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Guía del estudiante universitario que busca compartir piso

Cada mes de septiembre trae la vuelta de los estudiantes a la universidad. Para algunos, supone tener que dejar su lugar de residencia habitual para realizar los estudios en otra ciudad. Buscar alojamiento bien situado y con buenas condiciones puede resultar complicado, sobre todo en las grandes urbes. La opción de compartir piso permite conocer gente nueva y aliviar los costes de la vida adulta para cuidar la salud financiera mientras son independientes.

¿Me harán contrato? ¿Me gustarán mis compañeros de piso? ¿Quién se hace cargo si surge algún problema en la casa? Son sólo algunas de las preguntas que debes tener claras cómo contestar antes de decidir. Y es que reducir el factor sorpresa al mínimo en estos casos es la mejor forma de asegurarte de que todo salga bien a la larga.

¿Dónde empiezo a buscar?

Las páginas web dedicadas a anunciar pisos de alquiler son tantas como las horas que te tocará emplear en sacar Álgebra. Un montón, en definitiva, pero no todas te permiten buscar piso compartido y, en la mayoría de los casos, las que lo hacen están destinadas a un público de mayor edad que ya ha salido de la universidad.

Por eso es importante que recurras a otras que sí están dedicadas a ayudar a los estudiantes universitarios a encontrar un piso compartido. AreaEstudiantis o Aluni.net son buenos ejemplos. Y si tu destino es Madrid, gestionado por la propia Comunidad, tienes un buscador que te permitirá elegir entre distintas opciones, tanto habitación individual en piso compartido como piso entero o incluso residencia, si finalmente prefieres buscar un entorno más estudiantil.

Fotografía buscar piso para estudiantes BBVA

Otra opción es recurrir a la propia universidad. Muchas, a través de sus servicios de atención al estudiante, tienen un gestor de pisos de alquiler compartido, al que acuden los arrendadores y al que los estudiantes pueden solicitar información para ver qué hay disponible. Es una opción muy utilizada, sobre todo, por estudiantes de Erasmus y extranjeros, ya que la barrera del idioma en muchos casos suele ser demasiado alta para poder gestionar de forma independiente un alquiler con un particular.

La última opción, en caso de que no hayas encontrado nada que te entusiasme, es ser tú el que alquile el piso con el fin de compartirlo cuando empiece el curso. Es la opción más arriesgada, ya que si no encuentras compañeros puedes verte atado a un contrato de coste más elevado de lo que realmente puedes permitirte, pero por otro lado, tienes la libertad de elegir a los compañeros que prefieras y de escoger la habitación que más te guste. Tiene sus riesgos, y desde luego, antes de tomar este tipo de decisión, debes hacerlo informado y con la previsión suficiente para no llevarte sustos.

Y en cualquiera de los casos que hayas decidido como tu mejor opción, debes valorar en este punto es si la habitación está amueblada, o si tienes posibilidad de cambiar los muebles en caso de que los que tenga no te cuadren. Por ejemplo, no es poco frecuente encontrar habitaciones sin estanterías, o con escritorios demasiado pequeños. Tenlo en cuenta a la hora de elegir, va a ser un espacio en el que pases mucho tiempo, y lo ideal es que sea lo más cómodo y ajustado a tus necesidades que sea posible.

El alquiler no debe superar el 35% de los ingresos mensuales

La gran ventaja de una casa compartida es el ahorro en los gastos. Eso sí, hay que tener en cuenta que la vivienda es el gasto más importante que hay que asumir en tu nueva aventura universitaria, por lo que es fundamental saber el límite que puedes pagar cada mes. La recomendación es que nunca se supere el 35% del presupuesto personal para poder hacer frente a imprevistos.

La convivencia, el factor fundamental a tener en cuenta

No te engañes. La convivencia es difícil de por sí, pero puedes hacerla mucho más llevadera si buscas compañeros de piso que sean afines a tu forma de ver las cosas y tengan un día a día parecido.

Si ya has encontrado un piso compartido que te apetece ver más en detenimiento y has concretado una fecha para visitarlo, lleva unas cuantas preguntas preparadas. ¿Cómo se reparten los gastos? Quizá sea la más profana de todas, pero querrás saber cómo se gestiona este tema para que, cuando lleguen las facturas, no surja el conflicto. ¿Alguien tiene domiciliado el pago? ¿Qué servicios entran: agua, gas, también la conexión a internet?

Una buena opción es llevar un control de los gastos de la vivienda estableciendo un presupuesto. Así, todos los miembros tendrán claro cuáles son los gastos fijos, siendo lo más habitual dividir el importe total de las facturas de forma igualitaria entre todos los compañeros. Además, una buena medida es abrir una cuenta común de la vivienda en la que depositar una cierta cantidad de dinero destinada a imprevistos. En caso de que no se agote, se puede ir acumulando en el tiempo. Si no, hacer un Bizum siempre es una solución válida para saldar las pequeñas deudas del hogar.

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¿Voy a tener mi propio contrato? Muchas veces sucede que el contrato se realiza con el primer inquilino, y el resto no aparecen. En el mejor de los casos, conforme vayan entrando personas a compartir el piso, el contrato se modifica para incluirlos como titulares conjuntos.

Y otra opción, la más conveniente para todas las partes, es la de que cada uno tenga un contrato de alquiler para su correspondiente habitación en el que se refleje que se hará cargo de la parte proporcional de los gastos, y en el que se especifique una duración determinada. Esto es importante, ya que llegado el verano, si vuelves a casa, no querrás tener que seguir pagando los meses que no estás en el piso, sobre todo si no tienes intención de volver en septiembre. Además, a la hora de solicitar una beca, te pedirán el contrato de alquiler del piso en el que estás viviendo durante el curso, así que es un punto importante a tener en cuenta.

Solventadas las dos cuestiones económicas fundamentales, lo siguiente es ver cómo son tus compañeros. Una primera impresión que te ayudará a hacerte una idea es si la casa está limpia y recogida. Si encuentras vasos de plástico de la fiesta de anoche y el fregadero está lleno de platos resecos, huye. Quizá no le des más importancia ahora, pero cuando te des cuenta de que eres el único que limpia, terminarás más que aburrido de la situación. Sin embargo, si te plantean que hay diferentes turnos y que cada uno se ocupa de una serie de tareas en la casa cada semana, has encontrado una joya.

Por otro lado, lo ideal es buscar gente de edades y gustos afines. Siempre va a haber pequeñas diferencias, pero si tú eres de los que quieren fiesta todos los días y tus compañeros se pasan la noche estudiando para sacar los finales, posiblemente la relación esté condenada al fracaso. Aclara qué tipo de vida estudiantil llevan, si usan el piso para organizar fiestas o si prefieren mantener la vida social –más cañera– al margen. Te evitarás desagradables sorpresas, tanto si es un caso como si es otro.

En definitiva, lo mejor que puedes hacer es tener claro qué circunstancias hay en un piso compartido antes de entrar en él. Por eso es tan importante preguntar y tener claro qué es lo que buscas. De esta forma podrás hacer una elección acertada en la mayoría de los casos, y si te equivocas, sabrás que al menos seguiste todos los pasos necesarios para hacerlo lo mejor posible.

Ya he escogido piso, pero no estoy contento con la convivencia

Sabíamos que esto podía pasar. Nadie es perfecto, y tanto si has decidido alquilar un piso con varios amigos como si te has ido a uno en el que no conocías a nadie, la convivencia puede haberse complicado por diferentes motivos. Para evitar llegar hasta ahí, hay algunas cosas que debes tener en cuenta.

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Todo el mundo es diferente. Lo que tú consideras normal, o correcto, es posible que no lo sea para tus compañeros. Los choques son inevitables, pero lo mejor que puedes hacer es hablar. Si creas un ambiente de confianza en el que se puedan tratar las cosas con tranquilidad, es seguro que los problemas que vayan surgiendo se puedan solucionar sobre la marcha. Nadie es perfecto.

No entres en dinámicas destructivas. Si tu compañero no ha fregado los platos cuando le correspondía, no esperes a que te toque a ti para hacer lo mismo y vengarte de alguna manera. Esto puede escalar rápidamente y te encontrarás en una situación muy desagradable que se ha escapado de las manos de todos. Di las cosas con tranquilidad y, sobre todo, escucha a tus compañeros. Es posible que no hayan podido hacer sus tareas por algún motivo razonable. Sé flexible y muchas cuestiones se resolverán sin que te des ni cuenta.

Sé responsable. Estás en un entorno compartido. Quizá a ti te guste echarte la siesta en el sofá después de comer, pero es posible que a tus compañeros les apetezca más tomarse el café mientras terminan de ver el telediario. No uses espacios comunes como si fueran privativos tuyos, a menos que estés solo o haya consenso sobre usarlos de forma individual entre todos.

Cuidado con la comida. Es otra de las cuestiones que pueden generar más confrontaciones. ¿Hacéis la compra entre todos? ¿O cada uno tiene una balda en el frigorífico y un espacio en los armarios para sus cosas? Si coges algo prestado a alguno de tus compañeros porque a ti se te ha acabado, primero pregunta. Estamos en la era digital, un whatsapp te puede salvar de muchos problemas. Eso, y ser previsor a la hora de ir a la compra.

Como ves, se trata sobre todo de tomar decisiones informadas, de valorar tus opciones y no precipitarte. Así que planea con tiempo todo el proceso, esto te permitirá no verte obligado a escoger algo que no termina de convencerte porque el curso empieza y se te acaban los plazos. Y por encima de todo, ve con la mente abierta. Convivir es una experiencia única que te hará mejor persona, te ayudará a madurar y te enseñará un montón de cosas sobre cómo es realmente la vida adulta más allá de las paredes de casa.

Salud financiera, prioridad estratégica de BBVA

Una buena salud financiera personal, familiar o empresarial es clave para poder hacer frente a imprevistos y afrontar los planes de futuro a los que se aspira.

BBVA considera que mejorar el bienestar financiero debe estar al alcance de todos y, por este motivo, ha convertido la salud financiera en una de sus seis prioridades estratégicas. La entidad quiere apoyar a personas y empresas en su camino para alcanzar ese bienestar financiero a través de soluciones personalizadas, motivándolas y empoderándolas para que incrementen su tranquilidad y seguridad.

Además, el banco entiende la salud financiera como un viaje de cuatro pasos, que empieza con el control del día a día, sigue con el ahorro, continúa con la gestión de la deuda y se completa con la planificación para el futuro. Muchas de las herramientas para acompañar a los clientes en este viaje se ofrecen a través de su aplicación móvil, que reúne el poder de la tecnología, los datos y la experiencia de su equipo humano.

Para ayudar a sus clientes a cumplir sus objetivos y vivir con tranquilidad a lo largo de todas las etapas de la vida, BBVA les ofrece asesoramiento en productos de ahorro e inversión y soluciones que aportan valor y conocimiento para una mejor gestión de su patrimonio.