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Planeta> Cambio climático 28 mar 2022

El hollín está oscureciendo la Antártida (y acelera su derretimiento)

Cocinar, desplazarse y calentarse en la Antártida significa habitualmente quemar combustible, lo que genera el llamado carbono negro. Al mezclarse con la nieve, este hollín la oscurece y hace que se caliente más deprisa.

El hollín está oscureciendo la Antártida (y acelerando su derretimiento)

Los planes del barón Adrien de Gerlache nunca habían sido pasar el invierno en la región más fría del planeta. Pero, cuando uno se arriesga a viajar más allá de los confines del mundo, sabe que este tipo de imprevistos pueden ocurrir. Por eso, después de que la tripulación del Bélgica se pasase varios días intentando liberar el barco de los hielos del mar de Bellinghausen durante el mes de febrero de 1898, De Gerlache decidió que lo mejor sería aceptar la realidad y dejarse atrapar por la oscuridad de la Antártida.

La del Bélgica fue la primera tripulación en pasar todo un invierno más allá del círculo polar antártico. Muchos marineros se volvieron locos durante las largas semanas que pasaron sin ver el sol (así estuvieron hasta el 17 de julio) y todos los meses que siguieron hasta que liberaron su barco del hielo el 15 de febrero de 1899. Pero cuando regresaron al puerto de Amberes a principios de noviembre habían hecho historia. Entre los supervivientes, además de Adrien de Gerlache, estaba un joven Roald Amundsen, quien una década más tarde lideraría la primera expedición en alcanzar el polo sur. Eso sí, lo haría en verano.

La fiebre exploradora de aquellos años sentó las bases de la efervescencia científica y turística que hoy vive la Antártida. Hoy, entre 50.000 y 70.000 personas visitan el continente helado cada año. Todas tienen necesidades similares a las de aquellas primeras tripulaciones de aventureros: comer, beber y mantenerse calientes. Pero los impactos se han multiplicado. Un nuevo estudio, liderado desde la Universidad de Santiago de Chile y publicado en Nature, ha calculado que cada visitante es responsable directo del derretimiento de 83 toneladas de nieve.

El hollín que calienta la Antártida

Cocinar, desplazarse y calentarse en la Antártida significa habitualmente una cosa: quemar combustible. El consumo de gasoil y la quema de madera genera, entre otras cosas, el llamado carbono negro, un conjunto de partículas de varias formas de carbono que provoca problemas de salud en las personas y contribuye al cambio climático. Su principal componente es el hollín, el mismo polvo negro que se acumula en grandes cantidades en las chimeneas o en las calles urbanas más expuestas al tráfico.

Este carbono negro, producido en la Antártida por los motores de barcos, aviones y otros tipos de vehículos, así como los generadores diésel usados para producir electricidad, se desplaza por el aire y se acaba depositando sobre el terreno comprometiendo la sostenibilidad. Al mezclarse con la nieve, la oscurece, lo que provoca que se reduzca el albedo (la radiación refleja la superficie) y aumente la cantidad de energía que absorbe la nieve. En otras palabras, hace que la capa más superficial de la Antártida se caliente más deprisa.

Para analizar la presencia y los efectos del carbono negro en el continente y el calentamiento global el equipo de investigadores de la Universidad de Santiago de Chile recogió muestras de la nieve de 28 lugares a lo largo de cerca de 2.000 kilómetros, si bien la mayoría estaban en la península Antártica y en las islas Shetland del Sur, donde se concentran buena parte de la actividad científica y casi todos los viajes turísticos. Lo hicieron una vez al año entre 2016 y 2020.

Aunque los resultados indicaron que este tipo de contaminación era mucho más baja que en otros lugares remotos del planeta (1.000 veces menor que en el Himalaya, por ejemplo), constataron que está en claro aumento, en particular, en aquellas zonas con más visitantes. La construcción y la operación de las instalaciones científicas y los cruceros turísticos son, de acuerdo con el estudio, las mayores fuentes de carbono negro. Y provocan de forma directa el derretimiento de 83 toneladas de nieve por persona cada año.

La capa más superficial de nieve blanca es el principal escudo de las más de 26 millones de gigatoneladas (1.000 toneladas) de hielo que dan forma a la Antártida. Oscurecerla solo acelerará el impacto del cambio climático en un continente que ha perdido una media de 149 gigatoneladas de hielo al año desde principios de siglo. La descarbonización y la transición energética, concluyen los investigadores, son más necesarias que nunca, también, en la Antártida.