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Qué factores determinan la calidad de vida y cómo se puede mejorar

Economistas, sociólogos y psicólogos llevan décadas intentando identificar los factores que determinan lo satisfecha que se siente una persona con el lugar que ocupa en el mundo. El concepto de calidad de vida nació ligado a la salud física y tiene en la economía un factor clave, pero va más allá, incluyendo aspectos sociales y emocionales. Tener una buena salud financiera es una de las variables que más impacta en la calidad de vida.

Qué factores determinan la calidad de vida y cómo se puede mejorar

Calidad de vida es un concepto lo suficientemente poliédrico y multifactorial como para que la Organización Mundial de la Salud (OMS) necesitara 15 grupos de investigación internacionales, trabajando simultáneamente, para llegar a una definición válida en diferentes culturas: "La percepción que tiene un individuo de su posición en la vida en el contexto de la cultura y los sistemas de valores en los que vive, y en relación con sus metas, expectativas, estándares y preocupaciones".

El término lleva desarrollándose conceptualmente más de 80 años, desde que los investigadores en salud comenzaron a interesarse por las forma en que factores externos a la condición física, tanto objetivos como subjetivos, empeoraban o mejoraban las situación de los pacientes. Se barajaban entonces cuestiones como la situación económica y social, la satisfacción con uno mismo o sus circunstancias personales.

¿Qué factores determinan la calidad de vida?

La OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) publica, bianualmente, su ‘Better Life Index’ (Índice para una Vida Mejor), basado en 11 criterios que van más allá del PIB y la macroeconomía:

  • Comienza abordando las condiciones de la vivienda y qué porcentaje del presupuesto familiar se destina a ella.
  • A esta le siguen los ingresos (y el patrimonio financiero).
  • Cómo de estable es el empleo o si existe una situación de paro.
  • La comunidad, que se entiende como la calidad de las redes de apoyo familiares y sociales.
  • El acceso a la educación y sus beneficios.
  • La calidad del medioambiente.
  • El compromiso cívico existente (por ejemplo si en el país de residencia se favorece una participación democrática).
  • El cuidado de la salud.

El índice de la OCDE también incluye el grado de satisfacción ante la vida, que pretende medir ese intangible llamado felicidad. El apartado de seguridad cuantifica la tasa de homicidios y asaltos. Mientras que el equilibrio entre la vida y el trabajo mide el tiempo que dedicamos a ser productivos respecto al que destinamos al entretenimiento. Son un conjunto de variables a las que cada uno le puede dar diferente nivel de importancia.

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Los factores de la OCDE recuerdan, con añadidos y variantes, a los que utilizó The Economist Intelligence Unit, la unidad de estudios del semanario económico británico, en su ranking de 2005 sobre calidad de vida de los países desarrollados: bienestar material, salud (calculada sobre la esperanza de vida al nacer), estabilidad política y seguridad, vida familiar, vida comunitaria, geografía y clima, seguridad laboral, libertades políticas y civiles, e igualdad de género.

The Economist Intelligence Unit repitió índice en 2013, y lo llamó 'Dónde Nacer', pero volvía a ser un intento de medir la calidad de vida de 80 países. O, dicho de otro modo, las oportunidades que cada uno de ellos ofrecía a sus habitantes de tener "una vida saludable, segura y próspera". Para ello cruzó datos objetivos con los resultados de encuestas en las que los entrevistados decían cómo eran de felices.

Concluyó que el dinero ayuda "más que cualquier otra cosa", pero que no lo es todo. "Un índice de criminalidad bajo, la confianza en las instituciones públicas, la salud y la vida familiar también importan", detalla el estudio. El informe destaca que, mientras algunos de sus 11 indicadores son fijos (como la geografía) y otros cambian muy lentamente (demografía y algunos aspectos sociales y culturales); existe un tercer grupo de factores que depende de las políticas y el estado de la economía mundial. El índice aupó en su podio a Suiza y Australia; España quedó en el puesto 28 y el ránking de países de América Latina estaba encabezado por Chile (23). Le seguía Costa Rica (30), Brasil (37), México (39), Argentina (40), Colombia (42) y Perú (43).

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Un poco de historia y muchas aristas conceptuales

En el artículo 'Una breve historia de la calidad de vida: su uso en medicina y filosofía', Maddalena Pennacchini y otros tres autores del Instituto de Filosofía de la Actividad Científica y Tecnológica del Campus Universitario Biomédico de Roma cuentan cómo el interés académico por la calidad de vida saltó a la literatura médica en la década de los sesenta del siglo XX. Esto sucedió cuando "las nuevas tecnologías plantearon nuevas preguntas para los médicos, por lo que utilizaron la calidad de vida como parámetro para tomar decisiones en temas de salud". Y cómo, a partir de los ochenta, los filósofos entraron en el debate, enriqueciendo (y haciendo más complejo) el concepto con nuevas variables, como la felicidad.

Entre 1987 y 1991, un grupo interdisciplinar de cinco países desarrolló un instrumento (EuroQol y después EQ-5D) utilizado para valorar el estado de salud. Aborda cinco dimensiones: movilidad, autocuidado, actividades habituales, dolor/malestar y ansiedad/depresión. Se puede considerar una primera aproximación al concepto de calidad de vida.

Además de salud, tener calidad de vida requiere "un trabajo productivo que cubra mis necesidades básicas, me permita espacios de ocio y me genere bienestar emocional", precisa Rebeca Cordero, profesora de Sociología Aplicada de la Universidad Europea de Madrid.

Más allá de una base objetiva, compuesta por unas condiciones económicas favorecedoras y un entorno cómodo, existen cuestiones subjetivas. El sustrato personal e intransferible dependerá del estilo de vida de cada cual. "Una persona puede ser muy feliz en un pueblo, con un huerto, cuatro gallinas y recursos económicos limitados, y otra más urbanita, no", apunta Cordero. La profesora de Sociología defiende que, para alcanzar un estado de bienestar y plenitud, "el individuo ha de sentir que su vida le pertenece". A partir de ahí, se trata de buscar lo que le aporta, suma o enriquece.

Una buena salud financiera es clave para que una persona pueda alcanzar ese estado de bienestar, con la tranquilidad de estar en condiciones de atender a sus gastos diarios, hacer frente a imprevistos y afrontar los planes de futuro a los que se aspira.