Cultura accesible para las personas con discapacidad
Una manifestación artística debería estar diseñada para garantizar la accesibilidad universal: física, sensorial y cognitiva. Cualquier persona, al margen de sus capacidades, tiene derecho a disfrutar y comprender las acciones culturales. Es fundamental derribar barreras arquitectónicas e incluir obras táctiles, audioguías, intérpretes de lengua de signos, pictogramas o folletos de lectura fácil.

El Festival Cultural Arte y Discapacidad se celebra desde 2009 en la ciudad mexicana de Zacatecas. Este es un espacio para la cultura y el arte accesibles y, además, lo protagonizan artistas con discapacidad física, sensorial e intelectual. En la edición de 2023 participaron 350 personas de 19 grupos y 11 estados del país norteamericano.
Esther Martín Pariente, técnico en Accesibilidad Cognitiva de la organización Plena Inclusión Castilla y León (España), se vale del ejemplo para ilustrar cómo puede una manifestación cultural o artística ofrecer a cualquier persona la posibilidad de acceder a ella, disfrutarla y comprenderla, independientemente de sus capacidades. De hecho, “el objetivo es llegar al mayor número de personas posible, sin dejar a nadie atrás”, comenta la experta de la asociación.

Una cultura accesible ha de tener en cuenta las tres patas de la accesibilidad universal: la física, la sensorial y la cognitiva. Esta última quedó reconocida en España en 2022, gracias a su inclusión en la Ley General de derechos de las personas con discapacidad y de su inclusión social. La experta utiliza el término accesibilidad cognitiva, por ser más amplio y englobar a las personas con discapacidad intelectual, con deterioro cognitivo o analfabetismo funcional, o a migrantes sin conocimiento del idioma.
El último informe evaluador de la Estrategia integral española de cultura para todos, que se centró en el periodo 2018-2020 y se publicó en 2021, reveló que la falta de accesibilidad es una de las principales barreras que se encuentran las personas con discapacidad para asistir a un evento cultural. Un 16 % de los entrevistados señalaba la falta de transporte adecuado, un 21,2 % la distancia y un 15,5 % las dificultades para acceder o moverse por edificios.
La accesibilidad física es más visible
Mas del 60 % de los organismos consultados para el estudio había implementado medidas para la accesibilidad física en sus instalaciones, siendo las más frecuentes las plazas de aparcamiento reservado, las rampas y los ascensores adaptados. El mismo porcentaje manifestó tener algún tipo de accesibilidad a la comunicación para el desarrollo de su actividad; sobre todo página web accesible (un 75,5 %), el subtitulado (63,3 %), las visitas guiadas para colectivos específicos (59,2 %) y los bucles de inducción magnética (57,1 %).
“Se ha observado una apuesta por la implementación de los criterios específicos de accesibilidad física, acometiendo el ámbito cultural una inversión importante para mejorar las infraestructuras. No obstante, los criterios en materia de accesibilidad que responden a las necesidades de las personas con discapacidades sensoriales y cognitivas todavía son muy escasas y no han llevado un desarrollo uniforme y planificado”, reconocía el informe.
Esther Martín coincide en la apreciación: “La accesibilidad física es más visible, y sobre ella hay un mayor desarrollo normativo; se ha avanzado en la eliminación de barreras arquitectónicas y en la reserva de espacios para personas con movilidad reducida". Sin embargo, aún no es tan frecuente que un museo o un espectáculo ofrezca material para personas sordas o invidentes, o pictogramas y folletos de lectura fácil –adaptación que permite una lectura y una comprensión más sencilla de un texto– para personas con discapacidad intelectual. Hay mayor conciencia social pero queda mucho por hacer.

La accesibilidad abre la puerta a otros derechos
“Nosotras proponemos que los espacios estén pensados para tener una orientación y deambulación sencilla, para que todas las personas puedan visitarlos de manera autónoma”, defiende la técnico. También que los profesionales en contacto con el público dentro de esos espacios estén formados y preparados para atender la diversidad. “La accesibilidad universal es un derecho llave, porque abre la puerta a otros derechos, en este caso los culturales”, insiste.
Según Martín Pariente, las medidas que se adopten han de contar con la participación y opinión de sus beneficiarios. Por ello, Plena Inclusión testa y valida con personas con discapacidad las acciones que lleva a cabo para mejorar la accesibilidad de espacios y propuestas culturales. Por ejemplo, el catálogo en lectura fácil de los cortometrajes presentados a la Semana de Cine de Medina del Campo, en Valladolid (España).
Ejemplos buenas prácticas en la accesibilidad a la cultura
Hay otros ejemplos de buenas prácticas. El Museo Casa de Yrurtia, en Buenos Aires, permaneció cuatro años cerrado por reformas, tiempo que aprovechó para crear un equipo interdisciplinar con personas ciegas y sordas, que asesoraron en la elaboración de contenidos y diseños accesibles. "Se planteó una labor en conjunto con el equipo del museo, de manera que la elaboración de los materiales fuese una experiencia de formación y una oportunidad de trabajo con las comunidades específicas", destaca el informe dedicado a Argentina dentro de la colección La accesibilidad en museos Iberoamericanos, de Ibermuseos. Desde que reabrió sus puertas en 2019, este museo nacional permite la autonomía y circulación total en sus espacios, sin barreras físicas; dispone de baños adaptados; ofrece un plano háptico, textos en lectura fácil, impresos en macrotipo y en sistema Braille; y audioguías, audiodescripciones y videoguías en Lengua de Señas Argentina.
En Colombia, la Orquesta Filarmónica de Medellín ha implementado el programa ‘Soy Músico’, dirigido a jóvenes neurodivergentes. Desde su creación en 2016, sus participantes han desarrollado sus habilidades musicales hasta el punto de realizar conciertos junto a la orquesta principal, demostrado que no existen barreras en el acceso a la cultura. Este programa es un ejemplo destacado de cómo las instituciones culturales pueden promover la inclusión y accesibilidad para las personas con discapacidad.
Por su parte, el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida (España) ofrece bucle magnético –tecnología de asistencia que utiliza un campo magnético para mejorar la accesibilidad auditiva de las personas con discapacidad–, audiodescripción, subtitulado y mochilas portátiles con vibración –para que las personas sordas o con pérdida auditiva disfruten de la música–. Además de un touch tour bajo demanda, una visita guiada y previa a la función accesible, donde se pueden tocar los elementos de la escenografía y el vestuario, y pasear por el escenario oyendo las descripciones del espectáculo, explican desde la organización. Su web incluye información en lectura fácil sobre las obras que presenta, gracias a su colaboración con la OACEX (Oficina de Accesibilidad cognitiva de Extremadura, organismo oficial gestionado por Plena Inclusión Extremadura).
Y el Museo Arqueológico Nacional (Madrid) dispone de una guía multimedia accesible y sus estaciones táctiles favorecen la accesibilidad cognitiva y sensorial. Los martes, jueves y sábados organiza El museo en tus manos, que se centra en visitas guiadas para personas con discapacidad visual. Los sábados propone conocer sus tesoros más emblemáticos con un intérprete de lengua de signos española. Y en dos fechas de octubre, otras dos de noviembre y el 3 de diciembre (Día Internacional de las Personas con Discapacidad) invita a aproximarse a su patrimonio a través del oído y el tacto, en un “ejercicio de empatía y reflexión sobre la accesibilidad en los museos”.