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Certificación GRASP: la importancia de cuidar a las personas

La sostenibilidad no solo se refiere a la protección medioambiental, también al cuidado de la parte social, de las personas. El respeto a los derechos de los trabajadores y poner en marcha medidas que protejan la seguridad y la salud es un aspecto esencial en nuestros días. De ello, surge el certificado GRASP, que evalúa los riesgos de las prácticas sociales de las producciones y explotaciones agroalimentarias y cuyo objetivo final es garantizar el bienestar social.

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¿Es honesto comercializar un plátano cultivado en una explotación en la que no se cuida la seguridad de los empleados o se les paga un salario más que precario? Para algunos productores esta cuestión es fundamental. Por ello, se esfuerzan en demostrar a los distribuidores —y por extensión, a los consumidores— que respetan unas condiciones de trabajo dignas.

Con ese objetivo, el certificado GRASP se ha consolidado como una herramienta de referencia ya que acredita el cumplimiento por parte de las empresas de la legislación laboral nacional e internacional. Por ello, GRASP (siglas inglesas de “GLOBALG.A.P. Risk Assessment on Social Practice”, traducidas al español como “Evaluación de Riesgos GlobalGAP en las Prácticas Sociales”) examina esas prácticas sociales en la explotación agraria. Para ello, evalúa de forma detallada temas concretos como son la salud, la seguridad y el bienestar de los trabajadores.

Salud y seguridad: el objetivo del GRASP

La Organización Internacional de Trabajo (OIT) marca unas pautas sobre cómo deben ser las condiciones en el empleo teniendo en cuenta las peculiaridades de cada sector. Uno de sus principales objetivos es fomentar los entornos laborales saludables y seguros, y al mismo tiempo apoyar medidas que avalen el bienestar de los trabajadores, con independencia de su edad o género.

Según las estadísticas de la OIT, el sector agrícola es uno de los más expuestos a accidentes y problemas de salud laborales. “Al menos 170.000 empleados agrícolas mueren cada año en el mundo. Estol significa que el riesgo de fallecer es el doble en comparación con otros sectores”, apunta la OIT. Este organismo de las Naciones Unidas recomienda a gobiernos, empleadores y trabajadores cooperar para avanzar en la aplicación de buenas prácticas laborales. El certificado GRASP contribuye a ese objetivo.

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GLOBALG.A.P.

Se trata de un módulo voluntario desarrollado con un estándar privado de certificación y para solicitarlo es imprescindible contar con el certificado del programa internacional de aseguramiento GLOBALG.A.P. Es posible tramitarlos al mismo tiempo, lo que abarata los costes de la evaluación.

¿Cómo nació GRASP? Entre 2005 y 2010, varias cadenas internacionales de supermercados decidieron desarrollar un sistema de evaluación y gestión social para estimular la implantación de buenas prácticas laborales en las explotaciones de sus productores y cadenas de suministro. De esta experiencia nació la evaluación y el certificado GRASP, con más de 200 organizaciones de 20 países participantes en su desarrollo.

Cada país establece su norma

Una de las principales características del certificado GRASP es que no fija unas normas universales de obligado cumplimiento, ya que cada país cuenta con sus propias leyes en materia laboral. Cuestiones como el salario mínimo, la edad legal para empezar a trabajar, la duración de la jornada o la representación sindical de los trabajadores difieren de un lugar a otro.

GRASP, por tanto, sólo proporciona un reglamento general, un módulo con referencias de control y criterios mínimos de cumplimiento para mejorar el entorno laboral, dejando en manos de las partes interesadas (productores, auditores e inspectores, etc.) fijar las directrices nacionales que interpretan GRASP en el marco legal de cada país. En la página web de GLOBALG.A.P. se detalla que existen 76 Guías de Interpretación Nacional.

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Puntos de control

Los criterios mínimos de cumplimiento para obtener el certificado GRASP, definidos como puntos de control en dichas Guías nacionales, son once: seguimiento de las buenas prácticas sociales de acuerdo con los derechos humanos, instrumentos de representación de los trabajadores, herramientas para canalizar las reclamaciones de los empleados, respeto a la legislación laboral nacional, contratos conforme a derecho, salarios justos y regulares, control horario normalizado, no utilizar mano de obra infantil, escolarización de los niños que viven en las explotaciones agrícolas, auto-organización y negociación colectiva, y ausencia de discriminación.

Cuando los productores aspiran a certificarse, evalúan sus explotaciones utilizando la Lista de Verificación GRASP y la Guía de Implementación en Vínculos Rápidos, disponibles en la página web de GLOBALG.A.P. Así comprueban si cumplen con la normativa laboral, precisan a qué riesgos asumen sus empleados o cómo se canalizan las quejas, entre otros aspectos. Esta información ayuda a definir qué medidas concretas debe tomar el productor para mejorar su calificación.

“Las evaluaciones GRASP no son auditorías sociales completas, sino que se enfocan en examinar el sistema de gestión social implantado por el productor”, destaca Kiwa, compañía de Inspección y Certificación (PIC).

Beneficios añadidos

Según GLOBALG.A.P., ese proceso de mejoría implica beneficios adicionales, por ejemplo que un buen ambiente laboral puede mejorar la productividad en un negocio agrícola y la calidad de sus productos. Además, al avalar las buenas prácticas sociales en las explotaciones, impulsa la transparencia tanto hacia dentro como hacia fuera y la capacidad de negociación con otras empresas o actores del sector alimentario.

Los productores que cuentan con ese aval de buenas prácticas laborales se posicionan mejor ante los distribuidores y clientes, notifican de manera precisa los esfuerzos realizados en la explotación para garantizar la seguridad, la salud y el bienestar de los trabajadores, explica la entidad. Dicho de otra forma, pueden demostrar que sus plátanos son más honestos.