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Coronavirus 01 jun 2020

Enseñanzas de los países asiáticos para el desconfinamiento en España

Tras dos meses de estrictas medidas de distanciamiento social y de cierre económico para frenar los contagios del COVID-19, España afronta la desescalada y el desconfinamiento. ¿Cómo debemos llevarla a cabo? Observar y aprender de lo que están haciendo en Asia, donde todo empezó antes, puede ser una útil referencia.

Tras dos meses de confinamiento han comenzado las distintas fases de la desescalada. El deseo de recuperar un poco de la normalidad pre-COVID se combina con la incorporación de las mascarillas, los guantes, la distancia social y el cuidado con las personas de nuestro entorno como parte de esta nueva rutina.

Para que el desconfinamiento sea exitoso, algunos aspectos son clave. “Hay que seguir pidiendo a la sociedad que sea un actor activo en el desconfinamiento, asegurando todas las medidas de higiene que conocemos. Además, debemos asegurar que exista la infraestructura local, en nuestro caso los centros de atención primaria, donde se puedan llevar a cabo los test, identificar a los positivos, aislarlos y también a sus contactos. Si ambas partes están listas y preparadas, los brotes, que se pueden dar,  y los va a haber, serán pequeños y controlables”, explica Rafael Bengoa, médico especialista en salud pública, codirector del centro SIHEALTH y consejero de sanidad del País Vasco entre 2009 y 2012.

China

China y otros países de su entorno han iniciado antes sus desconfinamientos. Con distintos estilos de gobernanza, culturas y con experiencias diferentes ante el virus, muchos de estos territorios, además de confinar a sus poblaciones, han orientado su actuación en dos vértices: hacer muchos test y rastrear a contagiados y contactos. “En Oriente han actuado muy rápido y muy fuerte contra la pandemia. Saben que tienen que hacerlo así porque allí han sufrido otras epidemias recientemente, como el SARS o la gripe aviar. A nosotros no nos han llegado todas las que allí han padecido” explica Bengoa.

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Wuhan, ciudad china en la que se originó el virus, estuvo en confinamiento estricto desde el 23 de enero hasta el pasado 8 de abril, como gran parte del país. Desde entonces, los colegios han vuelto a abrir en la ciudad bajo estrictas medidas de higiene y el uso de mascarillas es obligatorio. Los trabajadores vuelven a sus puestos con horarios distintos que incluyen fines de semana de dos días y medio para alentar el consumo, mientras la vigilancia para detener los contagios y llevar a cabo rastreos ha aumentado. Se ha extendido el uso de códigos QR para determinar, por colores, quién puede salir de casa y hacer vida normal o quién debe permanecer aislado por unos días, como explica la periodista de RTVE, Mavi Doñate. “Este tipo de tecnología de muestreo y rastreo la vamos a necesitar en Occidente para la próxima pandemia. Pero es también una pérdida de libertad. Va a abrir un debate”, analiza Bengoa.

Corea del Sur

La tecnología también ha sido clave en el desconfinamiento en Corea del Sur. Recientemente, las autoridades sanitarias alertaron de una persona que dio positivo por COVID-19 y que unos días antes había salido por una conocida zona de ocio de Seúl. Inmediatamente se cerraron todos los bares y pubs de la ciudad y gracias al monitoreo y rastreo de esta persona y de las tarjetas de crédito usadas en esos bares, se localizó a otras 1.500 personas que pudieron coincidir en los mismos lugares esa noche. Se les pidió que se hicieran test y se quedaran 14 días en casa. Solo tres días después del primer positivo, ya se habían contado otros 40.

¿Se podría esto llevar a cabo en España si se diera una situación similar? “En una discoteca en Barcelona o Bilbao no hubiéramos conseguido lo mismo que en Seúl en poco más de 24 horas. Probablemente tardaríamos unos cinco o seis días en recabar toda esa información. La diferencia entre usar tecnología como ‘apps’ para rastreo y no hacerlo es que, si no se usa, hay que esperar que la persona o alguien en contacto tenga síntomas y llame al centro de salud”, explica Bengoa.

Singapur

Singapur, con poco más de seis millones de habitantes, ha sido uno de los países asiáticos donde más casos se han registrado (más de 28.000 hasta el 18 de mayo) pero tan sólo registra 21 muertes. Junto con Wuhan y Corea del Sur, es uno de los lugares en los que se han identificado rebrotes y nuevos positivos durante el desconfinamiento. Pese a decretar en febrero y marzo el cierre de fronteras y controlar la expansión del virus, desde el 7 de abril se decretó un duro confinamiento con cierre de colegios, comercios y escuelas que durará hasta el 1 de junio. Los contagios subían en abril y las autoridades localizaron el foco: más del 80% de los casos se han diagnosticado entre los trabajadores extranjeros de la ciudad, que han sido aislados en complejos residenciales de dormitorios.

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Con las medidas de atenuación del confinamiento, desde el pasado 4 de mayo algunos servicios vuelven a estar disponibles, las personas pueden ejercitarse en el parque y, desde el 12, las peluquerías, las panaderías y las lavanderías funcionan con normalidad. Aun así, se pide a la población estar en casa y salir solo si es necesario, al tiempo que se ha implementado la vigilancia y el rastreo con altas multas para quien no cumpla las distancias sociales. Además, se emplea la última tecnología, como el perro robot ‘spot’, un can metálico de color amarillo y negro con varias cámaras que alerta a los ciudadanos en los parques para que mantengan la distancia permitida entre ellos.

Vietnam

Mientras tanto, Vietnam es la otra cara de la moneda: a mediados de mayo,cuenta con algo más de 300 casos y ninguna muerte declarada por COVID-19. Los números son asombrosos teniendo en cuenta que el país comparte frontera con China. Vietnam ha contado con un fuerte control gubernamental, que cerró las fronteras en cuanto se conocieron los primeros casos en Wuhan, puso en cuarentena a los llegados desde China, cerró fábricas y comercios, aisló barrios enteros y puso a policía, ejército e incluso vecinos a vigilar y rastrear posibles casos.

Ahora, los vietnamitas comienzan a recuperar su actividad con los nuevos estándares de higiene y las medidas de distanciamiento social. El lunes 11 de mayo, los niños y jóvenes volvieron a las escuelas en las ciudades de Hanoi y Ho-Chi-Min, las dos urbes más importantes. Vietnam intenta regresar a la normalidad con la ayuda de 10.000 test realizados al día, gracias a la fabricación local.

Bengoa incide en que la localización de los casos será un aspecto clave en el desconfinamiento, como han mostrado los países asiáticos. “Para hacer el trabajo de rastreo, necesitas a personal preparado en salud pública: después de identificar a un positivo, es necesario  hacer las preguntas a todos los contactos y tomar o no la decisión de aislarlos. Es la única forma para evitar un brote local”, explica, sin dejar de añadir: “Iría más lejos en los test que se han hecho en residencias y a personas de grupos de riesgo y vulnerabilidad. Hay que salir a buscar los casos”.