¿Qué es la biomasa? El aprovechamiento de lo orgánico

Esta fuente de energía renovable aprovecha los restos de materia orgánica como la madera, la paja o los desechos agrícolas para producir energía más respetuosa con el medioambiente que los combustibles fósiles. La biomasa ayuda a mantener limpios los bosques, favorece el desarrollo rural y genera electricidad.
Supone una alternativa económica y sostenible a combustibles tradicionales como el gasóleo o el carbón y además facilita la economía circular, el reciclaje, el mantenimiento de las masas forestales y la revalorización de restos de la explotación agropecuaria, por ejemplo las podas.
La biomasa se suma a otras fuentes de energías renovables que están en ríos y mares, en los vientos causados por la diferencia de temperaturas, en la central inagotable del sol, o en las mismísimas entrañas terrestres. Ya representa casi el 64% de toda la energía renovable consumida en la Unión Europea, según la Asociación Europea de Biomasa, y genera cerca de 700.000 empleos en el continente, casi la mitad de ellos destinados a la producción de biocombustibles sólidos como pellets, astillas, huesos de aceituna o leña.
Motor económico y transición energética
La Comisión Europea (CE) considera clave este sector para “diversificar el suministro energético, crear riqueza y rebajar la emisión de gases de efecto invernadero”. Se espera que en 2021 doble el volumen de electricidad que producía en 2012 y la CE calcula que, para mediados de siglo, el 8% de toda la energía consumida en su ámbito tendrá este origen.
“Su impacto medioambiental es muy positivo, ya que revaloriza restos de las cosechas o de los aprovechamientos agrícolas que en otro caso quedarían sin uso alguno”, admite Francisco Javier Díaz, presidente de la Asociación Española de Valorización Energética de la Biomasa (Avebiom).
En Europa, casi toda la masa orgánica utilizada tiene origen forestal y su futuro parece garantizado porque en el último cuarto de siglo sus bosques han crecido un 32% en cantidad de biomasa acumulada, según Eurostat. Es decir, existe materia prima más que suficiente para asegurar la generación y el consumo.

Para qué se usa
En los países con una alta dependencia energética, como España, la biomasa emerge como alternativa. Por lo general, se emplea con el objetivo de generar calor a través de calderas de calefacción y calentar agua en las viviendas. El material usado como combustible se quema poco a poco y sus cenizas se pueden usar como abono agrícola que completa su uso circular. Si además se instala un acumulador, almacena el calor sobrante para mejorar la eficiencia del sistema doméstico.
Las calderas de biomasa tienen un funcionamiento sencillo y de ahí su robustez y fiabilidad, lo que redunda en su rentabilidad económica a medio y largo plazo. También existen equipos industriales que emplean biomasa, entre ellos, generadores de aire caliente y frío, secaderos, hornos, climatizadores o equipos de frío industrial.
El diseño del equipo de combustión junto con la calidad del combustible son factores clave para reducir la contaminación. Por ejemplo, utilizar biomasa seca puede rebajar el consumo anual de biocombustible más de un 30% en comparación con la biomasa húmeda, lo que a su vez recorta las emisiones. Además, los aparatos nuevos pueden reducirlas hasta un 95% respecto a los antiguos.
Equipos de última generación
En Francia, un estudio impulsado por el Laboratorio CERIC, referencia europea en la investigación en energías sostenibles, sostiene que la sustitución de calderas obsoletas por equipos modernos de biomasa, junto con el empleo de biocombustibles de calidad certificada, puede reducir las emisiones de partículas en un 92%. Al quemar combustibles naturales, los niveles de contaminación ambiental son menores que los que producen el carbón, el petróleo o el gas.
El Pacto Verde de la UE, aprobado por la Comisión Europea en diciembre de 2019, incluye 50 acciones concretas para luchar contra el cambio climático y convertir a Europa en el primer continente neutro en emisiones de carbono en 2050.
En este sentido, los 27 estados consideran que la combustión de biomasa es neutra en ese aspecto porque el dióxido de carbono (CO2) que libera forma parte del ciclo de fotosíntesis de los árboles y plantas, proceso que absorbe este gas para mantener el crecimiento. En otras palabras, la biomasa se consolida como una opción útil entre las fuentes de energía más contaminantes (las fósiles) y las completamente limpias, como la solar o la eólica.

Fuente eléctrica y de empleo rural
También se puede utilizar la biomasa para generar electricidad en plantas especializadas, que usan la materia orgánica para convertir el agua en vapor y mover turbinas conectadas a generadores que transforman el movimiento en electricidad. Las instalaciones modernas incorporan filtros de humos y recogida de cenizas y escorias que pueden reutilizarse como fertilizantes y áridos para recuperar terrenos degradados.
Además de los beneficios medioambientales, “la producción de biomasa puede suponer un revulsivo” para la actividad económica en las áreas rurales alrededor de las centrales generadoras, ya que las actividades agrícolas y forestales son una fuente permanente de materia prima. Por ejemplo, la planta de Sangüesa (en Navarra, España), de la compañía Acciona, trabaja con 50 empresas que suministran paja procedente de unos 800 agricultores locales.
“Las plantas de biomasa dinamizan la economía y abren una vía de futuro para regiones que sufren una gran despoblación”, concluye el profesor de Ingeniería Eléctrica en la Universidad de León, David Borge.