Moléculas verdes y energía limpia: hidrógeno y biocombustibles como claves del futuro
Las moléculas verdes son todos aquellos compuestos químicos que se producen de manera sostenible y generan escasas emisiones de carbono. Entre ellas destacan el hidrógeno verde y los biocombustibles, que a largo plazo tendrán un papel determinante en la descarbonización de sectores como el transporte pesado, la aviación, la industria química y la siderurgia.
Foto de apertura generada con Midjourney (IA)

Fue solo una prueba en un proyecto piloto, una pequeña inyección de gas renovable. Pero fue también un instante en el que empezar a ver de cerca el futuro de la energía en Europa. En septiembre de 2024, la planta de hidrógeno verde a partir de agua y energía fotovoltaica del proyecto Green Hysland, en la isla española de Mallorca, introdujo por primera vez este elemento en la red ordinaria de gas. Cuando el desarrollo del proyecto concluya a finales de 2025, la nueva infraestructura prevé producir hidrógeno verde (que mezclará con gas en una proporción 20-80) suficiente como para cubrir las necesidades de 115.000 hogares y 2.000 consumidores industriales. Esto evitará la emisión de 4.000 toneladas de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera.
El de Mallorca no es un caso único. Como él, a lo largo y ancho de Europa se están desplegando 11 instalaciones con capacidad para producir más de 500 toneladas al año de hidrógeno verde. También cuatro grandes plantas con capacidad para más de 4.000 toneladas anuales. Son los llamados valles de hidrógeno. Estos son proyectos pioneros europeos no solo en la producción de este vector energético limpio, sino también en su transporte y su suministro para todo tipo de usos finales (desde el sector doméstico al industrial).

¿Qué son las moléculas verdes?
El hidrógeno verde y los biocombustibles son la cabeza visible de las llamadas moléculas verdes, una etiqueta bajo la que se agrupan todos los compuestos químicos producidos de manera sostenible y con bajas emisiones de carbono. Su rol en la descarbonización de la economía todavía es reducido, pero a largo plazo se antoja fundamental. Las moléculas verdes aumentarán el PIB europeo en 145.000 millones de euros hasta 2040, según las estimaciones del estudio ‘Las moléculas verdes: la inminente revolución del mercado del empleo en Europa’, elaborado por Manpower y Moeve. Esto significa un incremento medio anual de 8.500 millones de euros para toda la Unión Europea.
“Tanto el hidrógeno verde como los biocombustibles tendrán un papel esencial en sectores donde la electrificación directa es más difícil, como el transporte pesado, la aviación, la industria química y la siderurgia. A medio plazo, el hidrógeno verde ocupará un lugar importante en el mix energético mundial, representando entre el 10 % y el 20 % del consumo global en la próxima década. Por su parte, los biocombustibles seguirán siendo fundamentales, especialmente en el transporte y en industrias difíciles de descarbonizar”, señala Natalia Salmerón, líder de Green Jobs en ManpowerGroup.
¿Qué es el hidrógeno verde?
El hidrógeno es el elemento químico más simple que existe y es muy habitual en el universo, sobre todo, combinado en moléculas más complejas. Para poder darle usos industriales (hoy se utiliza, sobre todo, en la industria petroquímica y para producir amoniaco) hay que sintetizarlo. El método más habitual en la actualidad es hacerlo a partir de gas natural, lo que conlleva emitir a la atmósfera gases de efecto invernadero (GEI), causantes del cambio climático. Sin embargo, cuando se produce a partir de la electrólisis del agua (la ruptura de su molécula formada por oxígeno e hidrógeno) utilizando energía renovable, entonces hablamos de hidrógeno verde.
De acuerdo con la Agencia Internacional de la Energía, menos de un 1 % de todo el hidrógeno producido anualmente es limpio. Sin embargo, este porcentaje se multiplicará en las próximas décadas e irá también acompañado con un abanico de nuevos usos para este vector energético. El hidrógeno verde está llamado a reemplazar parcialmente a los combustibles fósiles en sectores de difícil descarbonización, como el transporte pesado y la industria del acero, e incluso a servir como forma de almacenar el exceso de electricidad limpia generada durante los picos de producción de las renovables.
Biocombustibles: del biodiésel al bioetanol
Los biocombustibles son una familia de combustibles líquidos o gaseosos que derivan, de una forma u otra, de biomasa vegetal. Llevan tiempo entre nosotros y hoy son utilizados, fundamentalmente, como aditivos a los combustibles de origen fósil (el diésel y la gasolina). Los dos biocombustibles más habituales son el biodiésel, derivado de aceites y grasas vegetales, y el bioetanol, un alcohol derivado de la fermentación de materia vegetal como caña de azúcar o maíz.
De acuerdo con la Agencia Internacional de la Energía, la demanda de biocombustibles no ha dejado de crecer en los últimos años. En 2022, el último con datos completos, se utilizaron 170.000 millones de litros de estos combustibles, suficientes para cubrir un 3,5 % de la demanda energética del sector del transporte. De aquí a 2030, según el organismo, estas cifras se deberán duplicar si el mundo quiere cumplir los objetivos de descarbonización marcados para esta década.
“Las moléculas verdes tienen un impacto potencial crucial en la descarbonización. El hidrógeno verde, al ser producido a partir de energías renovables, no genera emisiones directas, convirtiéndose en una alternativa para reducir las emisiones de CO2, especialmente al sustituir el hidrógeno producido a partir de gas natural en procesos industriales”, explica Natalia Salmerón. “Por su parte, los biocombustibles avanzados tienen el potencial de disminuir hasta un 90 % las emisiones en el transporte pesado y aéreo, sectores donde actualmente no hay soluciones viables de electrificación”.
Las oportunidades de las moléculas verdes
Las ventajas del hidrógeno verde y los biocombustibles se entienden, sobre todo, en el plano medioambiental y energético, permitiendo reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, reemplazar a los combustibles fósiles en varios sectores y reforzar la seguridad energética al limitar la dependencia del petróleo y el gas natural. Sin embargo, las posibilidades que esconden van mucho más allá. “Representan una oportunidad estratégica para transformar la economía y la industria”, subraya Natalia Salmerón. El hidrógeno verde, como industria nueva y emergente, puede reactivar la economía y crear empleo allí donde sea posible producirlo y el desarrollo de los biocombustibles puede dinamizar sectores agrícolas y forestales al valorizar residuos y cultivos de cobertura.

“Además, también destacan por su impacto positivo en la creación de empleo. Por ejemplo, según nuestro informe, España será el país con mayor generación de empleo vinculados a las moléculas verdes, con 181.000 nuevos puestos de trabajo en 2040. De estos, el 88 % surge en otros sectores distintos al energético, como el sector servicios, industrial o la construcción, lo que apunta que la economía de las moléculas verdes tiene un impacto tractor en toda la cadena de valor productiva”, añade la directiva de ManpowerGroup. A nivel europeo, las moléculas verdes tienen el potencial de generar entre 1,7 y 2 millones de nuevos empleos directos, indirectos e inducidos.
Todas estas promesas no están exentas de retos. En el caso de los biocombustibles, estos están ligados a que su producción puede competir con el uso de tierras para cultivar alimentos. Sin embargo, los biocombustibles avanzados basados en residuos agrícolas y forestales, así como cultivos de cobertura, son una solución efectiva a este problema que cada vez está más extendida. En cuanto al hidrógeno verde, los mayores desafíos están en los costes –su baja producción hace que todavía no sea competitivo frente a los combustibles fósiles– y en la falta de regulación y estándares internacionales claros, lo que dificulta su adopción y su desarrollo.
“Abordar estos retos no solo exige inversiones en tecnología e infraestructuras, sino también en formación y capacitación para crear una fuerza laboral preparada para liderar esta transición energética”, concluye Salmerón. “Las moléculas verdes son clave para la transición hacia una energía más sostenible. Aunque enfrentan desafíos como los altos costes y la falta de infraestructuras, su potencial para reducir emisiones y transformar sectores clave es crucial. Su éxito dependerá de las inversiones, la innovación y una colaboración efectiva entre los sectores público y privado”.