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Data> Big Data 09 ago 2017

Los algoritmos y el ‘big data’ también sirven para regular la economía colaborativa

En los últimos años el fenómeno de la economía colaborativa ha pasado de ser la aventura de un puñado de empresas con un novedoso modelo de negocio a convertirse en una realidad con nombre propio en un buen número de sectores. La regulación de este tipo de actividades, sin embargo, no ha logrado en muchas ocasiones avanzar al mismo ritmo.

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“Estamos en un momento en que se están intentando regular actividades, negocios emergentes y tecnologías del siglo XXI con herramientas del siglo XIX”, afirma Miguel Ferrer, director de Public Policy in Digital Economy de la consultora Kreab. En el corto plazo, el experto aborda con pesimismo la normativa actual de la economía colaborativa.

Sin embargo, a largo plazo y con la mira puesta en la actual revolución urbana, destaca aspectos que pueden favorecer que la normativa avance en paralelo al desarrollo de las tecnologías. “El fenómeno de la economía colaborativa”, explicó Ferrer en el evento Sharing Madrid, “pone encima de la mesa el papel de las ciudades como nuevos entornos donde la colaboración público-privada exige innovación en la regulación”.

Para este especialista cuando se habla de plataformas digitales resulta muy ilustrativo pensar que son “mercados autorregulados automáticamente”, en donde no ha existido una intervención pública “para crear un espacio de oferta y demanda que sea eficiente”. El consultor señala que es el momento en el que las ciudades están cobrando un mayor papel para que “ese tipo de colaboración público-privada entre las plataformas y los entes locales pueda funcionar”.

Regulación dinámica

¿Cómo hacerlo? Ferrer incide en las oportunidades de los algoritmos y el ‘big data’. “Hay que plantear formas diferentes de regular. Bajo esta idea nos encontramos con el ‘big data’, que permite una regulación dinámica. Gracias a modelos de algoritmos, la regulación puede ser más eficaz, inmediata y con menos burocracia”.

El análisis de datos, añade Ferrer, “impulsa la idea de una regulación dinámica”. Esta tecnología tiene la capacidad de modelar un sistema de regulación económica que no está basado en las autorizaciones y licencias, “sino en el acceso en tiempo real a la información de las personas y empresas que están operando”, explica.

En resumen, hay que sacar el máximo rendimiento de los datos, también en lo referido a regulación. “Usamos una regulación 1.0, anterior a la era de los datos y a la época de la digitalización, en la que la burocracia manda y para operar en un mercado necesitas una autorización o licencia”, insiste el experto en asuntos regulatorios de la economía digital de Kreab. Ferrer no aboga por destruir todo lo anterior, pero sí por explotar todas las posibilidades de la analítica: “No digo que el modelo actual tenga que desaparecer, pero nos damos cuenta de que ahora hay herramientas que permiten acceder al mercado. Son eficientes y no necesitan el componente burocrático que conocemos”.

El ‘big data’, según este especialista, “permite que las actividades sean visibles y transparentes”. Hoy en día, argumenta Ferrer, “hay saber qué está pasando en un mercado determinado en tiempo real. Venimos de una regulación de acceso restringido y ahora estamos pasando a una en el que el mercado es más abierto sin perder eficiencia. Por ello es necesaria la innovación regulatoria”.

El papel de los ‘sandboxes’

Para impulsar un nuevo modelo de regulación propone un modelo de ‘sandbox’ como el que ya existe en Reino Unido, para atraer a ‘startups’ que están innovando en el sector financiero. “Hay que crear entornos donde sea posible realizar pruebas”, afirma.

Ferrer insiste en favorecer los entornos de protección para controlar y analizar una actividad vinculada a un negocio y dirigida a consumidores. “Es muy importante testear tecnologías durante un tiempo determinado sin estar coartado por la regulación. La tecnología, los datos, nos permiten evaluar si algo está funcionando”, apunta. Algo que ya están haciendo las plataformas de economía colaborativa: “Son las primeras que se están dando cuenta de que la tecnología puede llevar a una mejor gobernanza y a una mejor regulación. Si comparten sus datos pueden ser un instrumento muy útil para las administraciones públicas”.

Como concluye el especialista: “Qué mejor herramienta para monitorizar y sacar a la luz una economía irregular que las plataformas. Los ‘sandboxes’ dentro de la ciudad van a permitir a las plataformas interactuar con los usuarios y van a ser muy útiles a la administración”.