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SCRAP: la herramienta de las empresas para gestionar en común los residuos que generan sus productos

Un Sistema Colectivo de Responsabilidad Ampliada del Productor (SCRAP) es una entidad privada sin ánimo de lucro que integra a varios productores para dar cumplimiento, de forma conjunta, a las obligaciones legales sobre recogida, reciclaje y valorización de sus residuos.

Para entender qué es y cómo funciona un SCRAP primero hay que hablar del acrónimo de sus dos primeras siglas (SC, Sistema Colectivo) y abordar su raíz (RAP, Responsabilidad Ampliada del Productor): aquella que obliga a los fabricantes a gestionar y financiar la gestión de los desechos que dejan los productos que lanzan al mercado.

La RAP pone nombre a un cambio de filosofía liderado por la Unión Europea, que acuñó la máxima de que quien contamina, paga: del residuo ha de encargarse no quien lo ha consumido o distribuido, sino quien lo ha manufacturado y lanzado al mundo. Las empresas tienen dos mecanismos para ejercerla, según apunta Gabriel García, director general de Recyclia –entidad administradora de las principales fundaciones medioambientales españolas dedicadas al reciclaje de residuos electrónicos y pilas–:

  • Mecanismo 1. Un SRAP o sistema individual. “Cuando el fabricante tiene control sobre toda su cadena, se habilita ante el Ministerio de Medio Ambiente como gestor de sus productos, de principio a fin", describe el experto. Los instala, los mantiene y los retira y recicla cuando han llegado al fin de su vida útil. Es el caso de los productores de cajeros automáticos o de máquinas de ‘vending’, que mantienen la propiedad de sus aparatos, puesto que estos suelen entregarse mediante un contrato de ‘leasing’.
  • Mecanismo 2. Un SCRAP o sistema colectivo. Son entidades que integran a varias empresas productoras para dar cumplimiento, de forma colectiva o conjunta, a los deberes que las normas legales imponen en materia de residuos RAP. En España, la nomenclatura SCRAP es la evolución del antiguo SIG (Sistema Integrado de Gestión de Residuos).

Los productores adheridos a un SCRAP –que es un organismo privado sin ánimo de lucro– financian la entidad para que se encargue de recolectar y trasladar los residuos a la planta de tratamiento correspondiente, cumpliendo con los objetivos de recogida, reciclaje y valorización impuestos por la autoridad medioambiental. Cada empresa contribuye en función del tipo de residuo y la cantidad de productos y/o envases que ha puesto en el mercado. Los objetivos de aprovechamiento también varían en función del residuo, pero siempre se expresan con un porcentaje sobre el volumen total del producto comercializado.

Los SCRAP se han multiplicado en los últimos años en los países de la Unión Europea gracias a la toma de conciencia de que los recursos tienen valor y a las normativas cada vez son más estrictas. Se ocupan, sobre todo, de los ya citados envases ligeros, vidrio, papel, medicamentos, neumáticos, aparatos electrónicos, pilas o aceites usados. También los hay de colillas (que obliga a las tabacaleras), cápsulas de café o textil.

Francia es el gran referente mundial de implementación de la RAP en la moda: lo hizo en 2007, según una revisión realizada por el portal especializado Modaes. Un artículo de KPMG Tendencias subrayaba, ya en 2023, la apuesta de la UE por la Responsabilidad Ampliada del Productor en el sector textil, y recordaba que la recogida selectiva de los residuos textiles es obligatoria en todos los países miembros desde el 1 de enero de 2025.

Latinoamérica y la Responsabilidad Extendida del Productor

En América Latina y el Caribe, la terminología no es RAP sino REP, Responsabilidad Extendida del Productor. “La región cuenta con al menos 11 países en los que existe legislación que menciona o decreta la REP. Sin embargo, el desarrollo de su reglamentación y efectiva implementación aún resulta incipiente en muchos casos", constatan investigadores colombianos –liderados por la especialista en economía circular y gestión de recursos Agustina Besada– en Análisis de la Responsabilidad Extendida del Productor en LAC como herramienta para contribuir al ODS 12.

Es el mismo diagnóstico que hace, a pie de territorio, Víctor González, que en 2023 dejó la planta de reciclaje que había creado y dirigido en España, y se embarcó en un viaje de un año para analizar la situación del reciclaje en 13 países latinoamericanos. De él sacó en claro que LATAM avanza de manera muy poco uniforme, con regulaciones dispares, y ni siquiera con una nomenclatura común. Concluyó que en este terreno hace falta mucha información, concienciación y educación.

Fruto de esta experiencia, González ha fundado la agencia de comunicación Querida Basura, que acaba de cerrar, con el Estado de México, una campaña para transformar la percepción de la ciudadanía sobre el reciclaje y los residuos. “En México han empezado a funcionar sistemas colectivos de reciclaje de electrónica y envases, pero más por la voluntad propia de algunas empresas que por exigencia de la normativa”, aclara. Es el caso de Ecoce, asociación civil ambiental sin fines de lucro montada por la industria de bebidas y alimentos para organizar programas de acopio y eco-rescates (limpieza de áreas naturales).

González observa que los países más desarrollados de la región en cuanto a normativa REP son Uruguay, Colombia y, sobre todo, Chile, con una Ley marco de 2016 que contempla sistemas colectivos de Responsabilidad Extendida del Productor; no los llama SCRAP sino Sistemas de Gestión. “En cinco años vamos a ver progresos importantes en Latinoamérica”, vaticina.

Podcast | ¿Qué hacer para reducir la basura electrónica?

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