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Cómo proteger especies y salvar el planeta al mismo tiempo

Abordar la crisis climática y proteger la biodiversidad son dos acciones que hay que desarrollar de forma conjunta para que sean efectivas. A pesar de que algunos expertos advierten también de que algunas acciones para combatir el cambio climático pueden dañar a determinadas especies, y viceversa, hay soluciones para hacerlo sin riesgos.

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La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) declaraba probablemente extinto el tiburón perdido (Carcharhinus obsoletus) en diciembre de 2020. Esta especie, natural del mar del Sur de China, fue vista por última vez en 1934 y se considera muy improbable que haya podido sobrevivir a la presión de la sobrepesca. A su nombre se suman las 37.000 especies que actualmente están en peligro de extinción.

El mismo mes de diciembre, 50 expertos en biodiversidad y cambio climático se reunieron durante días con un objetivo muy concreto: plantear estrategias que consigan abordar la crisis climática y proteger la biodiversidad de forma conjunta.

Hasta ahora, la mayoría de las políticas trataban ambos problemas por separado. Sin embargo, todo parece indicar que las soluciones conjuntas son las que tienen más probabilidades de éxito. Proteger la biodiversidad es clave para frenar el cambio climático, a la vez que reducir el impacto humano en el medioambiente ayuda a preservar la vida de las miles de especies que habitan el planeta.

Estrategias para un futuro común

El informe Tackling Biodiversity & Climate Crises Together and Their Combined Social Impacts plasma las conclusiones y las estrategias resultantes de la reunión celebrada en diciembre de 2020. Se trata de la primera colaboración entre la Plataforma Intergubernamental Científico-normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) y el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC).

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Las conclusiones son claras: abordar de forma concertada la pérdida de biodiversidad y el cambio climático, teniendo en cuenta a su vez los impactos sociales de las políticas, ofrece la oportunidad de maximizar su impacto y alcanzar los objetivos de conservación.

Los autores advierten también de que algunas acciones para combatir el cambio climático pueden dañar a determinadas especies, y viceversa. Sin embargo, existen medidas que pueden contribuir de forma positiva en ambas áreas. Estas son algunas de ellas:

  • Detener la pérdida y la degradación de ecosistemas y especies ricos en carbono, tanto en la tierra como en el océano. Esto incluye desde bosques y manglares hasta los ecosistemas propios de aguas profundas.
  • Restaurar los ecosistemas ricos en carbono. Se trata de una de las soluciones basadas en la naturaleza más baratas y rápidas de implementar. La restauración de los ecosistemas mejora los hábitats de plantas y animales y aumenta la resiliencia de la biodiversidad frente al cambio. Además, y entre otros muchos beneficios, puede crear nuevos puestos de trabajo.
  • Implementar prácticas agrícolas y forestales sostenibles. Esto permite reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mejorar la biodiversidad. Sobre todo, si se apuesta por diversificar las especies, priorizar las especies autóctonas y reducir el uso de fertilizantes y productos químicos en la tierra.
  • Optimizar las acciones de conservación y la creación de áreas protegidas. Se calcula que para garantizar un clima habitable y una biodiversidad autosuficiente debería protegerse de forma eficaz entre el 30 y el 50 % de la superficie mundial. Actualmente, las áreas protegidas representan cerca del 15 % de la tierra y del 7,5 % del océano.
  • Eliminar los subsidios a actividades perjudiciales para la biodiversidad, como pueden ser la deforestación o la sobrepesca.
  • Cambiar los patrones de consumo: reducir los desperdicios y realizar cambios en las dietas, sobre todo en los países ricos, tiene también un impacto importante a la hora de reducir las emisiones y mejorar la preservación de las especies.

Para conseguir este doble objetivo es necesario, por lo tanto, abordar la crisis de la naturaleza como un conjunto. De este modo, puede trazarse el camino hacia un futuro más sostenible. “Un futuro global sostenible para las personas y la naturaleza todavía es alcanzable, pero requiere un cambio transformador y acciones de largo alcance nunca antes intentadas”, señaló el profesor Hans-Otto Pörtner, coautor del informe.