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El viñedo ecológico sigue ganando terreno: respetuoso con el planeta sin perder calidad

España se ha convertido en líder mundial en extensión de vino ecológico. El consumo, sin embargo, no es demasiado elevado, aunque crece año a año. El mercado exterior es, por el momento, el principal atractivo.

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El vino ecológico es tendencia. Sí, como si se tratara de un nuevo corte de pelo o del diseño de un pantalón. En los últimos años, y gracias a la mentalidad cada vez más sostenible de los consumidores, ha empezado a abrirse campo en la industria vinícola de España.

Particularmente, nuestro país es líder mundial en extensión de viñedo ecológico y eso despierta cada vez más interés por su producción, sumidos como estamos en promover una agricultura más respetuosa con el planeta. La superficie ecológica de viñedo en España creció un 8,9% anual en 2012 hasta alcanzar 142.177 hectáreas en 2021, es decir, un 15 % de la superficie ecológica nacional. En la actualidad, no para de aumentar. Las cifras son muy positivas, a pesar de que su consumo doméstico sigue siendo escaso.

El viñedo ecológico sigue ganando terreno: respetuoso con el planeta sin perder calidad

¿Qué es un vino ecológico?

Se trata de un producto que se caracteriza por poner en práctica para su cultivo acciones sostenibles en sus distintas etapas de elaboración. Incluso en su paso por la bodega. El vino ecológico procede de uvas cultivadas ecológicamente, no se permite el uso de elementos que no sean naturales ni en los terrenos de cultivo ni en los viñedos. Los viñedos están libres de fungicidas sistémicos, pesticidas y de herbicidas químicos.

Ya en la bodega se prohíben determinadas prácticas enológicas como la concentración parcial por frío, la eliminación del dióxido de azufre mediante procedimientos físicos, el tratamiento por electrodiálisis, la desalcoholización parcial del vino y el tratamiento con intercambiadores de cationes.

El nivel máximo de sulfitos permitido es inferior al de los vinos convencionales. El máximo autorizado es 100 mg/litro para los tintos y 150 mg/litro para los blancos, frente a los 200 mg/litro que están autorizados en los vinos convencionales (blancos o tintos). El vino ecológico excluye el uso de organismos modificados genéticamente (OMG) en cualquier momento y lugar del proceso productivo.

“Estos vinos se caracterizan por un cultivo especial y por un tiempo en barrica también con condiciones diferentes a las de los vinos que conocemos de siempre, pero lo cierto es que en boca y en nariz no se diferencian de ellos. En realidad, es más una cuestión de conciencia sostenible que de paladar. Nosotros los sumilleres no lo notamos en la descripción organoléptica, en la cata profesional. No existe una explicación técnica que los haga diferentes a los vinos no ecológicos”, explica Marcos Arreza, experto en vinos de un hotel de gran lujo en Madrid.

Para poder circular en el mercado con esta denominación es obligatorio que las botellas lleven una etiqueta que certifique su compromiso medioambiental y las prácticas sostenibles. Y esa sería prácticamente la única diferencia, además, por supuesto, de otra mucho más consistente como es la protección del medioambiente y el respeto por el planeta.

Andalucía, Aragón, Asturias y Baleares son las comunidades autónomas que lo producen en mayor cantidad. Pero, en general, estos cultivos están en toda España puesto que existe también una demanda cada vez mayor en mercados exteriores como Suecia, Alemania, Suiza, Dinamarca, Japón, EE. UU. y Canadá.

El viñedo ecológico sigue ganando terreno: respetuoso con el planeta sin perder calidad

Comparados con los de años anteriores, los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), indican un crecimiento sostenido tanto de la superficie de viñedo ecológico como del número de bodegas que elaboran vino ecológico en España. A pesar de que la viticultura ecológica sigue representando un porcentaje muy pequeño del total, España está ya por delante de Italia y Francia en extensión y cultivo de viñedos ecológicos, y seguirá estándolo en 2023, según la consultora International Wines and Spirits Record (IWSR).

Solo hace falta dar un pequeño paso para habituarnos al consumo de este tipo de vinos. Si tenemos en cuenta que el sabor es similar al del vino tradicional, ¿por qué no cambiar y consumir un producto que es más sostenible y cuidadoso con el paisaje que nos rodea?