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Fintech Act. 20 nov 2017

¿Qué es un 'sandbox' regulatorio?

‘Sandbox’ es una de las palabras más escuchadas en el universo de las ‘fintech’. Este término se refiere, en el ámbito de las finanzas, a un mecanismo para responder a la necesidad de impulsar la regulación al acelerado ritmo de la innovación.

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En un principio, la palabra 'sandbox' –literalmente, caja de arena– hace referencia a un arenero, es decir, el pequeño recinto donde los niños pueden jugar y experimentar en un entorno controlado. Pero poco a poco el término ha ido adquiriendo nuevos significados. En el mundo de la informática, un ‘sandbox’ es un entorno de pruebas cerrado, diseñado para experimentar de forma segura con proyectos de desarrollo web o de 'software'.

A su vez, el concepto se ha trasladado al ámbito de la economía digital en forma de los ‘sandboxes’ regulatorios: campo de pruebas para nuevos modelos de negocio que aún no están protegidos por una regulación vigente, supervisados por las instituciones regulatorias.

Estos espacios de pruebas tienen ahora especial relevancia en el mundo 'fintech', donde existe una acuciada necesidad de desarrollar marcos regulatorios para modelos emergentes. Su objetivo es acompasar el cumplimiento de las estrictas regulaciones financieras al crecimiento y los ritmos de las empresas más innovadoras, de tal forma que no se ‘estrangule’ con normas al sector 'fintech', pero tampoco se relaje la protección de los derechos de los consumidores.

Para entender mejor el concepto conviene ‘viajar’ a Reino Unido, uno de los lugares donde la apuesta institucional por las 'fintech' es más fuerte, con Londres tratando de convertirse en la capital mundial de la disrupción financiera. Allí, hace ya dos años, a finales de 2015, la FCA -el organismo británico regulador de los mercados- publicó un informe en el que explicaba, en el marco de su ‘Project Innovate’, por qué era necesario un ‘sandbox’ regulatorio en Reino Unido.

Finalmente, el proyecto se puso en marcha a mediados de 2016: firmas ‘fintech’ nacidas por todo el mundo presentaban su solicitud para ir creciendo y cumpliendo las estrictas regulaciones financieras de la mano de la FCA, que buscaba por su parte incentivar la competencia para que así los consumidores dispongan de más y mejores alternativas para gestionar su dinero.

La primera promoción del ‘sandbox regulatorio’ británico echaba a andar a comienzos de 2017. Una de las ‘startups’ elegidas fue Bud, que explicó su experiencia en unas jornadas organizadas por BBVA Bancomer y el Banco Interamericano de Desarrollo. En junio, la FCA anunció que el segundo grupo de empresas elegidas ya estaba listo para empezar la segunda ronda de pruebas en el sandbox, e incluso abría ya convocatoria para la tercera.

Jamie Campbell, de la 'startup' Bud, habla de su experiencia en el primer 'sandbox' regulatorio en Reino Unido.

Reino Unido no es el único Estado que apuesta por el ‘sandbox’ como vía de crecimiento de las fintech. Ya hay casi veinte en marcha por todo el mundo, si bien en diferentes grados de desarrollo. Aparte del esfuerzo británico, destacan también los avances de mercados asiáticos como Hong Kong y Singapur.

¿Y España? Está en línea con la Europa continental que, con excepciones como Holanda, se encuentra algo rezagada. Pero el camino se está empezando a recorrer. La Asociación Española de Fintech, el Tesoro Público y la CNMV ya trabajan en un ‘sandbox’ nacional, sabedores de que los mundos de la innovación tecnológica y la regulación, que viven a velocidades muy distintas, deben colaborar para que los ciudadanos tengan acceso a mejores servicios financieros.

A principios de verano, BBVA participó en una consulta pública llevada a cabo por la Comisión Europea (CE) para impulsar el despegue definitivo de nuevos servicios fintech en la Unión Europea. En ella, BBVA ha propuesto la creación de ‘sandboxes regulatorios’ de alcance europeo para evitar divergencias entre los distintos países y facilitar los proyectos transnacionales. Asimismo, propuso que las autoridades europeas de supervisión (ESAs) sean las que coordinen las acciones locales con las autoridades de cada país, mientras que el BCE gestione un ‘sandbox’ para los proyectos transfronterizos en banca.