otro caso es Maifud, una compañía chilena que hace llegar a los hogares cajas llenas de alimentos que no cumplen las exigencias del mercado. Esas iniciativas son el resultado de una demanda social que pide un sistema de consumo más consciente.
Todas estas iniciativas forman parte de un movimiento que busca acabar con la pérdida y el desperdicio alimentario. De acuerdo con el ‘Informe sobre el índice de desperdicio de alimentos 2024’ de la ONU, más de 1.000 millones de toneladas de alimentos fueron a parar a la basura en 2022. A nivel mundial, una parte importante se pierde durante las fases de recolección, el transporte o el procesado, muchas veces por la falta de infraestructura y medios para mantener la cadena de frío. Sin embargo, el 60 % de esos 1.000 millones de toneladas se tiró a la basura en los hogares, lo que nos habla de la importancia de la acción individual y colectiva para reducir el problema.
Hábitos para reducir el desperdicio de frutas
Es por ello que cada vez más personas se interesan por saber de dónde viene lo que comen y qué impacto tiene, y toman pequeñas decisiones que pueden tener un gran efecto. Estos son algunos de los hábitos que pueden reducir el desperdicio de ‘frutas feas’ a nivel individual:
- Compra con criterio: elige frutas y verduras aunque su forma no sea perfecta.
- Acude a mercados locales y apoya iniciativas que comercializan alimentos imperfectos.
- Aprovecha todo: puedes utilizar las partes más maduras o blandas de las frutas y las verduras para hacer batidos, sopas, mermeladas o compotas.
- Genera conciencia: compartir tu experiencia y hablar de este problema con tus amigos y familiares puede hacer que más personas cambien sus hábitos y abracen las frutas y verduras imperfectas.
Un cambio de paradigma, nuevas legislaciones
La crisis medioambiental, las desigualdades sociales y el aumento de iniciativas que buscan transformar un modelo de consumo ineficaz están sembrando el germen de un cambio de hábitos.
A nivel gubernamental, España cuenta desde marzo de 2025 con la Ley de prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario. Esta busca evitar que se repitan cifras como las de 2023, cuando se desperdiciaron más de un millón de toneladas de alimentos. Entre otras medidas, la ley obliga a los puntos de venta a ofrecer alimentos ‘feos’ o imperfectos.
América Latina ha visto surgir también numerosas iniciativas legislativas en los últimos años. En Colombia, por ejemplo, la ley 1990 (aprobada en 2019) busca prevenir la pérdida y el desperdicio en los diferentes puntos de producción, suministro y venta de alimentos. En Argentina, la ley DONAL incentiva que las empresas reduzcan la cantidad de comida que tiran.
Se trata de iniciativas que buscan facilitar soluciones para un problema estructural. “Creemos que es un paso en la buena dirección. Es importante que exista un marco legal que obligue a todos los actores de la cadena alimentaria a responsabilizarse del desperdicio. Sin embargo, por sí sola, esta legislación no basta. Es necesario un cambio cultural para marcar la diferencia real: valorar más los alimentos, entender su origen y romper con la obsesión por la estética”, señala Muntané.