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Transición justa: definición, claves y retos hacia una economía verde

La transición justa busca transformar el modelo económico hacia uno sostenible, inclusivo y sin emisiones. Este proceso involucra a gobiernos, empresas, trabajadores y ciudadanos, y requiere medidas clave como la formación profesional y la creación de empleos verdes.

La transición justa es un enfoque integral que busca transformar el sistema económico hacia un modelo bajo en carbono, sostenible e inclusivo. Todo ello, asegurando que nadie quede atrás en el proceso. No se trata solo de reducir emisiones o invertir en energías renovables, sino de garantizar que los cambios necesarios para combatir el cambio climático se hagan respetando los derechos laborales, generando empleo digno y fortaleciendo la cohesión social.

Este concepto, respaldado por organismos como la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Unión Europea, pone en el centro a las personas trabajadoras, las comunidades y los sectores económicos vulnerables. Implica anticiparse a los impactos sociales de la transición ecológica. También diseñar políticas públicas, empresariales y financieras que acompañen ese cambio de forma equitativa. Así, la transición justa se convierte en una herramienta clave para alcanzar los objetivos climáticos sin aumentar las desigualdades.

Un ejemplo de transición justa

Unas 40 mujeres del distrito de Dungapur, al sur del estado indio de Rajastán, salen de sus casas cada mañana para poner rumbo al trabajo. En los últimos seis años han fabricado más de 300.000 paneles solares. Estos han ido a parar a hogares, colegios, centros de salud y empresas de los alrededores. Muchas de ellas no tienen estudios, pero no importa. La compañía Durga Energy les ha dado la formación que necesitan para crear estos paneles solares y transformar así su vida y la de su comunidad.

Entre los objetivos de Durga Energy está dotar de energía solar a las escuelas, para que los niños y las niñas puedan estudiar. También está ofrecer lámparas a sus familias, para que realicen sus tareas domésticas. Además, también empoderar a las mujeres para que puedan tener un empleo, independencia y una carrera profesional. Al mismo tiempo, la empresa busca ofrecer a su comunidad una fuente de energía económica, limpia y renovable.

Cada una de estas mujeres del distrito de Dungapur, así como los vecinos que han dejado de depender de los combustibles fósiles y disfrutan de la energía solar, están siendo protagonistas de una transición energética justa. Aquella que busca un cambio gradual hacia un sistema basado en energías renovables que tiene en cuenta las necesidades y el bienestar de todas las personas, sin excepción.

¿Qué es la transición justa? Hacia un mundo más sostenible e igualitario

¿Por qué es necesaria una transición justa para todos?

En el último siglo y medio, nuestro sistema de producción y consumo no ha hecho más que crecer. Compramos, gastamos y tiramos cada vez más, generando una dinámica que ha tenido infinitas consecuencias sociales y medioambientales.

A la desigualdad entre ricos cada vez más ricos y pobres cada vez más pobres se suman la contaminación, el uso abusivo de los recursos naturales y el cambio climático, acelerado por la emisión a la atmósfera de los gases de efecto invernadero (GEI) que genera la quema de combustibles fósiles. Para evitar que estos problemas sigan agudizándose, es necesario dar un giro de 180 grados a la forma de producir y consumir y poner los cimientos de un sistema sostenible y de cero emisiones.

Existen muchas formas de definir la transición justa o la transición verde. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) señala que se basa en “ecologizar la economía de la manera más justa e inclusiva posible para todos los interesados, creando oportunidades de trabajo decente y sin dejar a nadie atrás”. También podría definirse como aquella que transita hacia un sistema basado en fuentes de energía renovables y eficientes, alejado de los combustibles fósiles.

“Nos hemos dado cuenta todos, desde la Unión Europea hasta la OIT, pasando por los diferentes países, que es necesario luchar contra el cambio climático. Para hacerlo hay dos tipos de estrategias, las de adaptación a los cambios que ya se están produciendo y las de mitigación, que buscan frenar el calentamiento global”, explica Henar Álvarez Cuesta, catedrática de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad de León.

“Ambas tienen efectos en muchos órdenes, y uno de ellos es el mundo laboral y productivo y, por consiguiente, las empresas y las personas trabajadoras. Por tanto, lo que pretende la transición justa es que esa lucha contra el cambio climático se haga teniendo en cuenta las necesidades y los beneficios de todos”, explica.

¿Qué es la transición justa? Hacia un mundo más sostenible e igualitario

¿Y cuáles son los sectores que más dependen de que se haga esta transición justa? De acuerdo con la catedrática de la Universidad de León, la respuesta corta es que todos. La respuesta larga indica que serían, sobre todo, aquellos que pertenecen al sector primario: “La agricultura, la ganadería o la pesca, por ejemplo. Aunque también es muy importante para el turismo, la construcción, la industria, la logística… Es un objetivo que beneficia a todos”.

Formación y empleos verdes: motores de la transición justa

Conseguir una transición justa pasa por dar un impulso a soluciones locales, a economías también locales y de cero emisiones, a la acción climática, a sistemas de transporte inclusivos y a fuentes de energía más limpias y económicas. Y, sobre todo, a la creación de empleos verdes que pueden mejorar las condiciones de vida de las personas y sus comunidades.

“Uno de los principios vertebrales de la transición justa es la formación, tanto la oficial como aquella que se adquiere de forma continua a lo largo de toda la vida”, explica Álvarez. “La transición energética genera oportunidades de empleo, que, además y de acuerdo con la OIT, puede ser digno y decente. Para acceder a estos puestos es necesaria la formación”, añade.

De acuerdo con el World Economic Forum, solamente la transición energética puede generar más de 10 millones de nuevos puestos de trabajo a nivel global de aquí a 2030 (muchos de ellos se dedicarán a la modernización de la infraestructura energética). Aquí se incluirían, por ejemplo, los empleos de las mujeres de Dungapur que recibieron formación para poder trabajar creando placas solares.

Pero la transición justa no se limita a la transición energética. Los nuevos puestos de trabajo pueden ir mucho más allá y abarcar otros ámbitos ligados de un modo u otro a la sostenibilidad, la transición digital y la transición verde. Un informe de la OIT señala que se podrían crear unos 20 millones de empleos invirtiendo en políticas que apoyen la naturaleza y aborden el cambio climático, el riesgo de desastres, la inseguridad alimentaria y otros desafíos.

“Para mí un empleo verde es aquel que respeta y protege el medioambiente, y al mismo tiempo crea condiciones laborales decentes y dignas, con buenos sueldos y niveles de protección”, explica Álvarez. “Puede verse de forma transversal: un empleo verde puede ser el de alguien que trabaje, por ejemplo, en una empresa que utiliza energía limpia, reduce sus desechos y promueve que la movilidad para ir al trabajo tenga una menor huella de carbono. La idea de la transición justa es que todos los empleos aspiren a tener un menor efecto en el medioambiente”, añade.

Financiación sostenible y colaboración: pilares de la transición justa

Impulsar la transición justa está en manos de los gobiernos, y a su responsabilidad se suma la de las empresas, las organizaciones y, también, la de los ciudadanos. Si el objetivo es conseguir un sistema que favorezca a todos, es fundamental escuchar e involucrar a todos los agentes de la sociedad.

Uno de los desafíos de esta transición justa es que, para resultar efectiva, debe darse a nivel global, sin dejar a nadie atrás. Para lograrlo, son necesarias la colaboración y la financiación. En 2009, los países desarrollados se comprometieron a entregar 100.000 millones de dólares anuales para financiar la acción climática de los estados en vías de desarrollo a partir de 2020. Estos, cumplieron por primera vez con el objetivo en 2022.

Además, en la COP27 (última cumbre del clima, celebrada en Egipto en 2022) se aprobó un mecanismo de compensación por pérdidas y daños para que los países desarrollados compensen a los más vulnerables por los daños que les causa y les ha causado ya el cambio climático. Sin embargo, no se pactó quiénes serán estos países emisores y receptores.

“Hace falta dinero para formación, para anticipar los riesgos y las oportunidades, para invertir en la tecnología y las actividades que nos llevan hacia una transición justa. Por otro lado, hace falta implicación de todos los agentes para que la transición justa no quede solamente en una frase muy bonita”, explica la investigadora.

“Antes siempre se hacía la disyuntiva de ‘esta fábrica contamina, pero va a crear puestos de trabajo’. Lo que se busca con la transición justa es que esto no vuelva a ocurrir, que no se ponga el interés económico por encima del social o del medioambiental”, añade. “El resultado sería un mundo más igualitario. Un mundo en el que se puedan crear puestos de trabajo dignos y a la vez proteger el medioambiente”, concluye.

El papel de la financiación en una transición justa

La transición justa no solo implica crear empleos verdes y reducir emisiones: también supone tener en cuenta cómo estos cambios afectan a los trabajadores y comunidades que dependen de sectores intensivos en carbono.

Cuando una empresa contaminante transforma su modelo de negocio, a menudo enfrenta desafíos importantes en su fuerza laboral: desde despidos hasta la necesidad de reentrenar personal. Por ejemplo, una petrolera que decide invertir en energías renovables puede encontrarse con profesionales altamente cualificados en extracción y refino que deben ser reubicados o formados para nuevas funciones.

“El enfoque ya no es solo encarecer la financiación a quienes contaminan. Es también ayudarles a cambiar, sin dejar a nadie atrás”, señalan desde BBVA. Para ello, se aplican métricas, objetivos y condiciones en las operaciones financieras que aseguran una reducción real de emisiones y un compromiso social.

Cinco pilares de la transición justa

BBVA trabaja así sobre cinco pilares de transición justa, que incluyen:

  • Apoyo a la reconversión laboral y la educación.

  • Inversión en comunidades locales.

  • Medición del impacto social.

  • Incorporación de riesgos sociales en la estrategia financiera.

  • Transparencia y rendición de cuentas en los avances.

A través de este enfoque, el banco busca no solo reducir su exposición a actividades contaminantes, sino también minimizar los riesgos sociales derivados de la descarbonización y promover un impacto positivo en las personas.

'Podcast': La inflación verde, ¿una posible aliada para la transición energética?

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