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Ahorro Act. 08 oct 2019

Consejos para ahorrar combustible tanto si el coche es diésel o gasolina

El vehículo particular es uno de los elementos que más gasto puede llegar a provocar en la economía familiar. A la inversión que supone la compra del mismo, hay que sumarle su mantenimiento, las revisiones periódicas y las posibles reparaciones que conlleve a lo largo de su vida útil, pero, sobre todo, el constante gasto en combustible que precisa. De ahí, la importancia que cobra conocer las mejores prácticas para ahorrar combustible.

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Tras un periodo de descenso paulatino en el precio de los carburantes en España (2013-2015) en el que la gasolina bajó un 19% por un 24% del gasóleo, durante los últimos dos ejercicios (2016-2017), el combustible para la automoción ha incrementado sus precios, con un 8% en el caso de la gasolina y un 13% en el del diésel.

Afortunadamente son diversos los aspectos en los que el conductor puede incidir a la hora de buscar un ahorro en el consumo de los carburantes y los pasos a seguir se pueden diferenciar en dos bloques diferentes. Por una parte, los que tienen que ver con el momento de la conducción y, por la otra, los referentes a cuando el vehículo no está en marcha.

Consejos previos a la conducción

Antes de ponerse en marcha, y más si se trata de un viaje largo, se debe realizar una cierta planificación con el fin de que el trayecto resulte lo menos oneroso posible. “La planificación más adecuada se puede realizar a través de las numerosas herramientas existentes hoy en día, que incluso ofrecen el cálculo del ahorro de combustible en base a la elección del trayecto más beneficioso para el conductor, ya sea por tiempo o por recorrido, pero siempre con el objetivo de minimizar el consumo”, señala David Fernández, técnico de movilidad del RACE. “Se puede hacer a través de distintas webs o de aplicaciones móviles como, por ejemplo, la de Vía Michelín”.

A partir de ahí es importante prestar atención a cómo se agarra el coche a la carretera a través de sus neumáticos. Si las ruedas no están convenientemente hinchadas y su presión está por debajo de lo que recomienda el fabricante, el neumático se deforma y “no solo se convierte en un elemento peligroso para la conducción, sino que supone que haya más superficie de contacto con la carretera y al existir mayor fricción, el consumo se incrementa”, advierte Fernández. De ahí que se sugiera aprovechar la parada para repostar en una estación de servicio para comprobar y corregir la presión de las ruedas, un hábito tan necesario como poco frecuente entre los conductores y cuyo resultado reporta “un ahorro de combustible de entre un 2 y un 4%”.

Cuando se realizan viajes más largos debe someterse a consideración la carga que se lleva en el vehículo, debido a que influye en el gasto de carburante, como recuerda el especialista del RACE: “Siempre que sea posible, hay que intentar equilibrar el equipaje y, sobre todo, llevarlo en el maletero. Si no es posible, y hay que utilizar un remolque o una baca porque no quede más remedio, se ha de tener muy presente que ambas soluciones harán que se dispare el consumo. Además, en el caso concreto de la baca es preferible utilizar la solución de un cofre que conviene desmontar y retirar al terminar el viaje, tanto porque supondría un freno aerodinámico para el vehículo como un peso extra innecesario y por las dos razones, un mayor dispendio para el conductor”. Cabe añadir que, según el RACE, cada 100 kilos extra de peso en el coche incrementan el consumo de combustible en un 6%.

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Corregir la presión de las ruedas puede reportar un ahorro de combustible de entre un 2 y un 4%”

Consejos para la conducción

Una vez sentado al volante, puede comenzarse a incidir en el deseado ahorro desde el primer momento, porque como relata David Fernández “arrancando el coche sin acelerar, es decir, pisando solo el embrague y accionando el contacto se evita utilizar ese plus de combustible que resulta innecesario. De esta forma, también, no se obliga al vehículo a hacer sufrir al bloque motor buscando toda la transmisión y lo hace a través del alternador y del motor de arranque”.

En la carretera, David Fernández apunta la idoneidad de imitar el modo de conducción de los camioneros “evitando los acelerones bruscos y buscando siempre una velocidad más o menos constante, utilizando las marchas más largas”. Acelerar bruscamente acarrea importantes picos de consumo y tienen un incidencia relevante en el dispendio final de los trayectos, más aún en tramos urbanos y cuando se conduce en velocidades más cortas.

Al igual que los acelerones, los frenazos también merecen una atención especial. Según el director técnico del RACE, “lo ideal es acostumbrarse a utilizar el freno motor del coche. Se trata de levantar el pie del acelerador antes de proceder al frenado y así aprovechar la inercia del vehículo. De la misma manera se recomienda sacar provecho de la orografía para dejar de acelerar en los tramos descendentes y llanos, porque el motor permite mantener la velocidad pese a que poco a poco vaya decelerando pero la conducción no sufre.

Pese a que existe la creencia de que la conducción en punto muerto no genera consumo de carburante, no solo no está recomendada sino que no está permitida por resultar peligrosa. Como indica Fernández, “en punto muerto, el coche al ralentí consume algo de combustible —no se produce, como se cree, un consumo cero—, mientras que con una marcha engranada y sin que se toque el acelerador, ahí sí que no hay consumo ninguno”.

Las marchas cortas conllevan un mayor gasto que las largas y, por lo tanto, se recomienda llegar a estas últimas lo antes posible siguiendo las pautas que apuntan desde el RACE: “En los vehículos diésel, el cambio de marchas debe realizarse cuando el motor esté entre las 1.500 y 2.000 revoluciones y en el caso de los que utilizan gasolina, el umbral deseable está entre las 2.000 y las 2.500”. Son cifras que van a permitir al conductor optimizar el consumo de combustible.

En lo referente a la conducción a la hora de gestionar las curvas, no se debe frenar bruscamente. Lo ideal es reducir la velocidad levantando el pie del acelerador y permitir que el vehículo ruede con la inercia de la marcha engranada. Si se ve necesario frenar, conviene hacerlo con anticipación y suavidad reduciendo de marcha solamente si es imprescindible.

Asimismo, es interesante señalar que cuando hace calor, y a partir de una velocidad de unos 70 km/h, se recomienda siempre hacer uso del aire acondicionado o el climatizador frente a la posibilidad de llevar las ventanillas bajadas por el menor consumo que supone. En este último caso, la fuerza del aire entrando en el interior del vehículo lo va a frenar y el motor requerirá de un mayor esfuerzo para poder ofrecer la conducción deseada. Sería esa otras mala práctica que impediría ese ahorro en combustible.

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