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Opinión 25 junio 2018

Una pincelada de certidumbre

Tras varios años de política monetaria no convencional, el Banco Central Europeo ha anunciado un paso importante en la normalización monetaria, retirar su programa de compra de activos, también conocido como Quantitative Easing (QE), iniciado en 2015. El BCE reducirá a la mitad las compras a partir de septiembre, hasta retirar el programa del todo en diciembre. De esta manera, la institución sigue los pasos de la Reserva Federal norteamericana. La siguiente fase - la subida de tipos - no se producirá como mínimo hasta el verano de 2019, según la guía que ha dado el BCE, trazando una pincelada de certidumbre en un escenario económico global incierto.

Como garante de la estabilidad de precios en la zona euro, el reto al que se enfrenta el BCE es mayúsculo: por un lado, ajustar las condiciones monetarias al positivo entorno económico -un crecimiento que la institución estima en el 2,1% en 2018 y una expectativa de aumento de la inflación al 1,7% para este año y el siguiente- y, en paralelo, evitar una sobrerreacción en los tipos de interés (de la deuda) y el tipo de cambio (euro).

La magnitud de la crisis de 2008 llevó a la institución a aplicar medidas no convencionales en política monetaria como los tipos de interés negativos o la compra de activos. En tiempos difíciles, que requerían una respuesta contundente, estas medidas se integraron junto a las nuevas funciones del BCE, como la defensa de la integridad del euro y un nuevo mandato para la supervisión bancaria de la zona euro.

Como resultado del programa de compras, el tamaño del balance del BCE se ha incrementado significativamente en los últimos años, convirtiéndose en una herramienta efectiva de estímulo monetario en un entorno donde los tipos de interés se han situado incluso en terreno negativo.

Al tiempo que anuncia el final del QE, también pone en el radar el siguiente movimiento: el inicio de la subida de tipos, no antes de verano de 2019.  Esto ha sorprendido al mercado, no sólo por el hecho de marcar un horizonte temporal, sino porque ese horizonte es algo mayor de lo esperado. Esto, a su vez, ha propiciado una depreciación del euro frente al dólar y una reducción de las expectativas de tipos de interés. Podemos afirmar, por tanto, que la prudencia mostrada en la retirada de los estímulos ha evitado una sobrerreacción del mercado y, con ello, ha minimizado los riesgos.
El cambio de política monetaria en Europa se enmarca en un escenario internacional de creciente incertidumbre
El BCE está dando pasos en el proceso de normalización de la política monetaria, lo que terminará poniendo fin a un entorno de tipos de interés negativos y permitirá a los mercados financieros europeos operar en un entorno también más “normal”. Esta es una buena noticia, porque mantener tipos negativos en un situación anómala, de prolongarse en el tiempo, puede tener efectos negativos en familias y empresas, así como en la estabilidad financiera.

Sin embargo, no debemos olvidar que el cambio de política monetaria en Europa se enmarca en un escenario internacional de creciente incertidumbre, derivada de la escalada de las tensiones comerciales entre EE.UU. y China y, en menor medida, entre EE.UU. y la Unión Europea. El BCE está enfrentando este desafío de forma prudente y con una comunicación muy clara.

José Manuel González-Páramo es consejero ejecutivo responsable de economía, regulación y relaciones institucionales de BBVA