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La psicología de la economía

La teoría económica clásica identifica a los agentes económicos como seres racionales que ejecutan sus decisiones maximizando su ingresos y minimizando sus costes. El concepto de homo economicus. Para crear modelos económicos que nos sirvan para explicar los fenómenos que se dan en los mercados y en las economías mundiales, necesitamos simplificar; esta es una de las premisas básicas del método científico aplicado en economía.

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Veamos una área de conocimiento muy interesante, con diferentes aproximaciones desde profesionales de la psicología a economistas. La concesión de dos premios Nobel de Economía a los psicólogos Herbert A. Simon, por sus trabajos sobre racionalidad limitada (1978), y Daniel Kahneman, por su teoría de la prospección (2002), constituye un acontecimiento desconocido por el público en general pero que da fe de la importancia de este tipo de investigaciones.

No es nueva esta aproximación a las decisiones económicas desde la perspectiva de la mente humana afectiva. Muy famosa es la explicación de los animal spirits de Keynes, por ejemplo. La ilusión por montar una empresa tiene más de amor y curiosidad que de planes de negocio, por mucho que estos sean necesarios para minimizar los riesgos de fracaso. De hecho, es el fracaso el mejor maestro de un emprendedor.

La psicología económica trata de identificar el comportamiento económico del ser humano como factor estrechamente ligado a las emociones y aportar la orientación necesaria para mejorar su toma de decisiones.

En tiempos de crisis económica queda mucho más claro que las decisiones económicas distan mucho de esa supuesta racionalidad. Vemos con virulencia los defectos del sistema y los comportamientos demasiado humanos de los operadores en los mercados. De hecho en muchas áreas ya se están aplicando conceptos de psicología económica para analizar los comportamientos de los consumidores y agentes económicos; en campos tan distantes como la publicidad o el comportamiento de los inversores. Lo emocional, la ilusión, el miedo, la necesidad de pertenencia a un grupo, importan y mucho, a la hora de tomar decisiones de carácter económico.

En el campos de los recursos humanos, conjunto de conocimientos sobre el ser humano en su vertiente productiva y cuya aplicación ha soslayado tantas veces la importancia de las relaciones grupales, se notan las carencia de la gestión económica racionalista. Una persona desea muchas cosas más que cobrar un sueldo. De hecho, hace mucho más si su retribución también tiene en cuenta sus necesidades psicológicas. Espero y deseo que las empresas cuya gestión se basa en la jerarquía mal entendida se vengan pronto abajo.

Destacables son los falsos dogmas económicos que se cuelan el el imaginario colectivo. ¿Acaso la falsa certeza de que los precios de la vivienda nunca caen no nos ha ayudado a caer en este pozo lóbrego de la crisis?

La sociedad occidental ha dejado de lado la psicología, reduciéndola a un disciplina aplicable solamente a los problemas mentales individuales, cuando el estudio de la mente humana es fundamental para entender sus acciones y reacciones y especialmente útil e innovadora si se utiliza para enriquecer el conocimiento económico.