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El futuro de la biovivienda está en la casa pasiva: ahorro de un 90% de energía

Tras vivir el confinamiento, hoy más que nunca somos conscientes de lo cómodas o incómodas que son nuestras casas  Pensar en lo que se conoce como una casa pasiva podría ser una buena opción: ahorro de energía de un 90 %, aislamiento hermético y ventilación adecuada. La idea suena apetecible y, sobre todo, muy sostenible. Ya hay cerca de 30.000 espacios pasivos certificados en todo el mundo. Así son estas casas del futuro.

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La pandemia del coronavirus obligó a pasar horas y horas en casa. No solo el confinamiento, el tiempo de teletrabajo hizo reflexionar a muchas personas sobre cómo es el hogar en el que viven. Tal vez no es tan confortable ahora como cuando solo pasaban en ella las noches y los fines de semana. Es probable también que las facturas de luz y gas se hayan multiplicado desde que hay que mantenerla caliente para poder trabajar en un ambiente de confort.

Hipoteca para casas eficientes

Este replanteamiento sobre la comodidad real y el gasto de energía ha hecho que el concepto de ‘casa pasiva’ haya adquirido un enorme protagonismo en los últimos años. Han pasado ya casi 30 años desde que el físico y astrónomo alemán Wolfgang Feist construyera la primera casa de este tipo del mundo, la suya propia. Un día se dio cuenta de que el gasto energético que le provocaba estar caliente en su casa era tan elevado que sintió que debía pensar en una solución.

Alemania y Austria llevan ventaja en la 'casa pasiva'

Actualmente este tipo de viviendas siguen teniendo la misma eficacia que entonces y la velocidad con la que se construyen, especialmente en países como Alemania y Austria, es sorprendente.

“Llevaba muchos años leyendo sobre bioconstrucción. Nunca me había planteado construir mi propia casa donde vivir, pero hace tres años mi mujer y yo decidimos comprarnos una parcela. Nada nos cuadraba. Ninguna de las opciones nos terminaba de convencer, hasta que decidimos apostar por una casa pasiva en la localidad madrileña de Alpedrete”, explica Andrea Paci, informático de origen italiano que está viviendo en estos meses todo el proceso de construcción de su nuevo hogar. “Sí, es cierto que el incremento de los costes con respecto a la construcción de una casa convencional puede ser de entre un cinco y un diez por ciento, pero una casa así es otra historia”.

Los cinco principios básicos de la biovivienda

Por “otra historia” Andrea se refiere a un lugar que necesita de un 90% menos de energía que una vivienda convencional y que responde a cinco principios básicos:

  • Aislamiento adecuado.
  • Ni una fuga de aire.
  • Sin puentes térmicos.
  • Ventanas de altas prestaciones (herméticas y hasta con tres cristales).
  • Sistema de ventilación controlada, es decir, saludable, ya que la casa es hermética.

'Podcast': Casas pasivas: comodidad unida a ahorro de energía

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“Hay que hacer multitud de cálculos para saber cuál es la orientación ideal de la vivienda, partiendo de la latitud donde nos encontremos y las temperaturas y vientos habituales”, explica Paci. El aislamiento de estas casas puede llegar a los 20 centímetros en los muros y casi 30 en la cubierta. La temperatura que se debe mantener dentro está entre los 21 grados en invierno y los 23 en verano.

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Casi 30.000 casas pasivas certificadas en todo el mundo

A través de la Plataforma de Edificación Passivhaus es posible obtener el certificado oficial de casa pasiva. La vivienda se debe someter a una serie de pruebas que demuestren que cumple con los requisitos de confort exigibles. Una de ellas es el ensayo Blower Door, que permite medir las filtraciones de aire de las construcciones y detectar posibles entradas. Este tipo de casas deben ser absolutamente herméticas.

Para que una construcción sea certificada como casa pasiva, la asociación internacional Passivehaus exige como requisitos fundamentales:

  1. Una demanda de calefacción inferior a 15 kWh al año, es decir, 10 W por metro cuadrado de superficie habitable.
  2. Una demanda de refrigeración igual o similar a la de calefacción.
  3. Un consumo total de energía inferior a 120 kWh al año.
  4. Un máximo de 0,6 cambios de aire por hora a una presión de 50 pascales, para evitar corrientes de aire y pérdidas de calor.
  5. Zonas de estar que mantienen temperaturas constantes de 20-25 °C durante el 90 % del año.

En el mundo hay más de 29.000 inmuebles que han obtenido este certificado, que no necesariamente son viviendas (escuelas, edificios de oficinas, jardines de infancia…).

Sin embargo, estas casas también tienen sus inconvenientes. Por ejemplo, no pueden adaptarse a grandes cambios decorativos ni se pueden abrir sin control las puertas y ventanas, ya que la temperatura interior se desequilibrará. Al ser hermética, es cierto que no escuchará los ruidos del exterior, aunque eso podría crear una sensación extrema de incomunicación.

En España la primera casa pasiva certificada se construyó en 2010 en Granada. La casa de Andrea Paci en la localidad madrileña de Alpedrete no será la última. El número de construcciones de este tipo crece cada vez más, de la misma manera que lo hacen los inmuebles rehabilitados para adaptarlos a los criterios de confort de las casas pasivas. Como dice Andrea, “no es nada de otro planeta. El consumo de energía puede ser mínimo y tener una vivienda así es algo que está al alcance de la mano de cualquiera”. Reducir el impacto social y medioambiental de nuestro modo de vida es más sencillo de lo que pensamos.