El sector frutícola ante el reto de la sostenibilidad: evolución, logística y futuro del transporte
El sector frutícola está adoptando cambios significativos para aplicar la sostenibilidad: integración de la logística inversa, revalorización de sus residuos y uso de tecnologías como macrodatos o inteligencia artificial para mejorar el transporte. El objetivo: optimizar recursos, aumentar competitividad y reducir impacto medioambiental.
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La sostenibilidad marca el presente y el futuro del sector frutícola. Cuando un tomate, una manzana o una lechuga llegan al plato, rara vez se piensa en el trabajo que implica llevarlos de la tierra a la mesa. En general, se imagina un campo donde los productos crecen al ritmo del sol y la lluvia. Sin embargo, la realidad es mucho más compleja. En las últimas décadas, el sector ha vivido una transformación profunda para incorporar la digitalización, optimizar su logística y avanzar hacia una producción más sostenible.
Los datos lo reflejan con claridad. Según la Federación Española de Asociaciones de Productores Exportadores de Frutas, Hortalizas, Flores y Plantas Vivas (FEPEX), España produce unas 28 millones de toneladas anuales de frutas y hortalizas frescas. En México, el volumen alcanza los 39 millones de toneladas, de acuerdo con cifras oficiales. Producir, transportar y comercializar estos alimentos —muchas veces a nivel internacional— requiere un enfoque centrado en la eficiencia y la sostenibilidad. Así se reduce el impacto medioambiental y la huella de carbono del sector.

Esto implica numerosos retos, pero también oportunidades. “El camino hacia una producción más respetuosa con el medioambiente, socialmente justa y económicamente viable implica importantes dificultades: cambios en las prácticas agrícolas, inversión en tecnología, adaptación a normativas más estrictas y una creciente presión por parte de los consumidores y distribuidores. Sin embargo, este desafío también está abriendo puertas. La sostenibilidad ya no es solo una cuestión ética o ambiental: se está convirtiendo en una ventaja competitiva”, señalan Germán Pastor del Olmo, técnico de FEPEX, y Begoña Jiménez, portavoz de la misma entidad.
“Las explotaciones que apuestan por una gestión eficiente del agua, el uso racional de insumos o la biodiversidad funcional, por ejemplo, pueden acceder a mercados más exigentes, mejorar su imagen de marca y, a medio plazo, incluso reducir costes”, añaden Pastor y Jiménez. En esta hoja de ruta para avanzar en sostenibilidad, la logística y en particular el transporte ocupan lugares destacados.
Apostar por la logística inversa del sector frutícola
Cuando hablamos de alcanzar una logística sostenible hacemos referencia a un reto que va más allá de reducir las emisiones del transporte y que implica repensar todo el proceso para minimizar impactos ambientales, reducir residuos y mejorar la eficiencia. En este sentido, y de acuerdo con Pastor y Jiménez, una de las medidas más interesantes es la logística inversa. “Es decir, no solo llevar productos al consumidor, sino también recuperar materiales desde el punto de consumo hacia su lugar de origen o tratamiento”, señalan desde FEPEX.
Una solución propia de la logística inversa es planificar la recogida de envases, incluidos aquellos de productos fitosanitarios, a través de sistemas integrados como SIGFITO. Este es el Sistema Colectivo de Responsabilidad Ampliada del Productor (SCRAP) para el sector agropecuario en España, que cuenta con autorización para recoger envases comerciales e industriales. A lo largo de 20 años, ha recogido 67.000 toneladas de residuos de envases, lo que evita su abandono en el campo, favorece el tratamiento adecuado de los residuos peligrosos y permite además valorizarlos, convirtiendo algunos de ellos en productos como tuberías para el riego, maceteros y conos de carretera.
“Otra medida con gran potencial es integrar subproductos agrícolas y agroindustriales en la logística de retorno. Por ejemplo, residuos vegetales, cáscaras o lodos ricos en nutrientes pueden transformarse en fertilizantes orgánicos o enmiendas del suelo. Esto no solo reduce el volumen de residuos, sino que ayuda a cerrar el ciclo de la materia orgánica, devolviendo fertilidad al suelo de forma natural y reduciendo la dependencia de fertilizantes minerales externos”, añaden Pastor.

En Ecuador, la empresa Anuna ha convertido la recuperación de los desechos orgánicos y su transformación en su seña de identidad. La compañía transforma los residuos orgánicos que se generan en Quito en compost de alta calidad para fomentar una agricultura más sostenible, mejorar la calidad del suelo y reducir la huella de carbono.
El transporte frutícola, una herramienta de competitividad
El transporte es uno de los componentes de la logística con mayor impacto ambiental y, también, uno de los que más costes genera. “Se estima que puede suponer alrededor del 30 % del coste logístico total, lo que lo convierte en un factor estratégico tanto desde el punto de vista económico como desde el de la sostenibilidad. En el contexto de la producción y comercialización de frutas y hortalizas, en el que los productos son altamente perecederos y sensibles al tiempo, el transporte no es solo un medio para mover mercancías: es una herramienta crítica de competitividad”, señalan desde FEPEX.
Esto hace que numerosas empresas del sector estén apostando por tecnologías avanzadas –macrodatos (Big Data), Internet de las Cosas (IoT) o inteligencia artificial (IA)– para gestionar eficientemente las flotas con herramientas que afinan las rutas de reparto en función del tráfico, la climatología o el consumo energético, y que calculan cómo y cuánto llenar los camiones y contenedores para reducir viajes innecesarios y maximizar el uso del espacio.
“Estos sistemas aportan una ventaja estratégica adicional: permiten a las empresas predecir, según la intensidad de trabajo o la estacionalidad, si les conviene alquilar flota adicional, subcontratar el servicio o incluso invertir en ampliar su propio parque logístico. Esta capacidad de análisis y decisión en tiempo real puede marcar la diferencia en un mercado en el que los márgenes son ajustados y la presión ambiental es cada vez mayor”, señalan los expertos de la FEPEX.
La evolución ante el reto de la sostenibilidad
La agricultura de precisión 4.0, que combina herramientas digitales, sensores, IA, satélites, maquinaria automatizada y análisis de datos para tomar decisiones más informadas y eficientes, entre otros elementos, es fundamental para hacer más eficientes las labores agrícolas y reducir el uso de elementos cruciales, como el agua.
Tractores guiados por GPS, pulverizadores inteligentes que adaptan la dosis al cultivo y sistemas de riego controlados por sensores son ya una realidad en muchas explotaciones. “Todo esto contribuye a una reducción significativa del uso de insumos como el agua, los fertilizantes y los productos fitosanitarios. Se aplican solo donde, cuando y en la cantidad necesaria. Este enfoque no solo mejora la sostenibilidad ambiental, sino que también reduce costes y mejora la trazabilidad, algo muy valorado en los mercados actuales”.

Otros elementos que marcan la evolución hacia la sostenibilidad son la búsqueda de una mejora varietal (en muchos países de América Latina y en España, son fundamentales las variedades que requieren menos recursos hídricos, por ejemplo) o la adaptación de las instalaciones para racionalizar el uso de energía y recursos. Esto puede conseguirse a través de sistemas de autoconsumo fotovoltaico o calderas que utilizan subproductos agrícolas o residuos vegetales como biomasa.
El proceso implica también retos. De acuerdo con los expertos de la FEPEX, entre los principales están la escasez de la mano de obra, la falta de recursos hídricos o la pérdida constante de productos fitosanitarios autorizados. “El sector de frutas y hortalizas se enfrenta a un futuro condicionado por grandes desafíos estructurales que marcarán profundamente su evolución. No se trata solo de innovar o ser más ‘verdes’, hay tensiones profundas que ponen en juego la viabilidad misma del modelo productivo actual”, explican.
Estos retos que marcan el camino hacia la sostenibilidad en el sector frutícola pueden impulsar también una transformación con numerosos impactos positivos. La agricultura de precisión, el transporte inteligente o la logística inversa tienen la capacidad de reducir la huella medioambiental del sector a la vez que le abren la puerta a un futuro que también puede ser más eficiente y rentable.