¿Qué son los combustibles renovables y cómo se usan?
Los combustibles renovables son aquellos que provienen de fuentes y materias primas que abundan en la naturaleza –o que se pueden recuperar– y cuya huella de dióxido de carbono (CO2) es prácticamente cero. Los biocombustibles pueden ser avanzados, sintéticos o bajos en carbono.
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En la Exposición Universal de París del año 1900, coincidiendo con el cambio de siglo, el optimismo y la innovación tecnológica competían en protagonismo. En sus pabellones se mostraron películas con el cinematógrafo de los hermanos Lumière, ascensores eléctricos y hasta un motor que funcionaba con aceite de cacahuete. Los visitantes pasaban de un pabellón a otro descubriendo todas las posibilidades que prometía el futuro.
Detrás del motor impulsado con aceite vegetal estaba el trabajo del ingeniero Rudolf Diesel y los intereses del gobierno francés. Este buscaba desarrollar combustibles para utilizar en sus colonias africanas. Sin embargo, la idea de usar aceite de cacahuete para impulsar los vehículos pronto se abandonó a favor de los combustibles fósiles, que resultaban una opción más económica.
Hoy, parte de la industria está lista para recuperar el objetivo de utilizar combustibles renovables basados en materias primas como aceites usados o residuos forestales. Y, aunque quizá no lo sepas, parte del carburante con el que alimentas tu coche cada vez que llenas el depósito contiene ya estos combustibles renovables.

Fuentes abundantes en la naturaleza
Como su propio nombre indica, los combustibles renovables proceden de fuentes que se pueden recuperar o que son muy abundantes en la naturaleza. De este modo se diferencian de los no renovables, como los que proceden de reservas fósiles que tardan millones de años en formarse y que, al ritmo al que los explotamos y utilizamos, se pueden agotar.
Utilizarlos ofrece otra gran ventaja frente a los combustibles fósiles: las emisiones de su uso no añaden más CO2 a la atmósfera, porque el carbono emitido durante su combustión se equilibra con el que se retira durante su fabricación.
“Los combustibles renovables son combustibles líquidos sintetizados a partir de materias primas alternativas al petróleo. La cantidad de CO2 que se emite durante su utilización ha sido previamente absorbida durante su producción, por lo que su huella de carbono es prácticamente cero”, explica Rafael Camarillo Blas, profesor titular de Ingeniería Química en la Facultad de Ciencias Ambientales y Bioquímica de la Universidad de Castilla-La Mancha.
A esto se suma que la energía eléctrica utilizada durante su fabricación ha de ser renovable, lo que los aleja enormemente de los combustibles fósiles en términos de emisiones.
De acuerdo con el profesor de la universidad castellanomanchega, existen tres grandes tipos de combustibles renovables. El primero lo forman los biocombustibles avanzados, que son producidos a partir de materias primas renovables como aceites de cocina usados, biomasa forestal o desechos agrícolas. Hablamos de biodiesel, bioetanol o biometanol.
Estos biocombustibles se diferencian de los de primera generación, que se producían con cultivos como caña de azúcar o remolacha y que resultaban polémicos ya que desviaban el uso del suelo destinado a la alimentación a la energía, aumentaban los precios de los productos agrarios y llegaron a acelerar la deforestación. En países como Indonesia, miles de hectáreas de selva tropical han sido taladas para dedicar el terreno al cultivo de palma para producir biodiesel.
El segundo grupo lo forman los combustibles sintéticos, llamados también ‘e-fuels’. “Estos se producen a partir de dióxido de carbono capturado de la atmósfera o una instalación industrial e hidrógeno verde. Partiendo del hidrógeno verde y del CO2 capturado, se realiza la reacción de desplazamiento de gas-agua para transformar el CO2 en CO, a partir del cual puede generarse e-metanol, y a partir de éste o mediante la reacción de Fischer-Tropsch, e-gasolina, e-queroseno o e-diésel”, explica Camarillo.
Por último, el tercer grupo lo forman combustibles bajos en carbono que utilizan otras materias primas procedentes de residuos de origen no orgánico, como residuos sólidos urbanos o algunos plásticos.

Coches, barcos o aviones
Actualmente, los motores de los coches son compatibles con estos combustibles, que pueden utilizarse en los vehículos con prestaciones similares, a un precio comparable y mediante los mismos surtidores. De hecho, las normativas de la Unión Europea y de algunos países de América Latina estipulan que los combustibles deben contener un porcentaje mínimo de biocarburantes. En algunos países, este es de al menos el 10 % de la gasolina y del gasóleo ofertados en las estaciones de servicio.
“Y esta cifra deberá aumentar en los próximos años”, añade Camarillo. “Se prevé que estos combustibles sean especialmente importantes en sectores de difícil electrificación, como el transporte pesado de pasajeros y mercancías por carretera, el aéreo y el marítimo. De hecho, muchas compañías aéreas llevan años realizando vuelos de largo radio usando carburante sostenible. Por su parte, el biometanol o e-metanol es ya un combustible presente en muchos buques de mercancías”, explica.
De acuerdo con este experto, los combustibles renovables más ofertados actualmente en España son el biodiésel, el hidrobiodiésel (obtenido por hidrotratamiento de aceite de palma y soja) y el bioetanol, con un total de 1,9 millones de toneladas producidas en 2022. A nivel mundial, países como EE. UU. y Brasil lideran la producción mundial de bioetanol.
El uso de los combustibles renovables ofrece ventajas que van más allá de su sostenibilidad a nivel medioambiental: garantiza la diversificación energética y reduce la dependencia de importación de petróleo y gas de otros países.
Actualmente, la utilización de estos combustibles renovables también presenta algunas desventajas. “Aunque, más que de desventajas, yo hablaría de limitaciones”, señala Camarillo, para señalar que algunas tecnologías de producción no están todavía lo suficientemente maduras, aunque se espera que lo sean en un futuro cercano.
“Por ejemplo, en el caso de los combustibles sintéticos, la tecnología de captura de CO2 se encuentra aún en un bajo grado de madurez y los costes son todavía muy elevados”, explica. “A esto se suma que es necesario que los costes de producción sean competitivos con los de los combustibles fósiles y otras alternativas tecnológicas de bajas emisiones”, añade Camarillo.