Jabones sólidos: Poder limpiador y mayor sostenibilidad
Menos residuos, envases de cartón, mayor duración con menor tamaño. Los criterios ecológicos y medioambientales empujan la sustitución del gel o el champú líquidos por productos de belleza e higiene en barra. El jabón sólido es un mercado incipiente.
“Los jabones sólidos duran más, al estar más concentrados”, dice Bàrbara Lacroix, fundadora de la tienda ‘online’ Cero Residuo. “Una pastilla de unos 90 gramos puede equivaler a hasta tres botes de gel líquido”, calcula. Por eso, y a pesar de ser más caros, “al final su precio es equiparable o, incluso, puedes ahorrar”, asegura. Al ser más compactos ocupan menos, por lo que tienen una menor huella de carbono a la hora de su transporte. También son más cómodos para viajar en avión, ya que no están sujetos a las restricciones como los líquidos.
Hasta las más afamadas firmas de cosmética, como es el caso de L’Oreal París, justifican con otros argumentos su uso: Con jabón en barra es menos probable excederse y utilizar más del necesario, la cantidad de residuo generado es menor frente a las botellas de plástico de geles y champús líquidos y se pueden encontrar en envoltorios biodegradables, de cartón, o incluso a granel en determinadas tiendas, según señala el magacín ‘online’ de belleza de la marca francesa.
“Uno de los aspectos importantes a mejorar en cosmética es el envasado”, reconoce Nuria Alonso, responsable de la certificación BioVidaSana, de cosmética ecológica y natural. “La cosmética sólida ofrece ventajas en este sentido”, añade Alonso, pero, no obstante, insta a fijarse bien: “Yo he visto champús sólidos envueltos en plástico, y eso es incluso peor que una botella PET o de polietileno”.
Lacroix subraya que el 90 % de un jabón líquido es agua, en la que los principios activos van disueltos, mientras que, en pastilla, esos mismos principios activos se encuentran más concentrados. “Los jabones sólidos no necesitan de conservantes y la mayoría son naturales y ecológicos”, añade.
En 2019, los alumnos Laila y Nahir Samaha dedicaron el proyecto final de su licenciatura en Organización Industrial (Facultad Regional Concepción del Uruguay de la Universidad Tecnológica Nacional) a analizar la viabilidad de una fábrica de champú sólido en el Polo Industrial General Rodriguez, provincia de Buenos Aires (Argentina). Concluyeron que sí era viable, basándose en criterios medioambientales y de sostenibilidad: “Es un producto libre de conservantes, antioxidantes, sulfatos, parabenos y siliconas, y no está testado en animales. Utiliza un porcentaje menor de plástico que los champús o jabones líquidos, envasados en botellas”.
“Creo que la cosmética sólida es una alternativa interesante, cuidando mucho los tensoactivos y otros ingredientes como el SCI”. Alonso se refiere al Sodium Cocoyl Isethionate, uno de los emulsionantes más demandados en la elaboración de jabones sólidos y que ninguna de las principales normas de cosmética natural aprueban. “No es imprescindible por el uso de óxido de etileno en su proceso de obtención y su bajo índice de naturalidad. Existen otras alternativas”, esgrime en BioVidaSana para rechazarlo.
La misma espuma, la misma eficacia
“Nuestros jabones son igual de eficientes y hacen una cantidad de espuma similar a la de los convencionales, aunque la espuma no es sinónimo de limpieza; el poder limpiador de un jabón radica en sus aceites”, aclara Lacroix. Hay aceite de argán, de oliva, de almendra, cada uno con sus propiedades esenciales que además de fragancia aportan beneficios, como la menta o la lavanda. Lo que lleva a desmontar el mito de que los jabones sólidos son una suerte de sota, caballo y rey sin apenas variedad. “Hay muchos tipos”, rebate Lacroix. Distintas composiciones según se aplique a cuerpo, cara o cabello. Para todo tipo de pieles y de pelo.
Los aspirantes a licenciados en Organización Industrial de la universidad argentina encuestaron para su estudio a más de 200 consumidores, entre hombres y mujeres, y constataron que solo uno usaba champú sólido, y solo el 20 % había escuchado hablar de este producto, aunque “el 95 % estaría dispuesto a usarlo por sus beneficios. Los entrevistados pretenden que un champú sólido deje rico olor, brillo y haga espuma”, concluye su investigación.
La gente busca consumir productos y procesos de elaboración amigables con el medioambiente o ecológicos, tanto el producto en sí, como el proceso de elaboración. El trabajo universitario apunta a que los consumidores argentinos “están lo suficientemente informados” como para calibrar la responsabilidad ambiental y social de los artículos de higiene personal que compran, algo parecido a lo que ocurre con los detergentes para lavadoras. “Al tratarse de un nuevo producto, poco conocido, puede generar cierta resistencia al cambio. Este es un mercado aún sin explorar, que puede seguir creciendo”, explican.