Soluciones contra la brecha digital: acceso, uso, calidad y formación
Existen al menos cuatro desigualdades en el uso de internet y las tecnologías digitales: la del acceso, la de la calidad, la del uso y la de la formación. Por tanto, reducir la brecha digital exige soluciones reales como una mejor infraestructura, educación inclusiva y acceso igualitario a la tecnología en todo el mundo.
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Algo ha cambiado para los alumnos de 5.º y 6.º curso de una escuela del oeste de Guadalajara, en México. Antes estudiaban en un aula muy similar a las demás. Ahora, en ese mismo espacio, hay estaciones de trabajo con ordenadores, conexión a internet y muchas otras herramientas que les permiten abrir una ventana al mundo.
Estos ordenadores pueden parecer, desde fuera, una simple red de circuitos, cables y procesadores. Sin embargo, para los alumnos representan una llave que abre nuevas oportunidades. Gracias al acceso a internet, pueden avanzar, aprender más y evitar quedarse atrás. De este modo, dejan atrás una realidad limitada y multiplican sus opciones de futuro.
Las estaciones de trabajo forman parte de un proyecto impulsado por la empresa tecnológica canadiense SMART Technologies, que desarrolla productos y software para facilitar el aprendizaje y la colaboración. Con esta iniciativa, la compañía busca reducir la brecha digital en México y en muchas otras regiones del mundo.
Además, proyectos como este ayudan a que la distancia entre quienes aprovechan las tecnologías digitales y quienes aún no pueden hacerlo sea, poco a poco, más pequeña. Así, cada acción cuenta para construir un acceso más justo y equitativo al conocimiento.
¿Qué es la brecha digital y por qué sigue siendo un problema global?
Podemos definir la brecha digital como aquella que se produce cuando una parte de la población puede pagar y utilizar dispositivos y herramientas digitales con acceso a internet y otra gran parte de la población, no. Además, la brecha digital también implica la falta de habilidades y de conocimientos para acceder, consultar y producir contenidos a través de estas herramientas.
“Esto se ha convertido en una nueva forma de exclusión social equivalente a lo que hace 30 años era no saber leer y escribir”, señalan desde la UNESCO. En 2021, solo un año después de que la pandemia de COVID-19 limitase gran parte de nuestras actividades al mundo digital, 3.700 millones de personas (casi la mitad de la población mundial) no tenían acceso a internet. En los países menos avanzados en digitalización, solo uno de cada cinco ciudadanos podía acceder a esta red.
Los cuatro tipos de brecha digital: acceso, calidad, uso y formación
La brecha digital no es una única barrera, sino un fenómeno compuesto por cuatro grandes desigualdades:
- La brecha de acceso, relacionada con la posibilidad física o económica de conectarse a internet y tener dispositivos adecuados.
- La brecha de uso, que aparece cuando, a pesar de contar con acceso, no se hace un uso frecuente o significativo de las tecnologías.
- La brecha de formación, que implica la falta de habilidades básicas para utilizar correctamente las herramientas digitales.
- Y la brecha de calidad, que hace referencia a cómo se usa la tecnología: no es lo mismo navegar ocasionalmente que aprovechar internet para la educación, el trabajo o el acceso a servicios clave. Esta última está muy vinculada a la educación digital, pero se centra más en el nivel de profundidad y utilidad del uso que se hace de la tecnología, no solo en saber manejarla.
Género y tecnología: cómo afecta la brecha digital a las mujeres
Detrás de la brecha digital hay diferentes realidades que se entrelazan, como la falta de infraestructuras de comunicaciones, factores económicos o la carencia de educación digital y en habilidades tecnológicas. Y se trata, una vez más, de una problemática que tiene un factor de género: de acuerdo con la UNESCO, los hombres tienen 25 % más de probabilidades de adquirir los conocimientos y habilidades necesarios para usar la tecnología que las mujeres.
En América Latina, el 40% de las mujeres no están conectadas o no pueden pagar el acceso a Internet. Estos retos se multiplican si convergen con otras condiciones que favorecen la desigualdad, como la pobreza, el racismo o la migración.
En España, y de acuerdo con el informe ‘Brecha digital de género 2023’, elaborado por el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, la brecha de género en digitalización se ha ido reduciendo progresivamente en los últimos años, pero hay áreas donde persiste. Encontramos un ejemplo en el ámbito educativo y laboral: en el curso 2020-2021, solo el 13,5 y el 27,9 % de los graduados en las ramas de Informática e Ingeniería fueron mujeres, respectivamente.
Soluciones contra la brecha digital en zonas rurales y vulnerables
Una de las principales soluciones para acabar con la brecha digital, desde el punto de vista del acceso, es mejorar la red de infraestructuras, algo en lo que tienen mucho que aportar tanto los gobiernos como las empresas privadas. Tal y como explica la investigadora de IFT, en muchos casos a las empresas de telecomunicaciones no les resulta rentable desplegar la infraestructura necesaria para garantizar la conectividad en algunas zonas rurales y remotas.
“Desplegar infraestructura en zonas remotas puede costar el doble que en zonas urbanas, mientras que los ingresos son hasta diez veces más bajos, una combinación que afecta al modelo de negocio de los operadores. Por ello, el desafío no está solo en llevar la cobertura a las áreas rurales, sino también en hacerlo de manera sostenible a fin de que garantice que dichas redes se actualicen y se mantengan”, explica Koike.
La falta de conectividad en zonas rurales y menos desarrolladas conlleva una pérdida de oportunidades para el desarrollo. “Por ejemplo, al no permitir aprovechar las tecnologías aplicadas a diversas actividades económicas, como la agricultura. No obstante, en la medida en que esto cambie, la transformación digital en la agricultura y en otras actividades puede generar beneficios económicos y permitir la optimización en el uso de los recursos y la adaptación al cambio climático”, añade la investigadora del IFT.
La alfabetización digital como clave para una inclusión tecnológica real
A la necesidad de llevar conectividad a donde no la hay, se unen la de facilitar tecnología asequible y la de realizar programas de alfabetización digital que no discriminen por motivos de género, edad, situación económica o condición social. De esta manera, se podría reducir la brecha digital desde el punto de vista de la formación. De nuevo en México, y de acuerdo con la UNESCO, el 63 % de las mujeres que no usan Internet señalan que la razón principal es que no tienen los conocimientos necesarios para hacerlo.
Ejemplos de proyectos que reducen la brecha digital desde la educación
Darle la vuelta a esta situación con iniciativas como la de ‘SMART Technologies’, que buscan cerrar la brecha de género desde las escuelas, pueden suponer mejoras a muchos niveles. “La facilidad de acceso, uso y desarrollo de las TIC promueve un cambio en las habilidades digitales y de comunicación de la sociedad, al mismo tiempo que modifica las actitudes e interacciones personales en cuanto a formas de ver el entorno, de pensar y de socializar. Además, el uso de herramientas digitales está ligado a la obtención de mejores resultados académicos”, señala Koike.
Es muy importante que los programas de alfabetización digital estén acompañados de otros más amplios, orientados a favorecer la inclusión digital. Ejemplos no faltan. En España, por ejemplo, la Fundación Cibervoluntarios formó en competencias digitales a más de 22.000 personas solo en Andalucía durante 2024.
A través de programas gratuitos, personas de todas las edades pudieron formarse en las competencias que les resultaban más interesantes o necesarias. Algunos dieron sus primeros pasos en internet mientras otros aprendían cómo utilizarlo de forma segura, a prevenir el ciberacoso o a desarrollar negocios ‘online’, entre otros muchos ejemplos.