Lombricultura o cómo cuidar y mejorar el suelo de forma sostenible
La cría y el manejo de lombrices para diferentes usos de reciclaje de residuos orgánicos se llama lombricultura. Estos animales, inquietos y voraces, convierten lo que ingieren en nutrientes de alta calidad y favorecen la entrada de agua y oxígeno al suelo. Estudios científicos aseguran que el compost producido por las lombrices aumenta el rendimiento de la agricultura.

Puede que se les preste poca atención, pero las lombrices de tierra son uno de los animales más importantes del planeta. Son seres aparentemente sencillos que viven ocultos en el suelo. Pero su voracidad las convierte en auténticas ingenieras de ecosistemas. Sin ellas, esa fina capa de minerales, nutrientes y vida que recubre la Tierra y sobre la que se sustenta buena parte de la biodiversidad de nuestra roca espacial no tendría sentido. Ahora los seres humanos hemos aprendido a usarlas en nuestro beneficio (un poco más) gracias a la lombricultura.
El impacto positivo de las lombrices
Existen más de 5.000 especies de lombrices de tierra en todo el planeta, pero, más allá de las diferencias, son en general animales inquietos y voraces: ingieren de media el 90% de su peso por día. De la materia orgánica que comen, excretan más de la mitad en forma de nutrientes de alta calidad, lo que se conoce como vermicompost o humus de lombriz. Además, con las microgalerías que excavan conectan diferentes capas del suelo y favorecen la entrada de oxígeno y agua. En su lento pero constante movimiento, también arrastran restos orgánicos de la superficie al interior del suelo, contribuyendo a la descomposición de la materia muerta y generando un impacto positivo en las comunidades de bacterias y hongos.

Y resulta, además, que con algunas especies es relativamente sencillo replicar este proceso de forma controlada. “La lombricultura o vermicultura consiste en la cría y el manejo de lombrices, principalmente del género ‘Eisenia’, para su uso en el reciclaje de residuos orgánicos, como estiércol o restos de podas, con el objetivo de obtener humus de lombriz o vermicompost. Este es un abono de gran interés en la agricultura por su gran contenido en nutrientes y microorganismos beneficiosos”, explica Raúl Ortega, investigador del grupo de agronomía y medioambiente de la Universidad de Almería, España.
“La lombricultura supone una oportunidad para el reciclado de materiales orgánicos que de otra forma podrían suponer un problema ambiental y de salud debido a su pudrición. Igualmente, puede resultar una oportunidad de negocio para empresas biotecnológicas que, además, pueden contribuir a la transición hacia un modelo económico basado en la economía circular cuyos pilares son el uso de menos materias primas y la menor producción de residuos y de emisiones nocivas para el medioambiente”, añade el investigador.
La lombricultura es una actividad estrechamente relacionada con el vermicompostaje, aunque son dos conceptos diferentes. Mientras la lombricultura trata sobre la cría y el manejo de las lombrices para diferentes usos de reciclaje (y con el objetivo final de producir humus de lombriz), el vermicompostaje hace referencia al propio proceso biotecnológico que utiliza las lombrices con la finalidad de transformar los residuos orgánicos en un compost de alta calidad para usos agrícolas o domésticos.
La cría de lombriz para lombricultura
De las pocas especies de lombriz que pueden gestionarse con éxito en cautividad, la lombriz roja californiana es la más utilizada. Se trata de una especie muy voraz (en condiciones adecuadas ingiere diariamente una cantidad de comida equivalente a su propio peso), con vida larga (hasta 16 años) y elevada tasa de reproducción. Cuando está en un medio propicio, se aparea cada siete días y las crías nacen tras una incubación de entre 14 y 21 días. Las recién nacidas son plenamente funcionales al cabo de dos semanas y alcanzan su madurez total en siete meses. Estas características y, en particular, su resistencia y su rápida reproducción, la hacen especialmente interesante a nivel industrial.
Aunque el vermicompostaje también se puede hacer a nivel doméstico, el proceso se ha optimizado a escala industrial. “Los materiales orgánicos se someten a un proceso de precompostaje donde se alcanzan temperaturas altas para inactivar semillas y posibles patógenos. A continuación, se depositan las lombrices en condiciones de entre el 60 y el 70% de humedad y con una temperatura suave de entre 20-25 °C”, detalla Raúl Ortega. “Las lombrices digieren en su estómago los restos orgánicos, con lo cual favorecen su descomposición de forma mecánica y química, además de hacer un aporte extra en el vermicompost de las bacterias que se encuentran en su tracto digestivo. Los nutrientes contenidos en este abono están mucho más disponibles para las plantas que en el material original fresco”.

Las ventajas del vermicompost para mejorar la gestión del suelo
La Finca Experimental Las Palmerillas de la Fundación Cajamar, en el ayuntamiento andaluz de El Ejido, es uno de los mayores centros de investigación hortícola de España. Allí, el grupo de Agronomía y Medioambiente de la Universidad de Almería y el Laboratorio de Microbiología de Suelos del Centro de Investigación en Agrosistemas Intensivos Mediterráneos y Biotecnología Agroalimentaria de la misma universidad han puesto a prueba el uso de vermicompost para la mejora de cosechas en la agricultura intensiva. Además, en otros terrenos en las sierras de Gádor y Alhamilla, se ha testeado el mismo material en la restauración de suelos agrícolas abandonados.
“Utilizamos un vermicompost comercial de la empresa Nostoc Biotech creado a base de estiércoles de vaca y oveja en el que identificamos más de 256 géneros bacterianos y 32 de hongos”, explica Ortega. “Dicho abono se aplicó en un cultivo hortícola de invernadero de pimiento y se encontraron claras diferencias en el crecimiento de las plantas y en la calidad de los frutos”. El desarrollo vegetativo fue un 7% superior en los suelos en los que el 20% del sustrato se había sustituido por vermicompost y el peso total de los frutos llegó a ser hasta un 21 % más alto en alguna de la recogida de frutos (con un incremento medio de la cosecha del 13 %).
Por otro lado, una revisión de estudios científicos liderada por el investigador de la Universidad de Borgoña (Francia) Manuel Blouin halló que la aplicación de vermicompost en agricultura produce aumentos medios del 26 % en el rendimiento comercial y del 13 % en la biomasa total, así como que el efecto positivo del vermicompost en el crecimiento de las plantas alcanza su máximo cuando este sustrato representa entre el 30 % y el 50 % del volumen total del suelo.
“Igualmente, aplicamos el vermicompost para la restauración de suelos agrícolas degradados en zonas semiáridas y observamos un incremento en los contenidos de nitrógeno total y fósforo disponible, dos de los principales macronutrientes de las plantas”, añade el investigador. Algunos estudios han ido incluso más allá: en 2019, científicos de las universidades de Elche, Granada y Tokio comprobaron la utilidad del humus de lombriz para reducir la toxicidad de los metales pesados y el arsénico en las áreas no recuperadas del vertido minero de Aznalcóllar, en el entorno de Doñana.
“El vermicompost presenta niveles que multiplican varias veces las cantidades de nutrientes como calcio, potasio, magnesio, nitratos y fosfatos en el compost normal, así como enzimas y microorganismos que favorecen la descomposición de la materia orgánica”, concluye Ortega. “Además, también presenta otros componentes en una alta proporción como, por ejemplo, los compuestos húmicos, de gran interés como reservorio de nutrientes y claves para el desarrollo de suelos con mejores propiedades estructurales”.