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Opinión 14 enero 2021

Estrategia europea de finanzas digitales: claves para el éxito

Pablo Urbiola y Lucía Pacheco, del equipo de Regulación Digital de BBVA, diseccionan en esta tribuna la reciente estrategia para las finanzas europeas que ha presentado la Comisión Europea. Para que esta estrategia tenga éxito, Europa debe ahora "mantener la altura de miras demostrada en la definición de la estrategia e implementarla con ambición y decisión".

La digitalización lleva tiempo en lo alto de la agenda de las autoridades europeas y la crisis sanitaria del COVID-19 no ha hecho sino poner en valor su importancia. Las lecciones aprendidas durante esta crisis sobre los beneficios de la digitalización han alimentado el trabajo de las autoridades durante este año, y han resaltado el rol crucial de la tecnología y los datos para apoyar la economía durante la fase de recuperación.

Así, en 2020 hemos sido testigos de un gran esfuerzo por parte de las autoridades europeas para actualizar sus prioridades y definir nuevos planes de acción que permitan maximizar los beneficios de la digitalización. Esto se ha traducido en la publicación de nuevas estrategias e iniciativas, tanto transversales a toda la economía como específicas para el sector financiero. Un ejemplo notable es la nueva estrategia para modelar el futuro digital de la Unión Europea, publicada por la Comisión el pasado mes de febrero, y sustentada en dos grandes pilares: fortalecer el uso de los datos, y el desarrollo confiable de la inteligencia artificial.

La Comisión Europea

Más recientemente, la Comisión Europea ha publicado su nueva estrategia para las finanzas digitales que, junto a la estrategia para los pagos minoristas, marca la hoja de ruta para los próximos 5 años. Además, la Comisión ya ha colocado las primeras piedras de este camino con las propuestas legislativas para regular los mercados de cripto activos y para mejorar la resiliencia operativa digital del sector financiero.

Además de perseguir un marco regulatorio que favorezca la innovación y avanzar hacia un sector financiero más basado en datos, la estrategia busca eliminar las barreras al mercado único digital, entre otras medidas mediante la implementación de un nuevo marco transfronterizo para la identidad digital, clave para permitir una digitalización segura y basada en la confianza. También, en gran parte motivada por la entrada de nuevos proveedores de servicios financieros - FinTechs y BigTechs -, la estrategia propone una revisión del marco regulatorio y supervisor del sector financiero para abordar nuevos riesgos y asegurar un terreno de juego equitativo para los distintos competidores.

La estrategia para por tres condiciones

Es, sin duda, un plan ambicioso y de gran alcance que puede suponer un hito en la digitalización del sector financiero europeo. Ahora el éxito de la estrategia pasa por asegurar que se cumplen tres condiciones.

Primero, la Comisión debe mantener la altura de miras demostrada en la definición de la estrategia e implementarla con ambición y decisión. Algunas de las propuestas de mayor impacto se encuentran aún en una fase muy preliminar y no está claro en qué medidas concretas se traducirán. Este es el caso de la ya mencionada revisión del marco de regulación y supervisión, cuyo objetivo es aterrizar el principio de “misma actividad, mismos riesgos, misma regulación”. Esto es esencial para asegurar un sector financiero competitivo e innovador pero también estable y abierto a la competencia. Sin embargo, conseguirlo presenta grandes desafíos, como el de reconciliar la idea de una regulación financiera más basada en actividades con el marco actual de regulación prudencial bancaria, cuyo ámbito de actuación son las entidades en su conjunto.

La Comisión tiene ahora una oportunidad para centrar sus acciones donde más se necesitan

En segundo lugar, las autoridades europeas se enfrentan al desafío de asegurar una adecuada coordinación al avanzar en paralelo con iniciativas sectoriales y transversales que inciden sobre los mismos aspectos. Esto es especialmente relevante en el esfuerzo por fomentar la compartición y la reutilización de datos para impulsar  una economía europea más basada en datos. En este contexto, los principios detrás del open banking - el control del usuario sobre sus propios datos y la posibilidad de compartirlos con terceros - deberían extenderse a todos los sectores de la economía, sin avanzar unilateralmente solo en el sector financiero. Por eso, la Comisión tiene ahora una oportunidad para centrar sus acciones donde más se necesitan: cómo hacer accionable el derecho de portabilidad de los datos personales, y cómo extender ese derecho de portabilidad, en la medida de lo posible, a las empresas.

Por último, las autoridades europeas deben continuar trabajando en eliminar la fragmentación que aún existe dentro del Mercado Único, como resultado de las divergencias en las transposiciones nacionales de directivas y en las prácticas de supervisión. Para conseguir que los servicios financieros digitales escalen en el Mercado Único es necesaria, primero, la armonización de normativas clave como los marcos de AML/CFT. Por suerte, esta tarea ya se encuentra entre los planes de la Comisión. Pero también es necesario continuar desarrollando los marcos comunes de regulación y supervisión de las distintas actividades financieras. Aunque se ha avanzado mucho - como demuestran las nuevas normas europeas para regular las plataformas de “crowdfunding” - todavía hay áreas en las que es necesaria mayor armonización, como es el caso del crédito al consumo, donde actualmente la fragmentación regulatoria genera un terreno de juego desigual en la Unión Europea.