Cerrar panel

Cerrar panel

Cerrar panel

Cerrar panel

Olivicultura sostenible: suelos sanos y rentabilidad ambiental y económica

La olivicultura sostenible consiste en el cultivo de olivos a través de técnicas, prácticas y conocimiento para regenerar la biodiversidad con cubiertas vegetales, fertilización orgánica o laboreo superficial, y mejorar así la calidad y rentabilidad del producto. La degradación del suelo, la sobreexplotación de los acuíferos y los efectos del cambio climático están afectando a los olivares.

¡Suscríbete a nuestra 'newsletter' semanal de sostenibilidad!

“Cuando hablamos de olivicultura sostenible, surge una pregunta: ¿qué tipo de olivar vas a dejar a tus hijos?”. La reflexión es de Antonio Manzaneda, profesor de la Universidad de Jaén y comisionado de la Conferencia Internacional sobre Sostenibilidad en el Cultivo del Olivo, que se celebrará en septiembre de 2025 en Úbeda (Jaén).

La olivicultura sostenible reúne conocimientos, prácticas y técnicas destinadas a conservar la biodiversidad en los olivares. También busca optimizar los recursos hídricos, cuidar la salud de los suelos y mejorar la calidad y rentabilidad del producto. En otras palabras, pretende asegurar el equilibrio entre producción, medioambiente y futuro.

Además, en el caso de los olivos, la producción ecológica debe considerar su profundo valor cultural. Este cultivo forma parte de la identidad del arco mediterráneo, región líder mundial en aceite de oliva y aceituna de mesa.

Por otra parte, su historia se remonta a miles de años. Se han encontrado fósiles de hojas de olivo del Plioceno en Mongardino (Italia), y restos fosilizados del Paleolítico Superior en el criadero de caracoles de Relilai, al norte de África. Asimismo, en España se hallaron fragmentos de acebuches y huesos de aceituna en excavaciones del Calcolítico y la Edad de Bronce, según el Consejo Oleícola Internacional (COI).

olivicultura-sostenible-rentabilidad-ambiental-bbva-sostenibilidad

Tipos de olivicultura

Los tipos de olivicultura son:

  • Olivicultura tradicional. Históricamente, la olivicultura ha estado ligada a pequeñas y medianas explotaciones de secano, familiares, orientadas al trueque o al comercio básico, no a una gran producción. Con árboles centenarios, autóctonos e integrados en el paisaje.
  • Olivicultura intensiva. Los árboles se plantan más juntos. Se implementa el riego por goteo y la mecanización, especialmente las máquinas vibradoras para recolectar. Aparecen enormes extensiones de monocultivo que apuestan por determinadas variedades, como la arbequina, algo que preocupa a Manzaneda: “Implica una pérdida de riqueza varietal y de diversidad genética”, asegura. El COI lidera una red internacional de bancos de germoplasma con más de 1.200 variedades de olivo de 29 países.
  • Olivicultura superintensiva. La densidad de plantación aumenta, y los olivos se cultivan en seto o por espaldera, como un viñedo. “Son sistemas híper productivos pero con gran demanda de insumos y altos costes ambientales, que no se están metiendo en el denominador de la rentabilidad”, advierte Manzaneda.

Según datos del Consejo Oleícola Internacional, la producción de aceite de oliva se ha triplicado en los últimos 60 años. En 2024-2025 se esperan 3.375.500 toneladas, con España a la cabeza, seguida de Italia, Francia, Grecia y Portugal.

La olivicultura moderna se sofistica. La olivicultura de precisión, entendida como la gestión digital del campo, monitoriza el suelo, los árboles y los factores climáticos, para aplicar el mejor tratamiento en el lugar y en el momento justos. Calcular el balance de carbono (el equilibrio entre las entradas y salidas de carbono de un sistema) y facilitar la participación en futuros mercados voluntarios de créditos de carbono, será posible gracias a una herramienta y una metodología específica que desarrolla el COI. “Una hectárea de olivar puede absorber hasta 4,58 toneladas de dióxido de carbono (CO₂) al año, neutralizando así la huella de carbono anual de una persona”, desvela.

Regenerar la biodiversidad, primer paso hacia la sostenibilidad

La llegada de los fitosanitarios –pesticidas, herbicidas– a partir de los años cincuenta y sesenta del siglo XX ha tenido un efecto muy negativo sobre las cubiertas vegetales de los cultivos, y provocado la erosión del suelo, alerta Manzaneda. “Hay estudios del CSIC (Centro Superior de Investigaciones Científicas) que estiman que se está perdiendo entre el 29 % y el 40 % de suelo fértil por hectárea y año, y no es recuperable”, señala. El problema se agrava por los efectos del cambio climático. “El suelo del olivar ha dejado de prestar su función en la mayoría de los casos”, denuncia. Los árboles se alimentan con insumos que aporta el agricultor.

El experto insiste en que la olivicultura ha llevado la rentabilidad por encima de los costes de producción a costa de prácticas poco sostenibles, entre las que se incluye la sobreexplotación de los acuíferos. En su opinión, todo ello compromete la sostenibilidad del cultivo a medio plazo, “no solo la ambiental, también la económica”.

Prácticas y técnicas de la olivicultura sostenible

Sin embargo, hay ejemplos de que otra olivicultura es posible. El 8,2 % de las hectáreas de olivar que existen en el planeta están cultivadas en ecológico, según el anuario de 2024 del Instituto de Investigación de Agricultura Orgánica (FiBL por sus siglas en inglés). En ella se usan variedades autóctonas, adaptadas a su entorno. Para luchar contra las plagas se aplican medios físicos, trampas, fauna auxiliar, podas de aclareo y eliminación de partes dañadas.

Pero las diferencias de manejo entre la olivicultura tradicional y la ecológica se perciben, fundamentalmente, mirando al suelo: la segunda usa abono en verde y fertilización orgánica, nada de herbicidas, laboreo superficial –que no voltee la tierra y dañe la vida que alberga– y cubierta vegetal para evitar la erosión y la evaporación del agua.

olivicultura-sostenible-rentabilidad-ambiental-bbva-sostenibilidad

Un ejemplo lo tenemos en Olivares Vivos, un modelo de cultivo impulsado por SEO BirdLife para incrementar la rentabilidad del olivar a partir de la recuperación de su biodiversidad. Supone el manejo de las cubiertas herbáceas y la restauración de espacios improductivos con diversas especies arbóreas, arbustivas y herbáceas, más la instalación de elementos de apoyo a la fauna salvaje –cajas nido, charcas y bebederos–, según cuentan sus impulsores.

Otro caso de éxito, reconocido por la Asociación Española de Municipios Olivareros (AEMO), es el de la Finca Regenerativa Valle del Conde, en el Parque Natural de las Sierras Subbéticas (Córdoba), que en sus 227 hectáreas de olivar de montaña utiliza sistemas agroforestales para salvaguardar la biodiversidad: pastoreo controlado de 1.200 ovejas para regenerar la cobertura vegetal y mitigar la erosión del suelo.

Recuperar la biodiversidad es objetivo prioritario para una olivicultura sostenible, defiende Manzaneda. Para ello, debería ser obligatorio dejar una cubierta vegetal en los cultivos. "No interfiere en la producción y tiene unos efectos casi inmediatos sobre la recuperación de la biodiversidad", aclara. Pero antes de pensar en estrategias de remediación y restauración, pide que cesen los elementos de perturbación –léase fitosanitarios o prácticas de laboreo agresivas–. "Yo, que soy profesor de restauración ambiental, lo primero que le digo a mis alumnos es que, para salir de un hoyo, lo primero es dejar de cavar", concluye.