En los últimos años, la aclamada fotógrafa Isabel Muñoz ha utilizado su arte para enviar un fuerte mensaje de conciencia medioambiental. A través de sus impactantes fotografías que muestran la devastación causada por la contaminación marina y su experimentación técnica con la impresión en ‘coralotipias’ y ‘nacarotipias’, Isabel se ha esforzado por despertar la sensibilidad y la acción en las personas en ‘Aprendemos Juntos 2030’ de BBVA.
Causas Contaminación
La desigualdad se origina y se manifiesta también en la capacidad para contaminar. Casi 800 millones de personas que viven en las economías avanzadas son los principales emisores de gases de efecto invernadero (GEI). Y el 1 % que más dióxido de carbono (CO2) emite a nivel mundial deja una huella de carbono de 50 toneladas de CO2 al año.
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En este capítulo del 'podcast' de 'Futuro Sostenible' vamos a hablar de bioplásticos. Se trata de un tipo de plásticos derivados de productos vegetales, tales como el aceite de soja, el maíz o la fécula de patata, a diferencia de los plásticos convencionales, derivados del petróleo.
El área de Estudios Económicos de BBVA México presenta en el documento de trabajo “¿El confinamiento por COVID-19 redujo la contaminación del aire?”, evidencia estadística rigurosa de la influencia de la drástica reducción de la movilidad, derivada de la pandemia por COVID-19, sobre los niveles de concentración de los contaminantes que afectan la calidad del aire en la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM), que incluye a la Ciudad de México y a los municipios conurbados del Estado de México. Los resultados pretenden contribuir al debate sobre las estrategias de reducción de la movilidad para la restauración de una calidad del aire “buena”.
Para muchas especies, la oscuridad de la noche es un lugar de oportunidades. En el caso de los humanos, la luz artificial es una necesidad y también un problema. La contaminación lumínica provoca que una de cada tres personas apenas vea el cielo estrellado. Por no hablar de cómo afecta al sueño y al consumo de energía.
La contaminación de los suelos afecta a todos los continentes y hasta a las regiones más remotas de la Tierra. Aunque suele resultar invisible, afecta a la capacidad de los suelos para ofrecer sus servicios ecosistémicos, esenciales para mantener la salud de la naturaleza y de los seres humanos.
El 99% de la población respira aire más contaminado de lo recomendado, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Partículas en suspensión y gases producidos por el tráfico rodado, la industria y las calefacciones son los principales causantes de la contaminación atmosférica. La legislación y los programas de vigilancia y control son claves para proteger nuestra salud.
Hay especies que cuentan historias de adaptación al medioambiente. En el Támesis, en la ría de Bilbao o en el cauce del Passaid, en EE.UU, la actividad industrial y la presión humana casi convierten los ecosistemas en eriales. Ejemplos donde la degradación ha dejado paso a la restauración ecológica y, por lo tanto, a la sostenibilidad.
Coches, motos, aviones, obras, discotecas, perros, gritos… y también la falta de conciencia y de educación. Todo ello contribuye a incrementar la contaminación procedente de los ruidos del ambiente, y que es mucho más grave de lo que parece.
El continente asiático es la parte del planeta más saturada por la contaminación. Sus dos países más poblados, India y China, encabezan año tras año la lista. El segundo es, además, el más contaminante, seguido de Estados Unidos, por la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que lanza a la atmósfera.
La contaminación, que se extiende por tierra, mar y aire, siempre tiene un denominador en común: la actividad de la especie humana. Los diferentes tipos de contaminación van desde las basuras incontroladas, los humos de los coches o los vertidos de aguas residuales, así como otras menos evidentes como la genética en los cultivos o la alteración de los paisajes.
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La contaminación ambiental es la presencia de componentes nocivos, bien sean de naturaleza biológica, química o de otra clase, en el medioambiente, de modo que supongan un perjuicio para los seres vivos que habitan un espacio, incluyendo, por supuesto, a los seres humanos. Generalmente la contaminación ambiental tiene su origen en alguna actividad humana.
Fue un tesoro natural durante miles de años y hoy es la mayor fuente de gases de efecto invernadero de toda Europa. Pocos conocen su historia, pero el bosque alemán de Hambach se convirtió a finales de los años setenta en una gigantesca mina a cielo abierto de lignito, un carbón muy cuestionado por sus emisiones de CO2.
Este término tan gráfico bautiza a una acumulación de plástico tres veces más extensa que España y con cerca de 80.000 toneladas de desechos flotantes al norte del Pacífico. Además de causar graves daños a los ecosistemas locales, los microplásticos no biodegradables que acumula desde los años setenta envenenan a miles de especies marinas y pueden llegar a la dieta humana.
El concepto comenzó a investigarse en el siglo XIX, ganó popularidad en las décadas de 1960 y 1970 y desde entonces se ha expandido no solo por universidades y organismos públicos de todo el mundo, sino en las preocupaciones —y las experiencias— de cada vez más habitantes del planeta. Hoy el calentamiento global se confirma como uno de los mayores desafíos de la civilización humana.
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Hay una familia de gases, conocidos como clorofluorocarbonos (CFC) y utilizados en refrigerantes y aerosoles, que deterioran una de las defensas imprescindibles para la vida en el planeta, la capa de ozono. Desde 2020, el tamaño del agujero de esta capa cada vez es más pequeño. Y fue gracias a un acuerdo internacional firmado en 1987 por casi todos los países del mundo.
La lucha contra la contaminación del aire protagoniza el lema del Día Mundial del Medio Ambiente 2019 que se celebra cada 5 de junio. El ahorro de recursos y la transición hacia una economía más sostenible suponen un beneficio para el planeta, la salud y las finanzas personales.