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Actualidad 17 ago 2022

Mario Pardo: "La banca colombiana tiene el reto de reducir las enormes desigualdades"

En la edición número 56 de la Convención Bancaria 2022. Mario Pardo Bayona, presidente ejecutivo de BBVA en Colombia y presidente de Junta Directiva de Asobancaria, realizó la apertura del evento, donde hizo una reflexión sobre los retos en materia social y de sostenibilidad que tiene el país y en la necesidad de un compromiso por parte de todos los sectores para superar estos importantes desafios.

Resulta muy especial para mí saludarlos hoy desde esta hermosa ciudad para dar inicio a la edición número 56 del evento insignia de la banca que hemos titulado Construyendo Oportunidades para Todos.

Estructuré estas palabras alrededor de tres temas, primero voy a compartirles mi opinión sobre el punto de situación económica y financiera de Colombia, luego cubriré lo que considero que es nuestro reto más urgente y finalmente trataré lo que es nuestra mayor responsabilidad.

  1. Punto de situación

Empiezo por tanto con el punto de situación. Hace aproximadamente 15 años vine por motivos de trabajo por primera vez a Colombia. Llevo todo este tiempo siguiendo su devenir económico y este país sí que ha cambiado. Por esta razón quiero comparar algunas cifras de la Colombia que conocí hace 15 años con la actual.

Los logros macroeconómicos, lejos de ser perfectos, sí han sido muy significativos tanto en cifras absolutas como en el contexto regional. Por ejemplo, en los últimos 15 años el PIB de Colombia creció en un 3,5% anual en términos reales. Es el segundo mayor crecimiento de entre los siete principales países de la región, y aproximadamente el doble del crecimiento de la región.

Esto en parte se consiguió gracias a un fuerte aumento de la inversión extranjera directa que representó de media en torno al 4% del PIB en cada uno de los últimos 15 años, lo cual ha supuesto 184 mil millones de dólares en los últimos 15 años. Finalmente, gracias al crecimiento, Colombia logró reducir su indicador de la pobreza multidimensional a casi la mitad, pasando del 30% al 16%, aunque es alto todavía sin lugar a dudas esa reducción es un logro enorme.

Los logros del sector financiero también son destacables. En lo cuantitativo ha logrado aumentar en los últimos 15 años la bancarización en casi 36 puntos porcentuales, pasando del 55% hasta más del 90% de adultos que hoy cuenta con al menos un producto financiero. La cartera como porcentaje del PIB ha crecido del 26% al 48%. En lo cualitativo, ha alcanzado los principales estándares internacionales más exigentes, como los de Basilea 3, y se ha convertido en referente en la región en cuanto a soluciones digitales y compromiso con la sostenibilidad.

Estos logros se han conseguido a pesar de que en los últimos 15 años Colombia ha enfrentado varios choques económicos significativos como la Recesión Financiera de 2008, el choque petrolero de 2015 y la Covid-19. Choques ante los cuales Colombia mostró gran resiliencia.

"Los logros macroeconómicos, lejos de ser perfectos, sí han sido muy significativos tanto en cifras absolutas como en el contexto regional", dijo Mario Pardo, en la instalación de la 56 Convención Bancaria.

Esta resiliencia se debe al tesón de la sociedad y el empeño de su sector productivo, pero también, en buena parte, y es importante recordarlo, a la transformación y consolidación de sus instituciones económicas y financieras: la independencia del Banco Central, la Regla Fiscal, la flexibilidad cambiaria, el rol de la Superfinanciera, la URF y el FOGAFIN.

Es la labor de estas instituciones la que ha permitido que tengamos un sistema financiero muy sólido. Solidez que ha hecho posible que Colombia pase de tener un sector financiero que hace décadas provocaba o acentuaba crisis nacionales a ser un sector que hoy hace parte de la solución a la crisis más reciente como sin lugar a dudas ocurrió durante la COVID 19, apoyando primero con los alivios a los deudores, la bancarización acelerada después para poder implementar la dispersión masiva de subsidios, y, finalmente, creciendo con fuerza la cartera para que Colombia pudiera recuperar la actividad económica más rápidamente que ningún país de la región, y entre los más rápidos a nivel global.

En resumen, mirando hacia atrás, creo que los avances económicos del país y del sector financiero han sido significativos. Son avances muy positivos de los que debemos ser conscientes para poderlos cuidar.

Sin embargo, nuestras energías deben centrarse en mirar hacia adelante y el país enfrenta retos económicos muy importantes, unos coyunturales como la alta inflación, la rápida subida de tasas de interés y la desaceleración económica, y otros más estructurales como son la alta informalidad, tanto laboral como empresarial, el bajo nivel de ahorro, que limita la capacidad de aumentar la inversión y una anémica productividad. La productividad es el ingrediente base del crecimiento económico, pues es la productividad el principal factor para atraer inversión, y la inversión, especialmente la privada, a su vez es el factor clave del crecimiento económico.

Estos son sólo algunos de los retos macroeconómicos que enfrenta este país, no quise en ningún momento proponer una lista exhaustiva. Tampoco quiero extenderme para hablarles hoy sobre un sector financiero fuerte y muy competido, que los es, ni sobre los grandes avances en digitalidad del sector que los hay, ni sobre el gran compromiso que el sector tiene con los territorios, con la contribución a las finanzas públicas o el empleo de calidad, compromisos que a la luz de los datos son simplemente incuestionables.

En cambio, sí me quiero centrar en hablar de dos asuntos; el reto que considero más urgente, que enfrentamos como país y como sector, y luego hablaré de la que es nuestra mayor responsabilidad también como país y como sector.

La sociedad colombiana tiene una serie de inequidades entrelazadas que han venido tejiéndose durante muchas, muchas décadas.

  1. Nuestro reto más urgente

Empiezo por el reto más urgente que es reducir las enormes inequidades. La sociedad colombiana tiene una serie de inequidades entrelazadas que han venido tejiéndose durante muchas, muchas décadas. Desigualdades a nivel de género, entre lo rural y lo urbano, entre regiones, a nivel de etnias, entre lo formal y lo informal, y entre generaciones como nos están diciendo los jóvenes.

Obviamente no se trata de nivelar hacia abajo, se trata de dar más oportunidades para que crezcan rápidamente los que hoy están más rezagados.

Permítanme poner el acento en algunas de las inequidades para ser claros en el tamaño y la urgencia del reto que tenemos por delante:

  • El desempleo en mujeres es cerca de 5 puntos porcentuales más alto que en hombres. El desempleo juvenil es 8 puntos porcentuales mayor que el total nacional.
  • El déficit de agua potable afecta todavía a un 58% de los hogares rurales en Colombia y en regiones como la Guajira y Vichada llega al 97%.
  • A nivel nacional el 96% de los hogares cuentan con energía eléctrica, pero se reduce a nivel rural al 81%. Y algunos departamentos como la Guajira alcanzan apenas el 13%.
  • El acceso a internet a nivel nacional es de apenas el 60%, muy bajo todavía. El contraste departamental es enorme, pues el 81% de Bogotá compara con apenas el 29% de los hogares rurales, y de sólo el 15% en Chocó o 5% en Vichada.
  • El déficit habitacional, cuantitativo y cualitativo, a nivel nacional es del 31%, cifra que se incrementa al 68% a nivel rural.
  • La pobreza monetaria en 2021 fue del 39% para el país, lo que representa casi 20 millones de colombianos en pobreza. Pero alcanzó el 46% en la población afro, el 62% en indígenas y 67% en población migrante venezolana.

Estas cifras creo que dejan patente la magnitud y la urgencia del reto para reducir las inequidades en el país. Reto que no es ni mucho menos imposible de superar pero que sí requiere el concierto de toda la sociedad, y por tanto también de todos los que estamos hoy aquí.

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Uno de los retos más urgentes es el desempleo en mujeres es cerca de cinco puntos porcentuales más alto que en hombres.

Desde el sector financiero podemos y debemos trabajar con el Gobierno con objetivos muy tangibles que contribuyan a reducir las inequidades:

En primer lugar, el sector financiero, tanto banca privada como pública y banca multilateral, debe acelerar el acompañamiento al sector público y privado para financiar las inversiones en infraestructura de telecomunicaciones, energía, agua y alcantarillado que faciliten la vida y la provisión de servicios esencialmente centrados en la ruralidad, pues es allí donde se dan las mayores inequidades.

En segundo lugar, debemos seguir comprometidos con la bancarización, la cifra de 90% de adultos con acceso a algún producto financiero, es una cifra razonablemente elevada. Pero nos quedan casi 1 de cada 10 colombianos adultos no bancarizados. La digitalización a través de un sistema de pagos inmediatos, universal y de muy bajo costo, y la bancarización de las relaciones con el Estado y con las empresas de servicios públicos son la mejor manera de bancarizar y de contribuir a la urgente necesidad de formalizar las relaciones económicas.

En tercer lugar, debemos aumentar el acceso al crédito. Sólo el 34% de los adultos y el 31% de las Pymes en Colombia tienen acceso al crédito formal. Las cifras muestran que casi 1 de cada 3 microempresarios que están en la pobreza, salen de ella pasados dos años desde su primer crédito. Sustituir el gota a gota por el crédito formal es el mejor instrumento para que los colombianos puedan materializar sus sueños y para reducir la pobreza de los microempresarios.

Programas de garantías públicas para el primer crédito son extraordinariamente efectivos, y por tanto necesarios y urgentes para profundizar el acceso al crédito formal. Integrar las cadenas productivas del agro para garantizar la venta a los campesinos, y escalar las fábricas de Colombia Productiva permitirán el acceso al crédito y la mejora de vida de los campesinos y los microempresarios colombianos.

En cuarto lugar, no sólo debemos llegar con más productos a más clientes, debemos seguir trabajando para que sean más baratos. Colombia tiene un sector financiero altamente competido, las eficiencias en la prestación de servicios se trasladan mayormente a los clientes.

Colombia tiene un sector financiero altamente competido, las eficiencias en la prestación de servicios se trasladan mayormente a los clientes.

Por ello seguir avanzando en la digitalización hará posible la reducción de los costos de los servicios financieros. Necesitamos de un Estado comprometido con la conectividad 4G en todo el territorio, necesitamos también un sistema de pagos inmediatos universal y ojalá, eventualmente, la eliminación del impuesto a las transacciones financieras (4x1000).

Finalmente no nos valen sólo las grandes cifras o las medias, nos hace falta que estos avances lleguen a todos, a las poblaciones negras, raizales, palenqueras, indígenas, mujeres cabeza de familia, campesinos, jóvenes, discapacitados, migrantes, etc. Para ello debemos trabajar con el Estado en identificar y derribar las barreras que existan, y desde el sector debemos medir, publicar y comprometer cifras con los avances en los servicios a estos segmentos poblacionales.

En resumen, debemos llevar los servicios financieros a todos los colombianos, con productos todavía más económicos y fáciles de usar, siendo muy conscientes de la diversidad de nuestros clientes, para asegurar la inclusión de toda la sociedad. Para vencer este reto necesitamos la participación de todos: el sector privado y público trabajando de la mano del gobierno.

Desde la banca es el momento de dar un paso al frente para contribuir a la resolución de este reto que tenemos como país. Considero que firmar el Protocolo de Diversidad, Equidad e Inclusión y comprometer objetivos en los caminos que acabo de mencionar será ese gran paso al frente. Paso que debe darse también desde todos los otros sectores y actores de esta sociedad.

Día Mundial del Emprendimiento

Según Mario Pardo "nos hace falta que estos avances lleguen a todos, a las poblaciones negras, raizales, palenqueras, indígenas, mujeres cabeza de familia, campesinos, jóvenes, etc".

  1. Nuestra mayor responsabilidad

Entrando ya al último tercio de estas palabras, quiero aprovechar para tocar lo que creo que es la mayor responsabilidad de nuestra generación. Se trata también de una inequidad, en este caso una inequidad entre nuestra generación y las que nos sucederán: Estoy hablando del cambio climático. Ser capaces de

transitar hacia una economía descarbonizada será un reto crucial en todo el globo, pero también en Colombia.

En este frente, Colombia ha dado pasos muy significativos. Colombia, hay que decirlo, es de los países que más ha avanzado en materia de sostenibilidad medioambiental y que más rápidamente quiere avanzar al comprometer una meta de una reducción del 51% de los gases efecto invernadero en 2030 y la carbono neutralidad para 2050.

Por eso, celebramos las múltiples iniciativas de los últimos años como el Programa 30x30 que busca proteger el 30% del territorio terrestre y el 30% de los mares para 2030, el avance material en Energías Renovables No Convencionales, el Protocolo Verde que es referente en la región o la Taxonomía Verde que hace que Colombia sea el primer país de la región en tenerla.

Si miramos hacia atrás los avances han sido muy significativos y ponen a Colombia en la vanguardia de la región. Pero si miramos hacia adelante, sabemos que debemos ir todavía más rápido. Cada uno de nosotros debe aumentar el compromiso individual, y como sector y como país debemos aumentar el compromiso agregado para así avanzar a la velocidad necesaria en los grandes retos y oportunidades relacionados con la descarbonización, algunos de las cuales son:

  • En Colombia tenemos una eficiencia energética de apenas el 31%. En otras palabras, el 69% de la energía producida podríamos ahorrárnosla y no incurrir en un costo cercano a 3 puntos porcentuales del PIB por año por energía desperdiciada. Conseguir esas eficiencias energéticas, requieren inversiones de al menos 35 billones de pesos los siguientes 5 años.
  • La alta dependencia de la generación hidráulica se convierte en un riesgo recurrente, por eso la ampliación de generación con energías renovables no convencionales es imperante. Hoy, estas representan apenas el 1% de la matriz energética y se tiene un objetivo de llegar al 15% lo cual va a requerir inversiones de aproximadamente 10 billones de pesos en los siguientes 3 años.
  • El país se destaca positivamente a nivel regional en vivienda sostenible, pero el porcentaje de nuevas viviendas certificadas medioambientalmente es sólo el 22%, por lo que debemos aumentar muy materialmente este porcentaje.
  • Avanzar hacia una movilidad sostenible requerirá de proyectos como el Metro de Bogotá, los trenes de cercanías y regionales y transformaciones en las flotas de buses a eléctricos, entre otros. Proyectos que demandarán una inversión superior a los 50 billones de pesos en los próximos 8 años. A lo que se suma el objetivo de transición hacia un parque automotor privado de al menos 600 mil vehículos eléctricos para 2030.
  • La reforestación es el gran debe para Colombia en materia de emisiones gases efecto invernadero. Conseguir pasar de deforestación neta a reforestación neta es la mayor contribución que Colombia podría tener a la preservación del planeta y las futuras generaciones. Este es un reto enormemente complejo que requerirá del sector público y privado, de la banca multilateral, de las empresas agropecuarias, de los pequeños campesinos, y de las comunidades indígenas y afrodescendientes.
  • Finalmente, si avanzamos hacia la reforestación a gran escala, Colombia puede ser una potencia en captura de CO2, que atraiga inversión extranjera para los proyectos y exportar créditos de carbono. Para ello debemos desarrollar los mercados de carbono.

Estas iniciativas son retos enormes pero también una oportunidad realmente inconmensurable.

Descarbonizar la economía es probablemente el mayor reto al que jamás se ha enfrentado la humanidad, por ello requiere de la participación y el compromiso inequívoco del Estado, del sector productivo, de la banca privada y la banca pública, de los bancos de desarrollo y también, en el caso de Colombia, de mayor apoyo de los países desarrollados. Los países desarrollados se comprometieron en 2009 en la COP15 de Copenhague a destinar, a partir de 2020, 100.000 millones de dólares al año para financiar la descarbonización de la economía en países en desarrollo como Colombia. Esta cantidad no sólo no se ha movilizado, sino que se requiere que sea una cifra materialmente mayor. Es hora de que Colombia y otros países en desarrollo reclamen y reciban el apoyo que los países desarrollados se comprometieron a entregar. Espero que este punto sea piedra angular de la COP27 de Egipto.

Para terminar quiero ser enfático en que para poder solucionar el gran problema de la inequidad del país y descarbonizar la economía hace falta en primer lugar la capacidad económica y financiera de poder hacerlo. Es decir necesitamos un sector productivo fuerte, que genere la riqueza para poder acometer de la mano de un sector financiero sólido las enormes inversiones que son imprescindibles para superar estos retos. Permítanme repetirlo, sólo con un sector productivo fuerte y un sector financiero sólido tendremos la capacidad de superar estos desafíos.

Pero la capacidad siendo necesaria no es suficiente, debemos tener todos también la voluntad de asumir en primera persona la responsabilidad para superar estos retos, por ello les convoco a todos ustedes: los medios, los empresarios, el gobierno y mis colegas del sector financiero, a que todos demos un paso al frente para, en primer lugar, emprender de manera acelerada el reto más urgente que tenemos como sociedad, el de dejar el legado de una Colombia más justa, inclusiva y equitativa. Y en segundo lugar, demos un paso al frente para que asumamos la mayor responsabilidad que tenemos que es asegurarnos que dejamos a nuestros hijos y a nuestras nietas, a las generaciones futuras, un planeta con la riqueza en biodiversidad que nosotros recibimos.

Muchas gracias a todos por su atención.