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Blockchain 20 jul 2021

Qué son los NFTs: los ‘tokens’ para el coleccionismo de bienes digitales

Los NFT o ‘tokens’ no fungibles son activos digitales únicos que no se pueden cambiar entre sí, ya que no hay dos iguales. Todo aquello que puede representarse digitalmente tiene el potencial de convertirse en un NFT: de un tuit a un meme pasando por una obra de arte. La criptografía de los ‘tokens’ permite acreditar que el propietario es el único poseedor de la pieza original.

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Jack Dorsey vendió hace unas semanas el primer tuit de la historia en forma de ‘token’ no fungible (NFT) por 2,9 millones de dólares. El mensaje, publicado el 21 de marzo de 2006, era "just setting up my twttr" (“solo estoy configurando mi twttr”, en español). La venta de tuits en forma de NFTs ya es una realidad. También hay quienes pagan por memes u obras de arte digital. ¿Pero qué son exactamente los NFTs? ¿Por qué hay gente pagando una fortuna por algo intangible como un tuit, un meme o una reproducción digital de una impresión cuando puede verlo gratis online con la misma facilidad?

Los NFTs permiten asociar a cualquier objeto virtual un certificado de autenticidad que lo convierte en una pieza única. Enrique Sotomayor, CEO de Kolokium Blockchain Technologies, explica que un NFT es “un ítem digital único e indivisible, que no se consume al usarlo y no puede ser sustituido por otro”. Cuando se quiere crear una representación digital por ejemplo de una obra de arte, “se programa un ‘smart contract’ (o contrato inteligente) que contiene dicha información y también las reglas de cómo se va a someter a las distintas transacciones, en este caso, de compra y venta”.

Los NFT utilizan la misma tecnología que las criptomonedas. Lo que los diferencia, tal y como indica Sotomayor, es la información y las instrucciones que contienen los códigos de dichos contratos inteligentes. “La principal diferencia es que las criptomonedas se pueden consumir y pueden ser sustituidas por otras unidades equivalentes, es decir, son fungibles”, comenta el experto.

En 2020 se vendieron algo más de 400 tuits a través de una plataforma llamada Valuables y se ofrecieron 75.000 dólares en total en esas subastas. Otro ejemplo sería el meme de Nyan Cat, un gato volador animado que deja un rastro de arcoíris y que se vendió en febrero por más de 500.000 dólares. En este contexto, incluso algunos 'youtubers' se plantean sacar a la venta su propia colección de NTFs.

Pero el auge del coleccionismo digital no es del todo nuevo. Oscar Lage, responsable de Ciberseguridad y Blockchain de Tecnalia, explica que “la fiebre” comenzó en 2017 con la plataforma CryptoKitties, que permitía a los usuarios comprar y ‘criar’ gatitos con distintas combinaciones de colores y características, con la posibilidad de venderlos posteriormente a otros usuarios. Estos gatos coleccionables “hicieron que operar en la red fuera mucho más caro de lo habitual debido al furor que causaron”.

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“Poco a poco los artistas digitales se han subido al furor de la primera emisión de ‘tokens’ NFT coleccionables y están creando obras digitales para ser vendidas en exclusiva mediante estos ‘tokens’”, comenta Lage. En muchas ocasiones, según cuenta, los artistas conceden la licencia de explotación de dicha obra digital al poseedor del NFT que la representa. En estos casos, “únicamente un pequeño grupo de poseedores de los ‘tokens’ NFT tienen licencia para usar y reproducir dichos contenidos en diferentes medios”. No obstante, Lage considera que la mayoría de compradores espera que dichas obras y su autor “se hagan famosos algún día para que la obra adquiera un valor, al igual que cualquier coleccionista de arte tradicional hace coleccionando obras y esperando que alguna de ellas multiplique su valor”.

¿Cómo y dónde se compran estos ‘tokens’? Toni Moral, CEO de la plataforma española Watafan, indica que normalmente se hace “a través de plataformas que sirven de interfaz para poder visualizar el contenido de los NFTs”. Según cuenta, en estos espacios se pueden comprar y vender los ‘tokens’ e interactuar a la vez con otros usuarios como si se tratase de una red social. Sotomayor subraya que para intercambiar estos activos se debe disponer de una ‘wallet’. Es decir, “un lugar donde guardar las claves que te dan acceso al NFT que está guardado en una ‘blockchain’”.

Los ‘tokens’ no fungibles podrían traer consigo algunas ventajas. Sotomayor indica que una foto o una canción firmada digitalmente con un certificado digital por su autor, además de conferir autenticidad a ese activo digital, permitiría al artista conocer quién posee sus obras y controlar dónde se publican: “Esto podría solucionar muchos problemas de propiedad intelectual que hay en el mundo de la fotografía y que ahora se intentan evitar con el uso de marcas de agua”.

No obstante, aún es pronto para saber hasta qué punto los NFTs se volverán un fenómeno de masas. “Deberemos esperar un tiempo a que termine el ‘hype’ y que los ‘tokens’ NFT sean utilizados para casos concretos en los que realmente se aporte valor más allá del furor de una moda pasajera. Esos usos que perduren serán los que realmente tengan sentido. Ya veremos qué impacto y volumen tienen”, concluye Lage.