Contaminación industrial: ¿qué es y cómo reducirla?
La contaminación industrial supone la liberación de sustancias dañinas por parte de la industria al agua, a los suelos o al aire. Puede ser química, minera o agrícola e impacta en el medioambiente y la salud. Promover un modelo productivo sostenible que reduzca el uso de agua y energía, y apueste por consumos de proximidad y proveedores cercanos ,es parte de la solución.

Bajo las calles de Valencina de la Concepción, una pequeña villa de la provincia de Sevilla, se esconde un tesoro prehistórico: los restos de uno de los mayores asentamientos humanos neolíticos de la península ibérica. Allí, entre el tercer y el cuarto milenio antes de nuestra era, también llegó la fiebre del cinabrio. Este mineral, del que se extrae el mercurio, se consideraba entonces una materia prima exótica de gran valor. Especialmente por las élites y para los ritos sagrados. No es de extrañar que en los restos de 70 individuos humanos y 22 animales que se encontraron en el yacimiento de Valencina, los niveles de contaminación por mercurio estuviesen disparados.
El caso de esta localidad española no es único. Otro estudio liderado por la Universidad de Sevilla halló, tras analizar muestras de 370 individuos de 23 sitios arqueológicos neolíticos de España y Portugal, niveles de mercurio de hasta 400 partes por millón (muy superiores a los recomendados en la actualidad por la Organización Mundial de la Salud, OMS). La llegada de la civilización romana no mejoró las cosas. La minería de oro en la península multiplicó también la contaminación por mercurio y por plomo. Y es que la contaminación industrial no es exclusiva de nuestro tiempo, aunque en el último siglo haya alcanzado niveles nunca vistos.

“El mercurio es un metal pesado ampliamente utilizado desde la antigüedad. Hoy sus emisiones de origen humano proceden principalmente de la extracción artesanal de oro, la combustión de carbón y la producción de cemento y metales no férricos. El mercurio constituye un problema a nivel global por su capacidad de ser transportado y depositado en lugares alejados de su zona de emisión”, explica Antía Gómez Armesto, investigadora en el área de edafología y química agrícola en la Universidad de Vigo. “Según la OMS, el mercurio es uno de los diez contaminantes químicos de mayor preocupación para la salud pública. Entre otras cosas, es una neurotoxina que afecta principalmente a nivel fetal e infantil, causando desorden del crecimiento, discapacidad mental o pérdidas de visión o memoria”.
Tipos de contaminación industrial
La contaminación ambiental, la introducción de sustancias y otros elementos físicos en un medio que provocan que sea inseguro o no apto para su uso, existe desde que el ser humano empezó a alterar su entorno. Sin embargo, la contaminación industrial, la liberación de sustancias dañinas por parte de la industria al medioambiente (aguas, suelos y aire) de modo directo o indirecto, está especialmente asociada a todas las actividades desarrolladas por el ser humano desde la Revolución Industrial. Esta contaminación industrial, tal como explica Gómez Armesto, se puede clasificar en función de diferentes factores,
Según la parte del medioambiente al que va dirigida, hablamos de contaminación de las aguas (como ríos, lagos, acuíferos y océanos), contaminación de los suelos y contaminación del aire. “El primer tipo se genera por el vertido de aguas cargadas de contaminantes procedentes de industrias como la química y la agrícola, el segundo está más relacionado con las industrias mineras y químicas y el tercero tiene que ver, sobre todo, con las plantas de producción de energía y la quema de combustibles fósiles, que emiten grandes cantidades de gases de efecto invernadero (GEI) y de metales pesados a la atmósfera”, explica la investigadora.
Además, si atendemos al tipo de industria que genera los contaminantes, podemos hablar de contaminación química, minera o agrícola, entre otros muchos tipos. Por último, en relación con el foco de emisión, se diferencian cuatro tipos de contaminación industrial: de emisiones puntuales, no puntuales, difusas y fugitivas. “Las primeras proceden de una fuente fácilmente identificable, como una tubería o una chimenea, y además se pueden cuantificar. Las no puntuales no tienen una fuente concreta, pero sí se pueden medir. Las difusas no tienen un origen fácilmente identificable y son emitidas por varios puntos en un área extensa. Y, por último, las emisiones fugitivas son las originadas por escapes o fugas accidentales y no intencionadas”, añade Gómez Armesto.

Impacto en el medioambiente y la salud de la contaminación industrial
La industria es un factor central de las economías. En la Unión Europea, por ejemplo, representa cerca del 18 % del producto interior bruto (PIB) y da empleo directo a unos 36 millones de personas. Pero, al mismo tiempo, es una fuente importante de contaminación. Según datos de la Agencia Europea del Medioambiente, la industria es responsable de más de la mitad de las emisiones totales de algunos de los principales contaminantes atmosféricos y gases de efecto invernadero, así como de la liberación de contaminantes en el agua y el suelo, la generación de residuos y el consumo de energía.
Aunque resulta imposible separar los impactos de la contaminación industrial de los de otros tipos de contaminación ambiental, son muchos los estudios que señalan que es un factor que afecta con claridad a la salud humana. La OMS relaciona la contaminación del aire directamente con el aumento del riesgo de infarto y otros problemas cardiovasculares, de cáncer de pulmón y de multitud de enfermedades crónicas. La organización internacional calcula que la exposición a aires con niveles de contaminación elevados causa siete millones de muertes prematuras al año.
Además de los impactos directos en la salud, la contaminación industrial afecta indirectamente a los seres humanos a través de las alteraciones que provoca en el medioambiente. Los gases de efecto invernadero generados, sobre todo por la quema de combustibles fósiles y la agricultura, son seguramente el mejor ejemplo de ello. La concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera es hoy un 50 % más alta que antes de la Revolución Industrial, según datos de la NOAA, que cuenta con la estación de medición de CO2 atmosférica más antigua en funcionamiento. Como consecuencia, la temperatura media global es 1,2 °C más alta que en el siglo XIX y los termómetros no dejan de subir, de acuerdo con los últimos datos de la Organización Meteorológica Mundial.
“Otro efecto importante es la acidificación de las aguas y los suelos causada por la emisión de gases como el dióxido de azufre, que en la atmósfera reacciona y se transforma en compuestos como el ácido sulfúrico, donde forma a la lluvia ácida”, añade Antía Gómez Armesto. “La quema de combustibles fósiles y la industria química también liberan metales pesados, que pueden ser transportados largas distancias y pueden pasar fácilmente a la cadena alimentaria, causando importantes efectos de toxicidad en la fauna, la flora y los seres humanos. Por último, el uso de pesticidas y antibióticos a gran escala en las actividades agrícolas y ganaderas puede generar graves consecuencias en la salud”.

Claves para reducir la contaminación industrial
La contaminación industrial no ha seguido una tendencia marcada de incremento en los últimos años. Al menos, no en todos los territorios ni en todas las industrias. Por ejemplo, en la Unión Europea – entre 2007 y 2017– las emisiones de óxidos de azufre disminuyeron un 54 %, las de óxidos de nitrógeno más de un tercio, y las de gases de efecto invernadero un 12 %. Para lograrlo, la regulación y las políticas de control de emisiones estrictas, el fomento del reemplazo de las tecnologías industriales por sistemas más eficientes y la transición hacia procesos de fabricación menos contaminantes han resultado clave. Aun así, queda mucho por hacer.
En 2020, el sector textil fue la tercera fuente de degradación del agua y del uso del suelo a nivel mundial. Ese año también, el consumo de ropa y calzado de cada ciudadano de la Unión Europea requirió el uso de una media de nueve metros cúbicos de agua, de 400 metros cuadrados de tierra y de 391 kilogramos de materias primas. De acuerdo con la Comisión Europea, la reducción de la contaminación de esta industria pasa por hacer que los productos textiles sean más duraderos, reparables, reutilizables y reciclables, y hacer frente a la moda rápida frenando la sobreproducción y el consumo excesivo de ropa.
En líneas generales, la reducción de la contaminación industrial requiere de un modelo productivo sostenible, que use menos agua y energía (y que la que necesite sea de fuentes limpias y renovables), que apueste por un consumo de mayor proximidad, por el uso de proveedores cercanos, y que busque reducir el uso de materias primas vírgenes apostando por materiales reciclados y circulares.
“Además, también se deberían fomentar campañas de reducción del consumo a nivel mundial y, en especial, en los países desarrollados, ya que el crecimiento excesivo de la población sumado a un aumento del consumo sin control agrava la situación, aumentando no solo las emisiones derivadas de las actividades industriales destinadas a cubrir dichas necesidades, sino también aumentando el ritmo de extracción de recursos naturales, que no son infinitos”, concluye Gómez Armesto.