Uno de los más firmes fundamentos de la democracia es permitir la discrepancia de las distintas formaciones políticas en relación a la dirección que han de tomar las políticas a desarrollar. Si lo es en general, mucho más en aspectos de la trascendencia de las pensiones.
Sin embargo, por las razones que comentaremos, en 1994, los partidos iniciaron una serie de negociaciones para buscar el consenso. Esas negociaciones terminaron con el apoyo unánime (salvo tres diputados que votaron por error) del Congreso de los Diputados al informe del Pacto de Toledo el día 6 de abril de 1995.