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Análisis económico Act. 14 ago 2020

BBVA Research: los efectos del COVID-19 en el consumo de los argentinos a través del ‘big data’

En la última semana, el indicador de consumo de BBVA Research destaca que los pagos con tarjeta realizados durante la última semana de julio se vieron disparados por las promociones del Hot Sale. Además, muestra que la venta de combustible y los gastos con tarjeta en insumos de construcción estarían dejando entrever señales de una tibia recuperación, después de un segundo trimestre marcado por el peso de la pandemia.

Torre-BBVA-Argentina

La pandemia y las medidas sanitarias adoptadas para contenerla agudizaron el deterioro del consumo privado, que ya venía sufriendo una fuerte contracción por la recesión que atraviesa la economía desde hace más de dos años.

El informe Seguimiento del Consumo en Tiempo Real (a partir de la información transaccional de los clientes de BBVA, debidamente agregados y anonimizados) señala que la fuerte caída del gasto con tarjetas empezó en la segunda mitad de marzo, con el anuncio del aislamiento social obligatorio, alcanzando su peor registro hacia finales de ese mes, cuando el gasto con tarjetas marcó un desplome de 31% interanual, medido en términos nominales, con una inflación de 48% anual en ese período.

Gráfico-BBVAResearch-Argentina

Durante los días previos a la imposición de la cuarentena obligatoria del 19 de marzo, los indicadores de BBVA Research ya habían capturado los cambios de tendencia. Así, el aislamiento 'preventivo' anticipado pudo ver en el adelanto de compras de alimentos o el brusco descenso en el gasto en bares y restaurantes.

Dadas las características de este contexto excepcional, coexisten actividades cuyo consumo ha aumentado respecto al año anterior de manera permanente, como es el caso de la alimentación (comemos lo mismo pero en casa, comprando los alimentos en supermercados en lugar de restaurantes) y algunos gastos del hogar. Por el contrario, se ve un colapso en actividades como los servicios de hotelería, turismo y ocio. Al agrupar por bienes y servicios, se observa una recuperación de los bienes desde los mínimos registrados a fines de marzo, mientras que los servicios mantienen aún una tendencia a la baja. Esta notable asimetría es consistente con las actividades afectadas por las medidas sanitarias.

La crisis también ha generado cambios en términos de hábitos de consumo. Algunos de ellos son evidentes y previsibles, como el aumento de transacciones 'on line' , pero otros son menos observables, como la preferencia de los días para hacer las compras. Antes de la cuarentena se registraba una marcada concentración de gastos los viernes y sábados, mientras que desde mediados de marzo las compras se distribuyen de manera algo más homogénea en todos los días de la semana.

Al tener Argentina una de las cuarentenas más tempranas, se entiende el brusco y generalizado freno en el gasto con tarjetas en la segunda parte de marzo, debido al apagón de las actividades y el empeoramiento de expectativas en términos de ingresos y empleo. Más adelante, a partir de la incorporación de más actividades exceptuadas de la cuarentena y de cierta reconversión de algunos sectores, los datos de consumo comenzaron a moderar la caída en la mayoría de los rubros. No obstante, en la primera quincena de julio se volvió a endurecer el aislamiento en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), donde se genera casi el 50% del PIB del país.

El indicador de BBVA Research capturó este evento al registrar una desaceleración del consumo total con tarjetas, pasando a un crecimiento promedio diario de 8% anual en las cuatro primeras semanas julio, desde el 14% que había alcanzado en la segunda quincena de junio. En la última semana de julio, el indicador volvió a reaccionar mostrando un aumento transitorio, al reflejar los mayores gastos con tarjeta para aprovechar las promociones del Hot Sale, especialmente compras de bienes no esenciales.

En Argentina el impacto de la pandemia fue transversal a todos los sectores. Se trata de una economía que transita su tercer año de recesión, lo cual debilita sustancialmente la resiliencia del tejido productivo y la capacidad de recuperación por quiebras de firmas, cambios de hábitos de consumo e importantes desequilibrios macroeconómicos por resolver.

Artículo realizado por Mario Iparraguirre, economista BBVA Research, y Juan Manuel Manías, economista principal de BBVA Research.