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Planeta> Medioambiente Act. 29 may 2023

El ADN del aire puede ayudarnos a conservar la biodiversidad

El ADN está por todas partes, también flotando en el aire. Científicos han logrado extraer material genético de la atmósfera para identificar las especies animales que se encuentran en la zona. Abren así la puerta a nuevos métodos para controlar y estudiar la biodiversidad.

El ADN del aire puede ayudarnos a conservar la biodiversidad

El mundo está lleno de ADN. Está presente en los animales, en el agua, en el suelo y, por supuesto, también en el aire. El material genético de los seres vivos deja trazas en el medioambiente y ofrece una gran cantidad de información sobre nuestra propia evolución y la de muchas otras especies.

Dos grupos de investigadores de la Universidad de Copenhague (Dinamarca) y la Universidad Queen Mary de Londres (Reino Unido) han logrado extraer ADN del aire con un objetivo muy concreto: identificar las especies que se encuentran en los alrededores. El éxito de sus experimentos abre la puerta a la creación de métodos novedosos y no invasivos para estudiar y controlar la biodiversidad.

Los genes que guarda el aire

A lo largo de 2021, el zoo de Copenhague fue el escenario de un experimento muy particular. Un grupo de investigadores de la universidad de la ciudad comenzó a tomar muestras de aire (basándose en métodos de vacío y succión) de diferentes zonas de las instalaciones, como los establos de los okapis o el salón en el que se recrea una selva tropical. Posteriormente, los investigadores secuenciaron el material genético presente en estas muestras y compararon los resultados con bases de datos de animales.

Las conclusiones de este experimento mostraron que estaban en lo cierto: es posible detectar la presencia de animales gracias al ADN del aire. Los investigadores pudieron identificar 49 especies de mamíferos, aves, ranas, reptiles y peces. En el aire del zoo flotaba el material genético del perezoso, la boa, el avestruz, la jirafa y el rinoceronte, por ejemplo. Había, también, restos de animales que viven libres en las inmediaciones del recinto, como ardillas.

Sin saber que esta prueba estaba teniendo lugar en Copenhague, un equipo de la Universidad Queen Mary de Londres realizó un estudio similar en Reino Unido para llegar, prácticamente, a la misma conclusión. En este caso, los investigadores utilizaron filtros sensibles acoplados a bombas de vacío para realizar la prueba en el zoológico de Hamerton, al noroeste de Cambridge.

Allí se recogieron un total de 72 muestras, que sirvieron para identificar no solo animales del zoo, sino también los restos de su comida. Hubo también alguna sorpresa, como la detección del ADN del erizo euroasiático, una especie en peligro de extinción en Reino Unido que seguramente merodeaba por los alrededores.

Una nueva huella

A lo largo de la historia, el estudio de los animales se ha basado, sobre todo, en la observación. Gran cantidad de especies, incluso aquellas que raras veces alcanzamos a ver, dejan un sinfín de rastros a su paso en forma de huellas, heces, restos de comida o incluso marcas en la vegetación. Sin embargo, encontrarlos no siempre es fácil.

Para apoyar los trabajos de campo y la observación directa, científicos e investigadores han contado durante décadas con métodos alternativos como cámaras trampa. Analizar el ADN que flota en el aire permitiría ampliar las posibilidades de observación y monitorización de la vida salvaje.

'Podcast': Conservar la biodiversidad: eres parte de la solución

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La tecnología de ADN ambiental (que ya ha empezado a conocerse como E-DNA, por las palabras inglesas environmental DNA) es una potencial solución para controlar poblaciones de animales o plantas, entender su evolución o incluso vigilar la expansión de especies invasivas. Resultaría muy práctica, sobre todo, para analizar aquellas especies que por un motivo u otro no vemos a simple vista.

 

Aunque aún es pronto para crear aplicaciones reales –es necesario investigar mejor el alcance y las posibilidades de este método–, todo parece indicar que puede transformar el estudio de la naturaleza y atajar uno de los grandes problemas medioambientales de la actualidad: la pérdida de biodiversidad.