Diferencias entre autónomo y ‘freelance’: claves para saber qué significan
Aunque estos dos términos a menudo se usan indistintamente, autónomo y ‘freelance’ no significan exactamente lo mismo. Ambos implican trabajar por cuenta propia, pero existen diferencias sutiles en términos legales y prácticos que es importante comprender antes de embarcarse en una de estas fórmulas de trabajo independiente.

Hasta hace no mucho tiempo era habitual que las personas comenzaran a trabajar en una empresa y permanecieran en ella durante toda su carrera profesional. Sin embargo, el mundo laboral ha experimentado cambios significativos en las últimas décadas. Han surgido nuevas modalidades de empleo, ya sea como autónomo de manera regular o complementando ingresos con proyectos ‘freelance’.
De hecho, la figura del trabajador por cuenta propia está cada vez más presente en las economías mundiales, hasta el punto de que casi la mitad de los trabajadores del mundo son autónomos, según cifras del Banco Mundial.
En España, por ejemplo, tras el descenso en el número de autónomos registrado entre 2008 y 2013, desde 2014 la población de trabajadores por cuenta propia ha crecido de manera sostenida, aunque sin llegar todavía a los datos previos a la crisis. Actualmente, los autónomos suponen el 16% de la población activa (3,35 de un total de 21 millones de trabajadores).
Estas cifras se encuentran, sin embargo, muy lejos de las de países como Perú o Colombia, donde más de la mitad de los trabajadores son autónomos, muchos de ellos microempresarios con una situación muy vulnerable.
Estos trabajadores por cuenta propia no solo generan un porcentaje importante del empleo, sino que también son responsables de buena parte de la riqueza que genera cada país. En el caso de España, por ejemplo, aportaron el 14,5% del Producto Interior Bruto (PIB) entre 2008 y 2021, según datos del Ivie
Diferencias clave entre autónomo y freelance
Qué es un ‘freelance’
Un ‘freelance’ es un trabajador que ofrece sus servicios a las empresas de forma independiente y puntual. Este último factor es clave para diferenciarlo de un autónomo: el ‘freelance’ siempre realiza trabajos o colaboraciones esporádicas e intermitentes.
Qué es un autónomo
Un autónomo es una persona física que realiza un trabajo de forma habitual para obtener del mismo una remuneración. No dispone de contrato laboral que lo vincule a un empleador.
Principales diferencias entre autónomos y freelancers
Aunque ambos términos hacen referencia a aquellos trabajadores que desarrollan su labor por cuenta propia, la diferencia entre unos y otros reside en que el ‘freelance’ presta servicios de forma temporal y esporádica; y el autónomo ejerce su actividad de forma constante, desarrollando un negocio propio, explica el profesor de EAE Business School, José Canseco. En ambos casos, se entiende que la persona ofrece y realiza trabajos remunerados para terceros, pero sin necesidad de firmar un contrato laboral.
Además, el autónomo vive al 100% de la actividad que desarrolla, mientras que el ‘freelance’, también llamado colaborador, no necesariamente. Es común que un ‘freelance’ compatibilice esta actividad con un trabajo por cuenta ajena. Esta situación se conoce como pluriactividad, y conlleva darse de alta en la Seguridad Social en dos o más regímenes diferentes. De esta forma, muchos empleados pueden tener su propio negocio y complementar ese salario con otra actividad en otra empresa.

Cómo darse de alta y tributar como autónomo o freelance
Para realizar el cálculo de la cuota la Seguridad Social, se ha establecido una fórmula que consiste en calcular los ingresos netos anuales (ingresos menos gastos deducibles), sumarle las cuotas que se han pagado como autónomo a la Seguridad Social en el ejercicio anterior y aplicar una reducción del 7%, en concepto de gastos imposibles de justificar.
El resultado obtenido se debe dividir entre los 12 meses que tiene un año y, a partir de ahí, los trabajadores autónomos podrán ser conocedores del tramo correspondiente a la cuota que deben pagar en concepto de cotización a la Seguridad Social.
La relación con la Seguridad Social o Hacienda también es distinta. En España, por ejemplo, es obligatorio que el autónomo esté dado de alta en el RETA (Régimen Especial de Trabajadores Autónomos) y en el Impuesto de Actividades Económicas (IAE). Sin embargo, un ‘freelance’ debe darse de alta en el IAE para emitir facturas (es gratuito), pero no está obligado a inscribirse en el RETA ni a pagar cuotas de autónomos.
En el caso de México, una Persona Física con Actividad Empresarial (autónomo) debe estar inscrito en el SAT (Servicio de Administración Tributaria) y puede acogerse a cinco tipos de regímenes distintos para el pago de sus impuestos.
Argentina, por su parte, cuenta con dos categorías diferentes para los trabajadores independientes: monotributista y autónomos. En el primer caso, se trata de un régimen simplificado para pequeños contribuyentes cuyo aporte mensual incluye obra social y componente jubilatorio. Los profesionales autónomos, sin embargo, están incluidos en el régimen general, que solo incluye contribuciones para la jubilación.
¿Qué profesiones se pueden ejercer como autónomo o 'freelance'?
Las profesiones que mejor se adaptan al trabajo por cuenta propia son las relacionadas con la comunicación (periodistas, fotógrafos o escritores), servicios y tecnología (consultoría, asesoría, marketing y publicidad), y otras como cuidado del cuerpo, formación, gestión inmobiliaria o profesiones artísticas. En definitiva, resume Canseco: “profesiones liberales donde el profesional tiene más o menos autonomía para su desarrollo”.
Además, el trabajo por cuenta propia puede ser una oportunidad para reincorporarse al mercado de trabajo. Es más, esta fórmula es muy utilizada por el talento senior que encuentran así una nueva vía para aprovechar el conocimiento y experiencia recabada tras una larga trayectoria profesional.
El futuro del trabajo: ¿autónomos o 'freelancers'?
Dadas las cifras antes mencionadas de trabajadores autónomos, es lógico preguntarse si esta figura será cada vez más frecuente en el mercado laboral. Según los expertos, irá en función de las prioridades y valores de vida y trabajo de la población que se incorpore a la actividad.
Así, mientras que “las generaciones pasadas y presentes valoran, con diferentes grados de intensidad, el trabajo fijo, seguro y, en muchos casos, la garantía de un empleo en la función pública, las nuevas tienen más interiorizada la aspiración de crear su propia empresa y ser dueños de sus ideas de negocio”, observa el docente de EAE Business School.