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Planeta> Cambio climático 17 abr 2023

Más puntos rojos en el calendario: el deshielo marca récords en la Antártida

Ocurrió en febrero de 2023: el hielo marino de la Antártida alcanzó su nivel más bajo desde hace 45 años. Los expertos son conscientes de que los casquetes polares son el “indicador más sensible de la crisis climática”. Sus predicciones hablan de un aumento del nivel del mar, cambio en los ecosistemas y alteración del clima en todo el globo.

Más puntos rojos en el calendario: el deshielo marca récords en la Antártida

Cuando el explorador sir Ernest Shackleton llegó al mar de Weddell en 1914, no tardó en encontrarse con una gran barrera que le impedía el paso. Lo cierto es que ya se lo habían advertido: aquel verano había más hielo del habitual en la Antártida. El legendario buque Endurance quedó atrapado y su tripulación comenzó un periplo que todavía se recuerda hoy en día.

Más de un siglo después, la aventura de Shackleton y el resto de los exploradores del Endurance hubiese sido muy diferente. Sobre todo, porque la Antártida ya no es como era: el continente helado está perdiendo su esencia. En febrero de 2023, la cantidad de hielo marino de la Antártida alcanzó los niveles más bajos desde que existen registros, algo que tiene numerosas consecuencias en todo el planeta.

Un equilibrio roto

El mes de febrero de 2023 fue el quinto más caliente a nivel global desde que existen registros. En el hemisferio sur, una de las principales consecuencias fue la pérdida de hielo marino antártico. De acuerdo con datos del Copernicus Climate Change Service (CS3), obtenidos gracias a millones de mediciones de satélites, barcos y estaciones meteorológicas de todo el mundo, la extensión de hielo marino estuvo un 34 % por debajo del promedio.

Esta cifra rompe el récord anterior, registrado en febrero de 2017. “Nuestros datos más recientes muestran que el hielo marino antártico alcanzó su punto más bajo en el registro de datos satelitales de 45 años”, confirma Samantha Burgess, directora adjunta de C3S. “Estas condiciones pueden tener implicaciones importantes para la estabilidad de las plataformas de hielo antárticas y, en última instancia, para el aumento global del nivel del mar. Los casquetes polares son un indicador sensible de la crisis climática”.

Lo cierto es que el cambio climático tiene mucho que ver en esta pérdida de hielo. Hasta hace poco más de una década, los ritmos de la Antártida se basaban en un equilibrio: durante el invierno se ganaba el hielo que se perdía en los meses de verano. Pero la crisis climática ha desestabilizado lo que era, en realidad, un equilibrio delicado.

Las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) han llenado la atmósfera de energía y han trastocado los patrones climáticos. El aumento de la temperatura y otros factores, como los cambios en las corrientes marinas, están acelerando el derretimiento del hielo de la Antártida. Como no podría ser de otro modo, las consecuencias de todo esto también están interconectadas y pueden sentirse en todo el planeta.

Termómetros de la crisis climática

La Antártida es una región muy sensible a los cambios. Algunos de sus protagonistas son considerados, de hecho, verdaderos termómetros de la gravedad de la crisis climática. Es el caso de los pingüinos, aves que se alimentan de kril, un invertebrado que no soporta el aumento de la temperatura en el agua. Cuando las poblaciones de kril bajan, los pingüinos se ven obligados a adaptar su comportamiento para conseguir alimento e incluso a emigrar a otras zonas.

Además, el derretimiento del hielo marino antártico puede llevar al aumento del nivel del mar, a cambiar los hábitats de numerosos animales que dependen de las plataformas heladas para cazar o descansar y a alterar el clima de todo el globo, al influir en las corrientes marinas y en los patrones de los vientos. Todo ello genera un efecto de retroalimentación que repercute, a su vez, en el cambio climático.

Más puntos rojos en el calendario: el deshielo marca récords en la Antártida

Las soluciones para evitar que este deshielo vaya en aumento pasan por reducir –o eliminar por completo– las emisiones de gases de efecto invernadero que causan el cambio climático. Sin embargo, aunque dejásemos de emitir hoy mismo, la energía acumulada en la atmósfera en las últimas décadas seguiría generando cambios en el clima durante años.

Cuando Shackleton y su tripulación partieron de las costas de Inglaterra en 1914, su objetivo era atravesar miles de kilómetros de territorios inexplotados de la Antártida a pie. Hoy, el continente helado ya no es tan desconocido como lo era entonces, pero sigue despertando numerosas incógnitas para los científicos. Una de ellas es cómo le podría llegar a afectar la crisis climática y qué es lo que todavía podemos hacer para evitarlo.