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Los españoles creen que es necesario preservar el bienestar y la dignidad de los animales

Los resultados de un estudio que acaba de publicar la Fundación BBVA muestran que la mayoría de los españoles cree que los animales sienten dolor físico y miedo de forma similar a los seres humanos y considera que tienen una dignidad que debe ser respetada. Se acepta su uso en la investigación veterinaria, médica y científica o en alimentación, pero existe un amplio rechazo a su utilización en espectáculos en vivo, investigaciones de cosmética o confección de abrigos de piel.

Los animales no constituyen un universo distante para los españoles. Según el ‘Estudio de la Fundación BBVA sobre la visión y actitudes hacia los animales’, existe un amplio acuerdo (media de 7,9 en una escala de 0 a 10) respecto a la idea de que “los animales y los seres humanos tenemos los mismos orígenes biológicos”. La mayoría de los españoles también coincide en que los animales sienten dolor físico (8,7) y placer (6,9) de manera similar a las personas, y en que sus vínculos familiares (7,2) y relaciones sociales (6,5) son parecidas a los humanos.

La investigación del Departamento de Estudios Sociales y Opinión Pública de la Fundación BBVA, basada en dos encuestas realizadas en noviembre de 2021, muestra también que la gran mayoría de la población cree que los animales merecen una consideración moral: un 39% les atribuye ese carácter en un grado equiparable al de los seres humanos, un 27% piensa que tienen un estatus a medio camino entre los seres humanos y las plantas y solo un 26% niega que se pueda otorgar condición moral a los animales.

Asimismo, ocho de cada diez españoles cree que tiene sentido atribuir dignidad a los animales: cuatro de cada diez lo cree totalmente y otros cuatro en parte. En el caso de los primates, la intensidad en la atribución de dignidad sin reserva alguna se incrementa significativamente, pasando del 40% al 52%.

Derecho a la vida de los animales

El 54% de los españoles cree que se debe reconocer el derecho a la vida de los animales de manera similar al de los seres humanos y el 44% considera también que debe reconocerse, aunque de manera distinta a los seres humanos.

La inmensa mayoría de la población considera, además, que los seres humanos tienen la obligación moral de velar por los animales, tanto si se trata de animales domésticos (media de acuerdo de 9,3 en una escala de 0 a 10), de animales salvajes (8,6), e incluso de ratones e insectos (7,5).

Esta visión de los animales se enmarca en una visión de la naturaleza en la que los valores medioambientalistas predominan sobre la visión materialista de la naturaleza vigente hace varias décadas. La inmensa mayoría está de acuerdo con la afirmación “la naturaleza es más bella que las cosas construidas por los seres humanos” (media de 8,4 en una escala de 0 a 10), así como con la frase “el equilibrio de la naturaleza es muy delicado y fácilmente alterable por las actividades de los seres humanos” (8,5).

Por el contrario, los argumentos puramente instrumentales o aquellos que supeditan el crecimiento económico a la explotación de la naturaleza obtienen una baja aceptación: la mayoría rechaza la idea de que “las plantas y los animales existen para ser usados por los seres humanos” (media de 4,1) o que “el crecimiento económico es más importante que la protección del medio ambiente” (3,2).

Preocupación por la desaparición de especies y uso de los animales

En este marco, los españoles expresan un alto nivel de preocupación por la desaparición de especies animales: el 74% se sitúa en posiciones de máxima preocupación (8-10), que va acompañada por un marcado reconocimiento de que la extinción de especies animales es el resultado de la actividad humana (88%).

La razón dominante para conservar las especies en peligro de extinción es el reconocimiento de que “todas las especies tienen el mismo derecho a existir que los seres humanos” (52%), frente a una tercera parte (36%) que reconoce también la importancia de la conservación aunque desde un punto de vista más instrumental (“la necesidad que tienen los seres humanos de otras especies para sobrevivir”).

Con respecto a las percepciones sobre la legitimidad del uso de animales para distintas actividades se observa una partición nítida: desde una amplia aceptación de usos ligados a la investigación veterinaria (7,0), médica (6,0) y científica (5,7), así como para la alimentación de los humanos (6,1) hasta un amplio rechazo del uso de animales en espectáculos como los toros (1,9) o el circo (1,7), en investigaciones de cosmética (1,3), para confeccionar ropa (1,5) y, en particular, abrigos de piel (0,8).

La aceptación del uso de animales en la investigación depende del tipo de animal del que se trate y de la finalidad del estudio: se acepta la investigación con insectos y ratas (5,9) y es ampliamente rechazada en chimpancés (3,8), delfines (3,2), perros (3,3) y gatos (3,4). La aceptación es más amplia cuando se trata de investigaciones para tratar enfermedades mortales o degenerativas en los propios animales (6,8) y en humanos (6,4), o en el desarrollo de vacunas (6,2) y el uso de los animales es rechazado para analizar la contaminación del aire (4,4), y, sobre todo, para testar la seguridad de productos de limpieza (1,5).

Con carácter general, la modificación genética de los animales se rechaza mayoritariamente para cualquier objetivo. Hay división en el caso de fines médicos (4,6), mientras que la desaprobación es casi universal cuando se trata de supuestos de mejora en la producción de alimentos (2,6), de sus propiedades (2,3) o cuando el propósito es mejorar su apariencia (0,8).

En el caso de la clonación, las actitudes se diferencian según el fin al que se aplique: es aceptada en el caso de que una especie animal estuviera muy amenazada (6,6), mientras que las opiniones están más divididas, aunque prevaleciendo la desaprobación en el caso de obtener beneficios médicos para los seres humanos (4,3) y el rechazo es muy fuerte para obtener beneficios para la ganadería (2,8).